El Wiesmann MF5 es como un traje a medida del automovilismo

El Wiesmann MF5 es como un traje a medida del automovilismo

Deportivos con olor a años cincuenta


Tiempo de lectura: 3 min.

Hace mucho que no tenemos noticias de la pequeña marca alemana Wiesmann, pero hay que reconocer que estos deportivos con olor a años cincuenta no están exentos de detalles de buen gusto. Su última obra, el Wiesmann MF5, nacido a las afueras de Dülmen, una región alemana de alrededor de 50.000 habitantes, es una oda a los coches a medida que mezcla elegancia y deportividad. Hoy vamos a intentar conocer un poco más Wiesmann MF5, el traje a medida del automovilismo y recrearnos en sus detalles.

Hace exactamente diez años desde que el último Wiesmann salió de la fábrica, y vieron la calle por primera vez en 1993, por lo que no saber de ellos puede significar dos cosas, o están preparando algo realmente grande –hace algo de tiempo presentaron el Thunderbolt, pero todavía no hemos vuelto a saber nada–, o se perderán como tantas otras marcas, pero no vayamos tan rápido. Existen aproximadamente 1.500 Wiesmann, pero el MF5 vino en dos sabores que contentaban a dos públicos cercanos, pero muy diferenciados. Wiesmann puso a la venta el modelo Roadster y el GT, uno elegante, discreto y con esa clara inspiración en los primeros deportivos que comenzaban a tener en cuenta la aerodinámica.

El otro, el GT, parecía haberse transformado en una bestia de circuito, perdiendo su techo escamoteable, pero ganando agresividad con detalles exteriores de cara a la refrigeración y el apoyo aerodinámico. En principio, los gemelos tomaron todo el músculo del V10 de BMW, sí, el del M5 E60, que con sus 501 CV y su sonido salido del mundo de la competición hacía de la receta algo cuasi infalible. Pero los críticos no pudieron sino alabar a los alemanes cuando sustituyeron el V10 por el V8 biturbo de 4,4 litros que erogaba 555 CV y 680 Nm de par.

Con ello el MF5 ganó la agilidad y el dinamismo que a menudo se echaba de menos con el V10, por lo que culminaron el modelo con la mejor de sus versiones, instalando dicho motor sobre su monocasco de aluminio pegado y remachado que conseguía fijar el peso total en báscula en los 1.470 kg. Para mí, el más coherente es el Roadster, su aspecto te hará pasar más desapercibido, si es que en un coche del que solo existen 106 unidades se puede pasar desapercibido.

¿Su precio? Oscilan entre los 200.000 € y los 300.000 €, sin distinguir entre el V10 o el V8, pero por suerte no sufrirás el temido óxido de los coches comprados en Centroeuropa, y tendrás un coche realmente raro de ver en nuestras carreteras. Actualmente, Wiesmann ya ha dejado ver un prototipo muy cercano a su fabricación completamente eléctrico, el Wiesmann Project Thunderball, que entrega 671 CV y 1.100 Nm de par máximo a las ruedas traseras, contradiciendo a todos aquellos que optan por aprovechar la oportunidad para ofrecer una tracción total.

Pero la marca no pretende depender totalmente de su versión eléctrica, ya que también están preparando una nueva versión V8 que seguirá la tendencia que ha tenido a lo largo de los años la marca alemana. Yo pienso que puede ser una de las marcas que nos permitirán ver la tendencia del mercado de deportivos a medida, puesto que se trata de un automóvil puramente pasional y no tienen una fabricación tan extensa como para verse comprometidos por los ritmos de producción actuales.

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Sobre mí

Francisco Javier Rodriguez

En la época en la que pasaba el día dibujando coches, alguien me preguntó: ¿pero a ti te gusta más la mecánica o la carrocería de los coches? Esa misma semana leí el Manual del Automóvil de Arias Paz. Tenía 14 años, esa simple pregunta es la razón por la que estoy aquí, desde entonces no he parado de aprender sobre lo que se convirtió en mi pasión.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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