El MG ZR 160 es la versión deportiva del Rover 25. En su época se podía considerar un pequeño deportivo radical que invitaba a hacer una conducción casi “de carreras”, con pocas concesiones al confort. Exteriormente se diferenciaba del Rover 25 en aspectos estéticos, tales como un generoso alerón en la puerta posterior, unas tomas de aire distintas, un doble escape trasero y unos faldones que rodeaban a todo el vehículo.
Su interior ya estaba algo desfasado en su día, como el puesto de conducción, con un volante más horizontal de lo habitual y una disposición del pedalier que no invitaba para nada al “punta-tacón”. Los asientos delanteros tenían una excelente sujeción lateral y el del conductor contaba con reglaje lumbar y de altura.
Los plásticos eran mullidos en la parte superior del salpicadero y en las puertas, en el resto de superficies era duro, pero tenía buenos ajustes y sin ruidos ni grillos aparentes. Nos encontramos con alguna concesión al lujo, como volante y pomo forrados en cuero, así como los laterales de los asientos, o algunas inserciones imitando al aluminio. Detrás cabían dos adultos de talla no muy elevada debido a su escasa altura interior. Un maletero pequeño e irregular -304 litros- debido a la peculiar disposición de la suspensión no lo hacía muy apto para llevar mucho equipaje.
Era un coche al que había que prestarle bastante atención a la hora de conducirlo, ya que su dirección era muy directa, rápida y precisa con la dureza justa para aportar comunicación al conductor en conducción deportiva, aunque en ciudad se volvía dura e incómoda por su escaso radio de giro. Su cambio era también preciso y rápido, con desarrollos de transmisión cortos, bastante adecuado para la conducción deportiva.
Sus frenos eran muy efectivos, solo necesitaba 54 metros para pararlo desde 120 km/h gracias a sus discos ventilados de 282 mm delante y macizos de 260 mm detrás. Hacían gala de una una gran resistencia al fading, aunque su tacto no era del todo agradable, pues en el primer tramo de su recorrido apenas frenaba. Su ABS Bosch era muy efectivo en todo tipo de carreteras.
Su motor 1.8 16 válvulas con distribución variable VVC entregaba una potencia de 160 CV y un par máximo de 174 Nm. Con unos soportes de motor más duros y una leva que hacía trabajar la mariposa de admisión más rápidamente se mejoró su respuesta en aceleraciones fuertes. A medio régimen nos ofrecía un comportamiento aceptable, pero entre 4.500 RPM y 7.000 RPM -hasta el corte de inyección- entregaba lo mejor de sí. Su velocidad máxima oficial era de 210 km/h y la aceleración 0 a 100 km/h en 7 segundos. No era precisamente parco en consumo, por ciudad podía gastar tranquilamente 10 litros/100 km y en conducción deportiva por carreteras montañosas se tragaba tranquilamente 15 l/100 km.
Claro, tanta deportividad tiene su precio. Aparte de su elevado consumo, no era un coche precisamente cómodo debido a la dureza de las suspensiones, y tampoco gastaron mucho presupuesto en insonorización, pues el motor se oía con claridad en el momento de pisar el acelerador con firmeza.
En resumen, si querías un subcompacto de apariencia y comportamiento deportivo con el que disfrutar conduciendo por carreteras secundarias con curvas y desniveles sin importatte en exceso el consumo y el confort, esta era una opción a tener en cuenta. Se encontraba al nivel de rivales como el Honda Civic Type R (200 CV), Seat Ibiza Cupra 1.8 20 VT (156 CV), Renault Clio 2.0 16v Sport (169 CV) o el Alfa Romeo 147 2.0 16v (150 CV), aunque solamente en eficacia y comportamiento, pues se quedaba un paso atrás en prestaciones. Richard Hammond -ex Top Gear- le dedicó un episodio frente a la competencia, no os lo perdáis.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...Su estética nadaba entre aguas horteras plagadas de ordinarieces, la prolífica ola de chonituning jicharro le hizo daño. Mal baño. Sin embargo, este vehículo presentaba un desarrollo bien equilibrado: gallardete por fuera (colores llamativos con objetos adosados en todos lados) y macarrilla por dentro (parco, duro y tragón).