Coche del día: Ford Taurus SHO

Coche del día: Ford Taurus SHO

Vendido solo durante tres años en Estados Unidos, tenía un V8 desarrollado por Ford, Cosworth y Yamaha


Tiempo de lectura: 4 min.

Seguro que no te has dado cuenta, pero los coches de los 90 ya empiezan a tener edad suficiente para ser considerados clásicos. Sí, todavía falta que los aficionados lo acepten y que dejen de verse tanto por las calles –todavía se ven infinidad de coches matriculados en los 90–, pero la edad es la que marca este camino y hay coches como el Citroën Xsara, que por su éxito, por su importancia y por el tiempo que estuvo a la venta, es todo un clásico popular por derecho propio.

Pero en esta ocasión no vamos a hablar del Citroën Xsara, aunque sí de un coche matriculado en los 90. Como dato importante, decir que no se vendió en Europa, solo en Estados Unidos, un detalle que, por otro lado, no le quita interés. En esta ocasión nos vamos a centrar en el Ford Taurus SHO, aparecido en el mercado estadounidense allá por 1996 y estuvo a la venta hasta 1999.

El Ford Taurus fue un coche con bastante éxito en los Estados Unidos y era sencillo cruzarse con alguna unidad por la carretera. Y eso que su versión de los años 90 no era especialmente atractiva visualmente hablando. La denominación Taurusha estado en liza hasta 2019, cuando Ford decidió darle final y no volver a emplearla en coches de producción, al menos de momento, pues cabe recordar que la firma norteamericana lo apuesta todo a los SUV tanto en Estados Unidos como en Europa –a ver que pasa cuando los SUV dejen de ser interesantes comercialmente hablando…–.

ford taurus sho (5)

Allá por los 90, la tercera generación del Ford Taurus hacía acto de presencia y representaba el típico sedán “de familia”, que no buscaba ser el más deportivo ni el más atractivo. En algunos medios norteamericanos afirman que tiene silueta de gominola y en otros, de pez muerto, una definición un tanto exagerada para un coche que, ciertamente, no es el más atractivo del mercado, pero tampoco el más feo. Aun así, contó con una variante que podemos considerar como deportiva, el Taurus SHO –Super High Output–, y representa la única ocasión en la que un Taurus montó un bloque V8.

Pero no solo es una rareza por su motor, sino porque no se vendió igual de bien que en otras generaciones. Es un coche que no se ve tan a menudo, aunque esconde ciertos motivos que hacen lógica su rareza.

Dejando a un lado su línea exterior, lo que esconde bajo el capó es bastante curioso. SE trata de un bloque V8 desarrollo por Ford junto a Yamaha y a Cosworth. Se tomó como punto de partida el Ford Duratec y entre otras cosas, contaba con bloque de cilindros y culatas de aluminio, así como cuatro válvulas por cilindro y distribución por cadena. Ford se encargaba de fabricar los bloques de cilindros mediante un proceso patentado por Cosworth, para luego ser enviados a Japón, donde Yamaha terminará de fabricar el motor. Los motores terminados se enviaban a la planta de Atlanta, donde se fabricaba el Ford Taurus y sus diferentes versiones.

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El motor tenía 207 pulgadas cúbicas, o dicho de otro modo, 3.392 centímetros cúbicos. Podía funcionar con gasolina de 93 octanos y rendía 235 CV a 6.100 revoluciones y un par de 312 Nm a 4.800 revoluciones. Solo se ofrecía con cambio automático de cuatro relaciones y era un motor diseñado expresamente para este coche, no se usó en ningún otro modelo.

No obstante, había un problema con este motor: las ruedas dentadas del árbol de levas, que fallan sin remedio antes de alcanzar las 50.000 millas, unos 80.500 kilómetros. La solución es soldar las ruedas dentadas a los árboles de levas, pero claro, cuando el coche salió al mercado, los usuarios no conocían este detalle y cuando se daban cuenta de ello, ya era muy tarde.

Este detalle, su falta de cambio manual y su particular estética, hicieron que el Ford Taurus SHO no tuviera un éxito destacado, como si tuvieron otras generaciones del modelo.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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