Coche del día: Maserati Barchetta

Coche del día: Maserati Barchetta

En 1991 Maserati se reconcilió con sus esencias gracias a esta barchetta con la copa monomarca como objetivo


Tiempo de lectura: 5 min.

Que la Maserati Barchetta se crease en 1991 proviene de un contexto muy particular. En concreto de lo que supusieron los ochenta para la marca italiana, la cual había basado casi todos sus nuevos modelos en variantes y evoluciones realizadas a partir del Biturbo de 1981. Un vehículo que rompía con la tradición de motores atmosféricos en posición central para abrazar la turbocompresión y el esquema de motor delantero con propulsión trasera. Una verdadera revolución para Maserati. Ya que facilitó la fabricación a gran escala gracias a lo compacto y versátil de los Biturbo llegando a facturar más de 40.000 unidades.

Sin embargo, no todo fueron buenas noticias en los despachos de Módena. Respecto a su oferta en diversos segmentos lo cierto es que el de las berlinas estaba quedando descuidado con un Quattroporte III lanzado en 1979 evidentemente anticuado. Y eso por no hablar de que seguía faltando un GT de altos vuelos aunque sólo fuera para servir como imagen de marca y escaparate tecnológico. Así las cosas, Maserati parecía estancarse con los derivados del Biturbo. Contando además con una preocupante falta de fiabilidad que la hizo desaparecer del mercado norteamericano a finales de los ochenta.

De esta forma, la empresa del tridente cayó bajo el control de De Tomaso como prólogo a su absorción definitiva por FIAT en 1991. Años de transición en los que la supervivencia de Maserati pasaba por redescubrir su identidad para posicionarse en el mercado a través de una gama totalmente renovada. Hecho que finalmente se culminó a comienzos del siglo XXI, con la presentación del Coupé / Spyder y el Quattroporte V en 2002 y 2003 respectivamente. No obstante, en 1991 la Maserati Barchetta supuso un ensayo para volver a los tiempos dorados de la marca gracias a su innovación tecnológica y afán por las carreras.

A finales de los ochenta Maserati no sólo se encontraba sumida en una crisis de creatividad con su gama demasiado basada en el Biturbo, sino que también planteaba serios problemas de fiabilidad mecánica

Maserati Barchetta, pensado para la copa monomarca

En 1960 la presentación del 3500 GT supuso un punto de inflexión para Maserati, dejando de ser una fábrica artesanal centrada en coches de competición para contar con una cadena de montaje en serie y modelos de alta gama deportiva con el día a día en la mirilla. De esta forma, la empresa de Módena usó el prestigio ganado en las carreras como soporte para saltar a las ventas masivas. No obstante, esta operación requería seguir alimentando recurrentemente la imagen de Maserati en los circuitos.

Algo que puede hacerse fácilmente con una copa monomarca, siendo una de las estrategias usadas para el rediseño de su imagen corporativa a comienzos de los noventa. Llegados a este punto, se planteó un calendario con 16 carreras mayoritariamente convocadas en circuitos italianos durante 1992 y 1993. Pero, ¿con qué modelo se deberían competir? La respuesta fue la Maserati Barchetta. Una creación pensada por y para la competición con la que la marca buscaba sintonizar de nuevo con sus dorados años cincuenta. Para ello primó la ligereza con un chasis de aluminio en columna central.

Justo a la manera de Lotus con los Elan o De Tomaso con el Mangusta. Sobre éste se montó una mecánica en posición central-trasera capaz de entegar 315 CV gracias al V6 de dos litros y 24 válvulas. Todo ello conectado a una transmisión manual de seis velocidades para llevar la potencia al suelo con el toque de unas suspensiones de geometría similar a la usada en la F1. Para rematar el conjunto, la Maserati Barchetta se vistió con una carrocería en paneles de fibra de carbono diseñada por el atrevido Carlo Gaino – responsable del Lancia ECV2 -.

Maserati Barchetta 4

Se pensó en hacer una versión para calle con el prototipo Stradale, pero los problemas de homologación echaron atrás un proyecto en el que había grupos ópticos de un FIAT Coupé

Respecto a las prestaciones, este modelo de competición conseguía poner sus 775 kilos en báscula a una punta de 290 kms / h. Sin duda una cifra más que reseñable. Especialmente teniendo en cuenta cómo Maserati había abandonado durante demasiados años la construcción de coches de carreras. De éste se fabricaron 16 para el trofeo monomarca más dos prototipos, siendo uno de ellos el Stradale. Con el cual se pensó en una posible versión para calle de la Maserati Barchetta. Idea finalmente desechada por las dificultosas adaptaciones que planteaba su homologación, llegando a utilizar incluso los grupos ópticos de un FIAT Coupé. De todos modos, el De Tomaso Guará se basó tanto en nuestra barchetta protagonista que – con ciertas reservas – puede definirse como su continuación en las calles. Un final imprevisto para el modelo con el cual Maserati confirmó no haber perdido la capacidad de hacer deportivos tan espectaculares como los vistos en los años cincuenta.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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