La semana pasada os hablé del Lancia Kappa, una berlina noventera de corte muy clásico en su concepción. La anterior escribí sobre el Mercedes-Benz CLS que, aparecido una década después, quiso dar una vuelta de tuerca al concepto de berlina tradicional con su aire coupé. Y hoy me centro en el Volvo S60 Cross Country, comercializado justo diez años más tarde que el CLS y que, al igual que este, pretendía romper los moldes de un sedán de tres volúmenes convencional por un camino bien distinto al de la marca de la estrella.
Y es que en pleno apogeo de la moda SUV y alentados por haber sido los encargados de popularizar el concepto crossover en carrocerías familiares, los suecos se animaron a continuar su especial labor creando este engendro vehículo fácil de clasificar, pero difícil de digerir. Y no solo porque su diseño sea… particular.
Sobre la base de un S60 de segunda generación (lanzando en 2010) se elevó la carrocería en 65 mm, dotándola además de unas protecciones de color negro que rodeaban el perímetro inferior en conjunto con elementos de efecto metálico o placas de color aluminio en los bajos tanto delante como detrás.
En definitiva, rasgos tomados de cualquier intento de SUV o crossover donde la decoración para asignarle un aire offroad es clave. Y como tal, no podían faltar las llantas sobredimensionadas, en este caso de 18 o 19 pulgadas.
La estética campera quizá le siente bien a una carrocería familiar, pero en una berlina las proporciones por las suspensiones elevadas le dotan de un aspecto algo desproporcionado
El resultado estético era curioso desde cualquier ángulo, pero en cuanto al conjunto en sí, le faltaban argumentos para cumplir el propósito inicial de un vehículo ideado para cubrir las necesidades de escaparse al campo. Por un lado, la ausencia de tracción total en algunos mercados y, por otro, una oferta de motores tomada de las versiones más prestacionales de la gama, lo cual elevaba su precio de partida.
El S60 Cross Country estuvo disponible en España con el motor diésel D4 en su variante de 190 CV, así como el T5 de gasolina con 254 CV. Asociados ambos al acabado tope de gama Summum, en el caso del D4 se combinaba con la tracción delantera o total AWD, así como cambio manual o automático, mientras que el T5 solo se vendía en una versión con transmisión automática y tracción integral.
Con ello, la horquilla de precios oscilaba entre 43.000 y 51.000 euros, así que ¿fue una buena decisión ofertar la gama por arriba? A la vista de sus ventas podría decirse que no, si bien no estoy seguro de hasta qué punto hubieran funcionado versiones de acceso más asequibles.
Y es que el S60 Cross Country no gozó de popularidad prácticamente en ninguno de los mercados donde se comercializó. Por ejemplo, en el Reino Unido se precipitó la retirada de su catálogo tras acumular 34 unidades en todo un año frente a las casi 500 de un V60 Cross Country. En España no fue mucho mejor, y en 2016 -primer año de comercialización- se matricularon aquí 25 coches por 600 entregas del V60. Los datos lo dicen todo.
Pero el Volvo S60 Cross Country no ha sido el único intento de berlina adaptada al concepto SUV. Ya a finales de los años 70 la americana AMC comercializó la versión cuatro puertas del AMC Eagle, el precursor del concepto crossover. La china Qoros tiene el Qoros 3 GT, que ellos definen como un “cross sedan”, y Dacia vende en Rusia el Logan con el aventurero acabado Stepway que aquí asociamos al Sandero o Lodgy.
Parece que con la moda y el éxito de los SUV todo vale, pero hay experimentos que deberían quedarse en un laboratorio y no salir de ahí ni siquiera bajo filtraciones.
Calcula cuánto cuesta asegurar un Volvo S60 Cross Country con nuestro comparador de seguros.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.No voy a ser yo quien lo defienda, pero ahí están los Rover Streetwise, los Sandero Stepway, y alguno más que todo el mundo recuerda.Las proporciones como bien dice el artículo, salen perjudicadas, pero el sin sentido de hacer algo de aventura, sin que ni siquiera quepan un par de bicis en el interior, por poner un ejemplo, o acomodar a mas personas que las habituales en un sedán, es decir, versatilidad, creo que ha sido su error de base.Los experimentos con gaseosa.
Un saludo.