Coche del día: Skoda 110 Super Sport “Ferat” (724)

Coche del día: Skoda 110 Super Sport “Ferat” (724)

Un coupé que nunca desearás conducir, y menos por la noche


Tiempo de lectura: 5 min.

El Skoda 110 Super Sport fue un prototipo presentado por la marca checa en el Salón del Automóvil de Bruselas de 1971. Su exclusividad se basaba en ser el primer y único modelo de Skoda con una puerta inclinable hacia arriba, con el parabrisas y el techo, como la carlinga de un avión de combate. Su aerodinámica carrocería estaba construida en fibra de vidrio. Solo se materializó una unidad.

Retrocedamos un par de años en el tiempo. En 1970 el fabricante checo lanzó al mercado el Skoda 110 R Coupé, un conocido deportivo de su gama. Su preparación y homologación para participar en rallies fue notable y su éxito animó a la marca a presentar un nuevo prototipo evolucionado en 1971, el Skoda 110 Super Sport (724).

Partiendo del 110 R, este Super Sport se caracterizaba, aparte del acceso al habitáculo por la especie de carlinga aeronáutica, por llevar un motor central trasero y presentar un afilado diseño que recordaba poderosamente a modelos de la tendencia en cuña (wedge style) como el Lancia Stratos Zero o el Lamborghini Countach, salvando las distancias. Fue obra del diseñador de vestuario checo Theodor Pistek, y Checoslovaquia continuaba siendo de la URSS.

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Skoda 110 Super Sport en el Salón de Bruselas (1971)

En un principio se pensó en instalar una hilera/barra de seis faros de tipo escamoteable, idea que se abandonó en favor de unos faros convencionales. Detrás llevaba dos hileras de pilotos redondos, un total de 16, seis en la hilera de arriba en grupos de tres separados por el espacio de la placa de la matrícula, y 10 abajo, de los cuales 4 eran luces y los seis restantes, salidas de aire. Gracias a la mencionada carrocería de fibra de vidrio su peso no alcanzaba los 900 kg.

Basado en el Skoda 110 R, se adoptó su motor de cuatro cilindros y 1,1 litros de cilindrada, con 73 CV. El acceso al habitáculo se realizaba a través de una carlinga que integraba puertas, techo y parabrisas delantero

También adoptó del 110 R la mecánica, un motor de cuatro cilindros en línea y 1,1 litros que entregaba la discreta potencia de 73 CV. Su velocidad máxima oficial era de 180 km/h, pocos para un supuesto coupé de aspiraciones deportivas, pero sobrado comparado con el parque móvil que circulaba por los países en la órbita de la Unión Soviética.

Tras su puesta de largo en Bruselas no caló entre los visitantes como deportivo por sus bajas prestaciones, y cayó en el olvido. Así perduró hasta que una década después un estudio cinematográfico nacional se acordó de él y quiso recuperarlo para ser el protagonista de una “peli” de miedo.

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Skoda 110 Super Sport (1971)

De nombre “Upír z Feratu”, algo así como “El vampiro de Ferat” en checo, estaba basada en una novela de ciencia ficción del escritor Josef Nesvadba de título “Vampires Ltd”. El director del film fue Juraz Herz, un hombre conocido en los festivales de Berlín o Cannes. No obstante, la película tiene unos tintes de “serie Z” importantes.

A nivel estético el Ferat vampírico se adaptó para resaltar un aspecto maléfico y agresivo, una criatura de la noche. Pintado de negro riguroso y detalles rojos, con un inmenso alerón trasero, su corazón no era mecánico, sino orgánico. Para alimentarlo no había que pasar por la gasolinera, bastaba con pisar el pedal del acelerador y el coche te dejaba seco, sin una gota de sangre (como muchos V12). Los conductores eran de un solo uso.

La obra checa es anterior a “Christine” (1983) de Stephen King, cuyo protagonista fue el Plymouth Fury más chungo de la historia

Viendo el título de la película nos imaginamos la metamorfosis que sufriría el coche. El guion de la susodicha exigía un deportivo nada convencional y el sistema de acceso al habitáculo convenció mucho al director y al equipo de producción. Se le sometió a una profunda sesión de maquillaje, sustituyendo su celestial color blanco por un maléfico negro con detalles en rojo sangre. Los grupos ópticos traseros se dejaron mucho más convencionales.

También se le añadió un inmenso alerón siguiendo la moda de los grandes superdeportivos del momento, y se sustituyeron los paragolpes. Para algunas escenas nocturnas se le añadieron una batería de luces adicionales para reforzar su imagen de coche de rally. Sus llantas multiradios BBS doradas le daban una nota de color.

El argumento era flipante, y era más o menos el siguiente: un fabricante de coches extranjero reclutó a una enfermera -de nombre Mima- como piloto de rallies y la puso al mando del Ferat Vampir RSR.

Este “vampírico” deportivo no se alimentaba con zumo de dinosaurio como podemos imaginar, sino con zumo de ser humano, o sea, sangre calentita y recién obtenida a través del pie derecho del conductor -conductora en este caso- cada vez que aceleraba. Queda claro que los conductores duraban poquito al volante.

Si te parece poco friki el argumento, alucinas con unas imágenes donde aparece un capó palpitante en cuyo interior se oculta una especie de corazón, y además hambriento, ¡alucinante! El filme se proyectó por primera vez en 1982. De acuerdo a IMDB, ni el videoclub más cutre de España recibió nunca una copia, pero sí se proyectó en EEUU, Alemania Occidental (RFA), Japón, Hungría o Francia.

No deja de ser una idea original para un guion de una película de terror de serie B/Z, y además sirvió para recuperar del olvido a un modelo cuando menos interesante. Hoy en día permanece en el museo de Skoda en la ciudad de Mladá Boleslav con el nombre de Skoda 110 Super Sport “Ferat”, en honor a la película. En el museo versión virtual podéis encontrarlo en “cronología de modelos”.

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Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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Javier Costas
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Este debe ser el coche del día más WTF que hemos publicado. La historia es rocambolesca como ella sola. Los años 80 no habrían sido tan míticos sin las películas cutres, tenían su encanto.


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