El Audi S6 Plus apareció por primera vez entre mediados y finales de los 90, una versión que no solo era la más prestacional de la gama, también supuso una agradable sorpresa, siempre según la prensa de la época, por su combinación de argumentos, así como por el resultado final de dicha combinación. Su desarrollo corrió a cargo del equipo de quattro GmbHy como cabe esperar, era muy veloz.
Las versiones “S” de Audi son el simple resultado de un empeño que duró muchos años: ponerse a la altura de BMW y Mercedes y, a ser posible, pasarles por encima. La compañía alemana había lanzado coches como el Audi quattro, el Audi S2 o el deseado Audi RS2 con el claro objetivo de ofrecer coches muy prestacionales, pero también, la de ganarse una imagen “de marca premium”. Un objetivo que, por cierto, no es ni mucho menos sencillo, aunque tengas los medios.
A finales de los 90 ya se había ganado un hueco entre los dos gallitos alemanes con todo el derecho del mundo, gracias a modelos con imagen, con calidad y con prestaciones. Sobre todo a esto último, pues un coche “de calidad”, lo hace casi cualquiera, pero un modelo de altas prestaciones que sea realmente bueno es otro cantar.
Con el Audi S6 Plus, la firma alemana se plantaba frente a modelos como el Mercedes E50 AMG, el Jguar XJR y por supuesto, frente al BMW M5, todos ellos modelos de muy altas prestaciones que se habían ganado el respeto de todo el sector del automóvil y a los que Audi pretendía superar. Fernando Gómez Blanco, decía en la revista Automóvil, en el número 227, que “el Audi S6 Plus lo tiene todo para poder militar en tan selecto grupo –haciendo referencia a los coches antes mencionados–. Corre como una bala, se sujeta a la carretera como una lapa, está suntuosamente acabado y ofrecer un confort de primera clase”.
Lo definían como “lobo con piel de cordero”, pero si sabes donde mirar, el Audi A6 Plus no era un cordero…
El audi S6 Plus, que empezó a recorrer las calles en 1996, era el adiós de la generación C4 del Audi A6, el que fuera poco antes el Audi 100. Y por ello, era el máximo exponente del modelo gracias a un motor contundente, al sistema de tracción total y a toda una serie de factores que hicieron del sedán, como dicen en la revista antes mencionada, un “lobo con piel de cordero”. Sirva de ejemplo los 220,31 km/h tras 1.000 metros de aceleración.
Bajo el capó se escondía un V8 de 4.172 centímetros cúbicos de carrera larga –84,5 por 93 milímetros para diámetro y carrera respecetivamente–, inyección electrónica Bosch Motronic, admisión variable, dos catalizadores… Las cifras que se obtenían eran de órdago en la época: 326 CV a 6.500 revoluciones y 40,81 mkg –400 Nm– a 3.500 revolucines. La caja de cambios era manual de seis relaciones y los desarrollos no eran especialmente largos, con una quinta de 32,87 km/h a 1.000 revoluciones y una sexta de 38,59 km/h a 1.000 revoluciones.
La revista Automóvil obtuvo registros que delataban las verdaderas capacidades del Audi S6 Plus. El 0 a 100 km/h lo completaba en 5,95 segundos, los 400 metros con salida parada los hacía en 14,09 segudos y los 1.000 metros, también con salida parada, se completaban en 25,75 segundos. La velocidad máxima era de 256,48 km/h y, por poner un ejemplo más, los 400 metros desde 40 km/h en sexta los completaba en 17,11 segundos.
Un buen coche no es solo prestaciones y el Audi S6 Plus ofrecía mucho más que buenas cifras. Su margen de utilización es muy amplio, con un motor que podía trabajar a 1.000 revoluciones o alcanzar las 7.000, donde se había situado el corte de encendido. Definieron los consumos como buenos para el tipo de motor y el coche, con una media de 11,09 litros en conducción “normal” y nada menos que 20,50 litros cada 100 kilómetros en conducción deportiva. Un tipo de uso que, por cierto, el coche aceptaba de buena gana.
De todas formas, unos consumos elevados no son importantes para alquien que se gastaba 10.700.000 pesetas en 1996. Son 64.308 euros de entonces, unos 122.340 euros si añadimos el IPC desde entonces hasta 2024…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS