Quizás si te decimos que pienses en un coche en forma de cuña (wedge design), lo primero que se te pase por la cabeza sea uno de la casa de Sant’Agata Bolognese -un Lamborghini, para que nos entendamos- y además tu mente se retrotraiga a los años 70 del siglo pasado. Pues para tu información, el primero de este concepto es de unos años antes y de él te hablaremos hoy: el Alfa Romeo 33 Carabo, Alfa Romeo Carabo (a secas) o Bertone Carabo.
Corrían los años 60, e incluso en Lamborghini, quienes “tirarían” del concepto de coche en forma de cuña posteriormente hasta los extremos, optaban más por líneas suaves y curvas con ejemplos como el Lamborghini Miura. Pero de los lápices del maestro Marcello Gandini para Carrozzeria Bertone salió este primer integrante de los coches en forma de cuña como encargo de Alfa Romeo. Fue expuesto por primera vez en el Salón del Automóvil de Paris de 1968 e impactó al público allí presente.
Concebido sobre el chasis del Alfa Romeo 33 Stradale, presentaba unas vistosas puertas de tipo tijera con las bisagras en el pilar A, un frontal con faros escamoteables con tres pestañas y tres rejillas sobre su capó delantero; además de una espectacular trasera con unas branquias de vidrio oscurecido en el capó trasero, encontrándolas también sobre los rechonchos neumáticos traseros -de material plástico estas branquias-, a las que se sumaba una rejilla en negro en la cola trasera y cinco entradas de aire rectangulares. Problemas de refrigeración no iba a tener este superdeportivo. Eso sí, parecía llegado de otro planeta.
Bajo las branquias del capó trasero se situaba el alma de este rompedor coche: un motor gasolina V8 colocado en posición central trasera de solo 2 litros de cilindrada. Rendía 230 CV a ¡9.000 revoluciones por minuto! entregando 211 Nm de par a 6.000 vueltas. Todo un motor de carreras que se sentía cómodo estirando en la parte alta del cuentavueltas. Estos 230 CV eran enviados al eje posterior a través de una caja de cambios manual de seis velocidades. Al igual que su chasis, era herencia del 33 Stradale.
Su vistosa carrocería tenía unas dimensiones de 4.180 milímetros de longitud por 1.790 de anchura y menos de un metro de altura -aún más bajo que un Ford GT40 de su época y hasta 60 milímetros menos que un Lamborghini Miura, un deportivo ya realmente bajo-. La batalla, bastante corta, era de solo 2.360 milímetros. El peso total del Carabo superaba por poco la tonelada, con una masa final total de 1.048 kg.
Las prestaciones no eran para quitar el hipo, pero sí muy buenas: se lanzaba hasta los 100 km/h en unos 6,5 segundos y paraba el velocímetro en los 250 km/h
El interior no iba a ser menos peculiar que su exterior. En primer lugar, los ojos se te iban hacia un extraño volante desplazado de dos radios con perforaciones a modo de rayas que iba tapizado en cuero, al que le seguían dos asientos tipo backet tapizados en piel vuelta verdosa, como todo el interior.
Como protagonistas de su salpicadero, dos grandes esferas para controlar las revoluciones del motor y la velocidad -la primera situada frente al piloto y la segunda frente al copiloto- y otras cinco esferas en la parte central para chequear el nivel de combustible, temperatura del refrigerante o voltaje de la batería, entre otros. Junto a la palanca de cambios, en la consola central, iban colocados los controles de la climatización. Climatización que debía ser lo suficientemente correcta gracias a las dos salidas en el salpicadero junto a velocímetro y tacómetro, y del mismo tamaño que estos, muy grandes.
Esta vez nos va a ser difícil recomendarte hacerte con uno, ya que no pasó de la fase de prototipo, aunque sí fue una clara inspiración para toda una saga de superdeportivos que vendrían después, como el Lamborghini Countach o el Lancia Stratos HF -obra del mismo autor-. Tampoco podemos darte apreciaciones sobre su dinámica y su conducción por los mismos motivos.
La única unidad realizada, que fue diseñada en solo 10 semanas, se conserva de manera excepcional en el Museo Storico Alfa Romeo de Arese. Así que, si quieres admirarlo en primera persona, ya sabes lo que te toca. Y si no, siempre puedes seguir soñando con él.
Adrián Iniesta
Ingeniero electrónico industrial de profesión y amante de los coches por vocación. Dicen que aprendí a leer con las matrículas de los coches y que con 2 años me conocía todas las marcas y modelos. Cualquier cosa que me discutas sobre coches, te la intentaré rebatir ;)COMENTARIOS