Coche del día: SEAT 1430 diésel SAVA

Coche del día: SEAT 1430 diésel SAVA

Uno de esos coches que era común ver entre los taxitas


Tiempo de lectura: 3 min.

El SEAT 1430 diésel con motor SAVA es un ejemplo de la turbulenta historia de los motores alimentados por gasóleo. Costó que fueran considerados una opción incluso por las marcas, pues quien quería un diésel tenía que recurrir a una empresa externa, y cuando se logró que fueran considerados y además, dominaran el mercado, los tejemanejes de un fabricante acabó por borrar del mapa, o casi, la tecnología inventada por Rudolf Diesel.

Los motores diésel, por lo general, siempre han sido populares entre los que buscaban contención de costes, ya fuera por trabajo o por motivos personales, aunque en sus primeras iteraciones, había que aceptar una reducción de las prestaciones. No obstante, si en la década de los 70 eras taxista, ¿acaso interesaba correr o era mejor llevar a tus pasajeros económicamente y cómodamente?

Pues esa fue la función de los SEAT 1430 SAVA, la de taxi, aunque, claro está, hablamos en sentido general. El SEAT 1430 con motor diésel SAVA también se podía ver en manos de particulares, aunque eran menos los que escogían esta opción. Por un lado, por desconocimiento, por otro, porque no era una opción que la propia marca ofreciera en su catálogo y por poner otro ejemplo, porque el agrado de uso de estos motores no era, ni de lejos, el agrado de uso que alcanzó el motor diésel durante los primeros años del Siglo XXI.

seat 1430 sava (2)

El 1430 SAVA estuvo disponible entre 1972 y 1980, unas fechas durantes las que también se podían adquirir con motores diésel Perkins. Quien quería uno de estos coches con motor a gasóleo, tenía que hacerlo una vez estuviera el coche fuera del concesionario y obligaba a una serie de modificaciones para adaptar el coche para acoger uno de diésel SAVA –bloque de 1,5 litros y 44 CV–.

De primeras, había que sustituir el embrague y toda su envolvente exterior, se instalaba un aforador con retorno, había obligación de instalar un depresor movido por poleas en el motor para el servofreno. Por supuesto, el sistema de refrigeración recibía nuevos elementos, y aparecían cosas como nuevos cables, calentador incandescentes y un pulsador para activarlos.

El motor pesaba 190 kilos, 83 kilos más que el original, lo que obligaba a montar muelles delanteros más firmes y se cambiaba de posición el travesaño de la suspensión delantera –por delante del cárter–.

Dentro, a los mandos, pocas variaciones se podían encontrar. La instrumentación, por ejemplo, perdía el tacómetro, pues el cuentarrevoluciones de serie emplea impulsos eléctricos para su funcionamiento y el motor SAVA no los tenía. A la izquierda de la barra de dirección se situaba el mando de pare, mientras que en la parte inferior del tablero se instalaba el botón para los calentadores.

seat 1430

Las revistas de la época, como Velocidad en su número 551 publicado en abril de 1972, afirmaban que además de alguna situación peculiar con los operarios de las gasolineras, el SEAT 1430 diésel SAVA necesitaba 28 segundos para recuperar de 70 a 110 km/h en cuarta, al tiempo que lograron una velocidad máxima de 130 km/h “de velocímetro”, aunque su velocidad de crucero más adecuada era entre 110 y 115 km/h.

Un detalle que a los usuarios de motores diésel del Siglo XXI se les pasa por alto, aquí tenía especial importancia: los calentadores. Para lograr un buen arranque había que calentar las cámaras de combustión, y en el caso que nos ocupa, eran necesarios más de 10 segundos para obtener un arranque del motor correcto tras haber estado muy tiempo parado.

Se desconoce cuantas unidades montaron motores SAVA, pero cada día hay menos conservados, pues muchos aficionados al modelo les instalan el motor original en lugar de mantener el diésel de SAVA.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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