El Chrysler 300 y su pariente de sangre el Dodge Charger, así como su vertiente de dos puertas Challenger, vienen a demostrar que el hecho de que un vehículo sea añejo no indica que no haya de ser popular. Esta tríada nacida bajo el amparo de DimlerChrysler AG (1998-2007) a mediados de los 2000, y a pesar de contar con más de una década a sus espaldas, los dos últimos aún gozan de un buen estado de salud en cuanto a ventas se refiere; no podemos decir lo mismo del 300.

Según una serie de documentos del sindicato canadiense Unifor, Dodge aprovechará el interés actual y construirá tres nuevas variantes de los dos muscle cars antes de 2023. La noticia se produjo poco después de que FCA firmara un nuevo acuerdo de tres años con el sindicato canadiense, que ayudó al fabricante a evitar una huelga potencialmente desagradable. El acuerdo promete traer 1,58 mil millones de dólares canadienses (mil millones de euros, aprox.) en inversiones de los italoamericanos, lo que ayudará a traer unos 2.000 nuevos empleos a la región.

Hay otra razón por la que 2023 es un año peculiar. Hace un año, Dodge pudo o no haber publicado un huevo de Pascua que insinuaba que 2023 sería el último año para el Challenger y el Charger bajo la plataforma LX, introducida en 2004. No se han proporcionado detalles sobre qué características diferenciarán a las “nuevas vertientes” de los Challenger y Charger. FCA tampoco ha dicho si serán nuevos niveles de equipamiento o modelos de nueva factura para continuar con una línea de nombres tan atractiva como Daytona, Hellcat, Demon o Super Stock.

Los Dodge Charger y Challenger son los últimos ejemplos del muscle car estadounidense: grandes y pesados, absurdamente ruidosos y potentes, y que ponen una sonrisa en tu cara a lo Clarkson

Los documentos de Unifor también confirman que el Chrysler 300 también permanecerá hasta al menos el model year 2023 (último cuatrimestre de 2022). Puede que el 300 no sea tan popular como antes (las ventas cayeron un 37 % –a 29.213 unidades– en 2019 en comparación con el año anterior en EE. UU.), pero junto al Dodge Charger es uno de los pocos sedanes de tamaño completo que hay en el mercado, algo que destacaba por su abundancia hasta hace unos años en el país de las oportunidades. Y es que tanto el sedán como el coupé se venden más que nunca.

Si todo sale según lo planeado, el Dodge Challenger tendrá más de 15 años cuando se retire. Llegar a esa edad es meritorio, aunque existen otros modelos que aún le ganarían por goleada: Jeep Wagoneer (1962-1991), el Citroën 2CV (1948-1990), el Trabant P601 (1964-1990) o el Volkswagen Beetle refrigerado por aire (1938-2003). Sin embargo, la vieja era del automóvil es rara en el siglo XXI. Algunos iconos como el Mercedes-Benz Clase G o el Land Rover Defender ya se han actualizado por completo, aunque otros como el Lada Niva aún se resisten.

Las “nuevas generaciones” –porque muchas veces son profundos restyling– no tardan en llegar mucho más tarde de cinco años pasados. Tan solo unos pocos aún sobreviven, como el Nissan 370Z (2008) y el Toyota Land Cruiser (2007), aunque del primero ya hay previsto un sustituto que no llegará a Europa –y se basará en la plataforma del actual 370Z– y el segundo, por lo que parece, no tendrá descendencia en un futuro cercano.

Volviendo a los coches de la firma del carnero, de cara al futuro no sabemos mucho sobre las próximas iteraciones de los Challenger y Charger, aunque sí que hay algo seguro. “Creo que el futuro absoluto es la electrificación de estos modelos”, dijo Tim Kuniskis, el año pasado. En unas declaraciones a Automotive News, el director de vehículos de pasajeros de Dodge dejó escapar que “la electrificación será la clave para un alto rendimiento en el futuro”. Coincidencia o no, FCA también pidió muchas transmisiones híbridas en 2019 a ZF compatibles con sistemas mild-hybrid.