Como diría Thanos, “es inevitable”. Las altas esferas mundiales tienen entre ceja y ceja que la solución al calentamiento global y demás problemas medioambientales está en electrificar todo el parque automotriz. Así, con Europa a la cabeza, dejaremos de ver coches nuevos con mecánicas de combustión interna. Sin embargo, ya han sido muchos los fabricantes que han ratificado su negativa, así como distintas asociaciones del sector.
La última de ellas ha sido la Asociación Madrileña de Distribuidores de Automoción (AMDA), que defiende un modelo de sociedad sostenible, con una movilidad medioambientalmente amable, eficiente y poco o nada contaminante, pero alcanzándolo siempre con un criterio real y utilizando las herramientas que ya tenemos a disposición, algunas de las cuales han supuesto fuertes inversiones en I+D por parte de la industria, de los fabricantes y del sector de la automoción español y europeo.
“Tras la limitación anunciada para 2035, de la venta en Europa de vehículos propulsados con motores térmicos de gasolina o diésel, en AMDA mostramos nuestra preocupación por el modo en el que se están haciendo las cosas sin escuchar la realidad que viven los usuarios, los clientes de un sector que tiene un gran peso en la economía española y europea”, señala Carlos Bustillo, presidente de AMDA. Porque no todos los ciudadanos tenemos la capacidad real para acceder a un vehículo eléctrico.
La oferta de infraestructura para recarga de vehículos eléctricos está muy lejos de ser la óptima y necesaria para garantizar la demanda del parque actual
“Entendemos que es la mejor forma para que el mercado siga avanzando positivamente sin verse afectada la industria y las cifras de matriculaciones. No podemos imponer el vehículo eléctrico y menos limitando o prohibiendo el acceso a otro tipo de motorizaciones”, matiza. “Somos conocedores de que tenemos que ayudar para cambiar el modelo actual, que es muy contaminante y hay que mejorarlo, pero no creemos que la solución sea prohibiendo y limitando con esta radicalidad”, apunta.
“La cuantía económica que representa [adquirir un coche eléctrico] ya es más alta de lo que cuesta un coche de motor térmico. El problema real que tiene la gente es que vive o trabaja en edificios en los que las infraestructuras no están creadas para dar solución de recarga al coche eléctrico”, cita Bustillo. “Hablamos de edificios sin garaje, donde los dueños deben de dejar el coche aparcado en la calle y tienen que recargarlo de algún modo. Algo que a día de hoy es muy complicado, especialmente en núcleos urbanos, y no parece que tenga una solución rápida y efectiva en los próximos años”.
2023 debería ser un año para que la industria del motor recupere su peso, pero España se encuentra a la cola de Europa para el desarrollo óptimo y lógico de la movilidad eléctrica
“El peso de matriculaciones de vehículos eléctricos es ahora mismo del 2 %, que representa un dato testimonial. Es cierto que también se venden cada vez más vehículos híbridos y los híbridos enchufables, pero en electrificación pura vamos muy por detrás. Para cumplir con lo que nos pide o, mejor dicho, nos impone Europa, el Gobierno español tiene que actuar ya, facilitando ayudas que favorezcan el acceso a los usuarios, creando más infraestructura de recarga pública e implantar una fiscalidad que mueva por convicción y no por obligación”.
Un futuro totalmente eléctrico a 15 años, como se pinta ahora por obligación, es un futuro muy inmediato. Porque todo lo que hemos desarrollado en los últimos años en materia de I+D para crear las mecánicas de combustión más eficientes de la historia, se va a ir al garete en unos años. Y, ahora, encima se exige a la industria que invierta mucho más en I+D para desarrollar motores eléctricos, baterías eficientes y ligeras, y con gran autonomía. Eso, a la vez que se abandona radicalmente la combustión interna… 10 años no es tanto tiempo.
Solo en España, actualmente los vehículos con motores diésel, representan casi el 60 % del parque automovilístico, frente a un 2 % de los puramente eléctricos
“La gente, el usuario, tiene mucho miedo, muchas dudas, de que va a pasar con los precios de la electricidad. La gente nos dice que ahora está pagando un 40 % más en sus facturas de la luz, generando incertidumbre. La decisión de adquirir un coche representa una inversión muy alta para muchas familias, la segunda por detrás de la casa, y tenemos que dar libertad de opciones, precios asequibles, facilidades y tranquilidad para el futuro”, opina Bustillo. Es decir, hacer del coche eléctrico más viable para la gran mayoría.
