Esta semana Citroën anunciaba el cese de la producción de uno de sus modelos más populares de las últimas dos décadas: el Picasso, aunque desde hace unos meses se ha estado llamando C4 Spacetourer. Fue el monovolumen compacto más vendido en 2018, quizá el más práctico entre los cinco plazas, y uno de los pocos supervivientes de una categoría que ha ido cediendo poco a poco a los SUV.
Por eso hoy hablaremos del pionero entre los monovolúmenes compactos en Europa: el Renault Mégane Scénic lanzado en 1996 y que fue un verdadero pelotazo. Y como siempre que ocurre algo parecido, las marcas rivales reaccionaron y en unos pocos años el segmento se inundó con una avalancha de modelos con los que prácticamente todas las marcas generalistas querían ganarse su trozo de pastel.
Pero se dice que quien golpea primero lo hace dos veces, y Renault se mantuvo como líder durante bastante tiempo. Las claves de la marca con el Scénic eran claras: optimizar el espacio en un tamaño contenido y aumentar la versatilidad de un turismo tradicional. Basado en la primera generación del Mégane, el Scénic era igual de largo, con una longitud de 4,13 metros, pero más ancho (20 milímetros adicionales) y, sobre todo, más alto, hasta llegar a 1,6 metros.
Esto permitía una postura de conducción elevada, así como una sensación de amplitud superior por estar sentados más arriba y ganar centímetros hasta el techo. Asimismo, en el caso del modelo de Renault, se jugaba con los espacios bajo el suelo para ofrecer huecos por todos lados para guardar objetos.
Otro punto a su favor, y que no todos sus rivales copiaron, fue la modularidad de sus asientos. En las plazas traseras se ofrecían tres butacas individuales abatibles y deslizantes, si bien la central era algo más estrecha. Podían desmontarse y cabía la posibilidad de desplazar los laterales hacia el centro, aunque formaba parte de un pack opcional. Por su parte, el maletero cubicaba 410 litros que no resultaban espectaculares, sobre todo comparados con los 550 litros que homologó Citroën en el Xsara Picasso. Al menos sus formas cúbicas resultaban muy aprovechables y la bandeja podía colocarse a dos alturas para distribuir la carga.
Al comienzo de su andadura comercial (tardía en España con respecto a la fecha prevista por el éxito del Scénic en otros mercados), estuvo disponible con dos versiones de gasolina y una diésel. Entre los primeros, había un 1.6 de 90 CV y un 2.0 con 115 CV. El grueso de las ventas se lo llevaría la versión de gasóleo, un 1.9 aún con inyección indirecta y 95 caballos de potencia, sustituido al cabo de unos meses por el dTi de 100 CV. Debido al superior peso y una aerodinámica menos favorable (tenía un Cx de 0,33) las prestaciones se veían mermadas con respecto a la berlina, mientras que la media de consumo aumentaba en torno a un litro según cifras oficiales.
Con el comportamiento ocurría lo mismo por la pura ley de la física y la gravedad, pues como decía, la principal diferencia con respecto a otro Mégane recaía en la altura. Sin embargo, podían mantenerse buenos ritmos sin perder sensación de seguridad, notándose los balanceos de la carrocería en curvas más cerradas debido también a unas suspensiones tirando a blandas que redundaban en el confort, que era lo esperable en un coche como el Scénic.
En cuanto a la postura de conducción, al margen de ir sentados más altos que en un turismo, requería de un periodo de adaptación por una posición del volante algo más horizontal y la colocación de las piernas menos estiradas que en un coche más bajo. El salpicadero y la mayoría de los mandos se tomaron tal cual de otros miembros de la familia Mégane.
Inicialmente, el Scénic se combinó con dos niveles de acabado denominados RN y Alizé. El segundo incluía aire acondicionado y faros antiniebla de serie, pero elementos como el airbag del acompañante o el ABS eran opcionales. El aumento de tarifa con respecto a la berlina variaba según versiones, moviéndose en el entorno de los 600-700 euros de la época, lo cual resultaba un precio asumible y justificado por las ventajas en espacio y modularidad.
Como fundador del segmento, el Mégane Scénic reinó a sus anchas durante un par de años hasta la llegada de rivales tan exitosos como el Picasso o Zafira, y otros menos populares, pero que también intentaron rascarle ventas. No obstante, Renault jugó bien sus cartas y en 1999 lanzó un acertado restyling que modernizó su imagen con colores más vistosos para la carrocería, así como la introducción de los motores multiválvula de gasolina.
Veinte años después la marca del rombo se adaptaba a los nuevos tiempos lanzando una cuarta generación con rasgos de crossover, algo que Citroën no ha hecho en el Picasso, pero sí en el Berlingo III, quizá su sucesor y el futuro de los vehículos polivalentes «para todo uso».
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.También pionero su hermano todocamino, el 4×4. A él se le podría atribuir la primera espora SUV germinando campo a través de un turismo.
Creo que eso de que era un pionero es MUY relativo: https://espirituracer.com/reportajes/que-es-realmente-un-suv-cual-fue-el-primer-suv/
Que tiempos aquellos, con un Megane Scenic Fase II como coche de autoescuela. Andaba bastante bien y de hecho, pese al empeoramiento aerodinámico que suponía el cartel en el techo, no perdía comba frente al resto de vehículos a la hora de rodar por autopista, ni tampoco en ciudad al salir de los semáforos. Sobre todo en aquella época, Septiembre de 2002, que casi todas las autoescuelas de Oviedo usaban los Ibiza SDi con 64 mulas. Una de las pocas excepciones era un Clase E (W210) que decían que pertenecía al Opus… De forma que los que éramos de fuera… Leer más »
Yo subí en uno de taxi en Polonia, más de 300.000 kilómetros. Pedía el cochecito a gritos que lo desguazaran ya de una vez por todas
Mi autoescuela debía ser muy pija, Golf 1.9 TDI de 115 CV. A 1.300 que me salió el carné lo veo ahora razonable…
La matricula creo que era BCR, lo que le daría una antigüedad de casi 2 años, pero no recuerdo el kilometraje. En todo caso, teniendo en cuenta el tipo de uso que se le daba me pareció que estaba como recién salido del horno. Me toco el Scenic pero se que tenían un par de Almeras 2.2 Di y un Leon TDi FR (¡¡el de 150 cv!!), pero ese nunca lo vimos trabajando… Como tampoco al Sierra Cosworth que tenía el dueño para correr en rallys y subidas ? Por precios, 120 de matrícula, 72 por tasas de tráfico y… Leer más »
Pues no entiendo cómo elegian ese coche como autoescuela, pues la postura de conducción era bien distinta a la de un turismo. Al menos yo lo recuerdo con el volante “afurgonetado”
Pues si, el volante quedaba más bajo y horizontal y eso creo que puede considerarse una ventaja: es casi imposible que puedas agarralo por dentro, por lo que si llegabas con el vicio adquirido, tenías que sacártelo como fuese.
También su puesto de conducción era más elevado y proporcionaba mejor visibilidad. Para los novatos bien podría ser un punto a favor…