Coche del día: Toyota Yaris GRMN

Coche del día: Toyota Yaris GRMN

Pasional y con genes Lotus, solo llegaron cinco ejemplares a España


Tiempo de lectura: 4 min.

El Toyota Yaris es uno de los modelos más vendidos de la firma japonesa, con más de 15 años en producción y más de tres millones de unidades en circulación. Un coche claramente utilitario, que la evolución ha llevado a convertirse en el único de su clase totalmente hibridado. Sin embargo, también era el único de su clase que no tenía una variante deportiva, bueno, el Yaris y el Mazda 2 no tenían versiones deportivas, pero el resto, o al menos los rivales más importantes sí: SEAT Ibiza Cupra, Ford Fiesta ST, Peugeot 208 GTi, Opel Corsa OPC…

No parecía importar en la firma japonesa, pues durante años, el Yaris se mantuvo sin una variante de ese estilo, hasta que llegó 2017 y lo pusieron todo patas arriba. En aquel año, se dio a conocer el Toyota Yaris GRMN, la versión deportiva que le faltaba al modelo y que solo por potencia, ya les daba sopas con onda a todos los rivales antes mencionados –había otros a los que no, pero no aparecen en la lista anterior–. Pero el caso era que no solo había potencia, también había pasión y había alma. El Toyota Yaris GRMN, que además se fabricó en tirada muy limitada y llegaron muy pocas unidades a España.

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El Yaris GRMN era un coche bastante especial y un tanto alejado, por concepción y carácter, de todo lo que había en el mercado. No era la típica versión deportiva y había mucho de improvisado. Hubo varios rumores durante el desarrollo del coche, pero el resultado final fue mucho mejor de lo que auguraban dichos rumores.

Basado en la carrocería de tres puertas del Yaris –que estaba casi desaparecida del catálogo–, el GRMN ofrecía un talante claramente pasional, centrado en el placer de conducir más que en las prestaciones puras, pues a pesar de tener más potencia que muchos rivales, no era más rápido. El secreto de esta versión del utilitario japonés estaba en su puesta a punto, destinada a aquellos que buscan sensaciones más que prestaciones.

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Y eso que no iba mal de motor. Bajo el pequeño capó delantero había un propulsor de cuatro cilindros y 1.798 centímetros cúbicos sobrealimentado por un compresor Eaton TVS R-Series, desarrollado por los especialistas de Magnuson Superchargers, el cual, trabajaba junto a un intercooler. Rendía 212 CV a 6.800 revoluciones –117,9 CV/litro– y un par máxima de 250 Nm a 4.800 revoluciones. Era el mismo bloque “2Z” que Toyota suministraba a Lotus para los Elise, quienes colaboraron en el desarrollo de este motor. La línea de escape era completamente nueva y totalmente específica, mientras que la caja de cambios era manual de seis relaciones y el eje delantero contaba con un diferencial de deslizamiento limitado de tipo Torsen.

Las prestaciones, como cabría esperar, era muy buenas para un coche de su tamaño. Completaba el 0 a 100 km/h en 6,4 segundos, los 400 metros desde parado los hacía en 14,2 segundos y los 1.000 metros en 26,5 segundos. La velocidad máxima estaba limitada a electrónicamente a 230 km/h.

 

Son buenas cifras y demuestran que el Toyota Yaris GRMN era un coche muy rápido, pero no el más rápido, al menos sobre el papel. Los ingenieros de GRMN –recordad, siglas de GAZOO Racing Master of Nürburgring– trabajaron para reducir el peso al máximo y para potenciar el carácter deportivo. Se logró un peso final de 1.135 kilos y una relación peso-potencia de 5,35 kg/CV, de las más favorables del segmento –el Corsa OPC, por ejemplo, tenía una relación peso-potencia de 5,88 kg/CV y el REnault Clio RS Trophy de 5,47 kg/CV–. Y eso que el chasis recibió soportes y refuerzos adicionales, junto a unos amortiguadores Sachs Performance, nuevos muelles y barras estabilizadoras.

Rápidamente se convirtió en un objeto de deseo, pero solo llegaron a España cinco unidades, de una tirada de 400 ejemplares para toda Europa –en Japón se vendieron 200 unidades–.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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