Porque es una realidad que a todos nos parece “muy bonito, muy sano, muy ecológico… pero las verdades son que los vehículos eléctricos cuestan mucho dinero, tienes que invertir también en poner en algún sitio un cargador y no siempre tienes el espacio necesario”. Esto se refleja en la falta de puntos de recarga en las vías públicas, en calles y carreteras. Y dado que no hay tanta regulación al respecto, las empresas que vienen a montar los cargadores te cobran lo que quieren por el kilovatio, desde 0,80 a 1,50 euros.
A día de hoy, solo el 5 % de vehículos que se producen en España podrán venderse a partir del 2035, algo que afectará sustancialmente a la economía de nuestro país
Muchos estaréis pensando ahora que una solución para este reto medioambiental pasa por invertir más en vehículos propulsados con hidrogeno, por instalar hidrogéneras que estén subvencionadas por los estados y que se instale, al menos, una hidrogénera en la población en que se habites. Pero, la realidad es que apenas hay fabricantes que apuesten por este combustible (BMW y Toyota, básicamente), y solo tres estaciones de servicio que lo ofrezcan (Barcelona, Madrid y Sevilla). ¿Y qué pasa con el resto? ¿Se tienen que aguantar?
“Nadie ha pensado en el daño tan terrible que esta decisión hace a la industria al tener que frenar radicalmente las producciones y fabricaciones de vehículos térmicos, incrementando aún más su inversión en I+D y anulando los efectos ya conseguidos por inversiones previas”, manifiesta Bustillo. “Esta imposición europea y la pasividad de los gobiernos nos va afectar negativamente a todos”, indica el presidente de AMDA, apelando también a incrementar los tiempos medios, que ahora son de seis meses, para poder comprar un coche nuevo.
Con las demandas de la UE y el Gobierno poniendo la mejilla, el parque nacional, que este año coqueteará con los 14 años de media de antigüedad, el problema solo se agravará
Otro dato curioso: el parque automovilístico español ha aumentado su edad notablemente durante esta etapa “post-Covid”, pasando de 11,5 años en 2015 a 13,5 años registrados en 2022. Con la incertidumbre actual, lo que no puede decir Europa, de una manera tan radical, es que en 2035 se acaba todo lo demás sin dar garantías de lo que va a pasar realmente con el coche eléctrico a día de hoy. Por eso, ahora la mayoría optamos por lidiar con nuestros coches actuales todo el tiempo que nos dure y podamos estirarlo.
“El reflejo de esta situación lo tenemos en las ciudades europeas donde está aumentando el número de coches antiguos, contaminándolas más. Estamos consiguiendo todo lo contrario. El cliente ahora mismo busca su refugio en lo que le ha funcionado toda la vida, adquiriendo la etiqueta B, tremendamente contaminantes, ‘lo utilizo tres o cuatro años y luego lo vendo o lo tiro porque me sale muy barato’, nos comentan muchos usuarios. Y, mientras, seguimos contaminando. No tiene sentido”, defiende Bustillo.
Quieren que compremos coches eléctricos bastante caros con una escasa infraestructura de puntos de recarga y aún con cierta desconfianza sobre sus baterías a largo plazo
Que levante la mano aquel que no vea jod*** algo complicado que todo salga tal y como planean los directivos de la UE: en 2035 todos el mundo tiene un coche eléctrico, obligamos a los fabricantes a olvidarse completamente de lo que han estado haciendo durante más de un centenario, les obligamos a invertir cuantiosamente, y claro, luego nos lo cobran a una tarifa en la que no pierdan beneficios. Una tarifa que la gran mayoría de la gente no puede afrontar de primeras y a las que se les prohíbe cada vez más usar su coche.
No es una declaración en contra de la movilidad eléctrica, pero es justo decir que también hay que contemplar todas las posibilidades en las que el cliente pueda optar por energía más limpia, como bien puede ser la electricidad, el hidrogeno o el combustible neutro en carbono (sintético). Y que todo se haga de manera natural, sin forzar nada. Como concluye Bustillo, teniendo en cuenta que es una inversión que no va a estar al alcance de todos por igual, los gobiernos no tendrían que anteponer esa necesidad al usuario.
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.En España hay ahora una potencia instalada de unos 120 GW. Para cargar 32 millones de vehículos a 7 kW de media se necesitan 224 GW adicionales. ¿Triplicar la generación eléctrica en 10 años? Inviable, así que el plan no es la “yihad” climática: es que no poseamos coches.
Toda la vida diciendo que no hay que poner todos los huevos en la misma cesta, y van ahora…