El Peugeot 607 vio la luz a finales de 1999, justo una década después de que apareciera el modelo al que sustituía, el 605. A este se le había criticado un diseño demasiado sobrio y anodino, así como problemas de fiabilidad con algunas unidades equipadas con el motor V6 PRV (605 SV 3.0). Reemplazarle no iba a ser difícil, pero hablamos de una categoría que en ese momento estaba muerta en vida.
Y es que las berlinas grandes del segmento E eran patrimonio de las marcas Premium alemanas con alguna honorable excepción como el Volvo 850 GLT o el Opel Omega MV6. Ello no significaba que los franceses ofrecieran malos productos, pues ni los Citroën XM o Renault Safrane fueron malos coches, sino más bien escaparates que mostraban lo que las marcas galas eran capaces de hacer en cuanto a tecnología o nivel de terminación y equipamiento. Pero Citroën y Renault eran más atrevidas, así que a Peugeot le tocaba desempeñar el papel de marca más conservadora.
Prueba de ello fue la concepción de este 607 como una berlina clásica de tres volúmenes que jugaba con el diseño armonioso y elegante, aunque no todos pensaron lo mismo cuando fue presentado en el Salón de Frankfurt. En el frontal nos encontrábamos con unos voluminosos faros en forma de lágrima siguiendo el estilo estrenado en el 206 y que luego se extendería al resto de modelos de la marca del león. El capó, bien separado de las aletas y los faros, se iba cerrando formando una parábola hacia una parrilla donde el protagonista era el enorme logo de la marca.
La zaga fue la zona más controvertida en lo referente a la estética. De nuevo los grupos ópticos eran de generoso tamaño, pero aquí con un diseño muy horizontal que se extendía hacia los laterales del coche. La matrícula iba situada en el paragolpes, por lo que quedaba mucha chapa a la vista. Para contrarrestarlo, la forma cóncava de la tapa de maletero estaba curvada hacia abajo y para mantener la pureza de líneas el botón de apertura del portaequipajes se encontraba oculto en el cero de su nombre.
En cuanto al lateral, destacaba que la línea del techo comenzaba a descender desde muy atrás para favorecer el espacio en las plazas traseras y entonces quedaba un pilar C muy fino y una caída que armonizaba con el tercer volumen como si todo el contorno hubiese sido trazado en una sola línea. El perfil estaba igualmente marcado por los largos voladizos, pues la longitud total del coche se alargaba a 4,87 metros y la distancia entre ejes se quedaba en 2.800 mm, idéntica a la del Peugeot 605.
Y es que el 607 utilizaba la misma plataforma que este, aunque actualizada en algunos puntos. Por ejemplo, muchas de las soldaduras de la carrocería eran de tipo láser, el capó estaba fabricado en aluminio y Peugeot estrenó la técnica del multiplexado para lidiar con los sistemas electrónicos, que no eran pocos. Ya conocemos los quebraderos de cabeza que supuso para la marca en el 307, pero lo cierto es que el 607 no estuvo exento de polémica al inicio de su comercialización.
Dicen las malas lenguas que los primeros probadores de la nueva berlina francesa criticaron severamente su comportamiento dinámico, muy reactivo y nervioso, por lo que Peugeot atajó el asunto retocando suspensiones y dirección, incorporando amortiguadores más duros o ruedas más anchas con menor perfil.
Lo que sí se alabó fue el elevado grado de confort a nivel acústico y de suspensiones, sobre todo en el motor más potente que equipaba de serie un sistema de amortiguación variable electrónicamente con dos modos de accionamiento manual: Normal y Sport. Este motor era una evolución del 3.0 V6 que ya montaba el Peugeot 406, pero ahora con distribución variable VTC, gracias a la cual aumentaba su potencia hasta 207 CV. Por debajo quedaba otra opción de gasolina, un 2.2 16v de 160 CV que tomaba como base el 2.0 de la marca montado también en la berlina media o en el pequeño 206 GTi.
La opción Diésel se cubría con un novedoso 2.2 HDI de 136 CV con culata multiválvula y la primicia del filtro antipartículas -DPF- para reducir emisiones. De este modo las tres opciones mecánicas cumplían ya la normativa Euro 3. Como en casi cualquier otro vehículo la gama de motores se fue ampliando con el tiempo y la primera novedad pasó por un cambio de seis velocidades para este 2.2 HDI al que luego se le aumentó la potencia hasta 170 CV para dar cabida por abajo al 2.0 HDI en su versión de 136 CV.
La oferta se remató con el refinado 2.7 HDI V6 de 204 CV montado en el Jaguar S-Type y asociado a un cambio automático de seis marchas, novedad introducida en el V6 de gasolina, ahora con 211 CV.
Sin ser demasiado ambicioso en este aspecto, las opciones mecánicas cubrían gran parte de las necesidades de los potenciales clientes de una berlina de este tipo
En el interior del 607 nos encontrábamos con un habitáculo muy amplio en su cota de anchura y un diseño del salpicadero elegante y bien resuelto. La consola central estaba dividida en dos partes, con la superior albergando las salidas de ventilación y la pequeña pantalla del ordenador o la opcional más grande para dar cabida al sistema de navegación. En la zona inferior quedaban los mandos de climatización o equipo de audio. Los apliques en color madera o diversos tonos para la tapicería daban un toque de color al interior, disponible con tres ambientes denominados Marfil, Titanio o Ébano.
La postura de conducción estaba muy conseguida, con un asientos muy cómodos que no pecaban por fin de una banqueta corta como en muchos modelos franceses. Contaban con múltiples regulaciones ya fueran manuales o de accionamiento eléctrico. En las plazas traseras sobraba anchura, aunque como siempre, estaba ideado para dos. La altura para las cabezas era también generosa y con el hueco para las piernas no había problemas pese a ser su medición menos favorable. Por su parte, el maletero presentaba una capacidad de 600 litros.
Para distanciarse de sus hipotéticos rivales Premium el equipamiento debía estar nutrido en todas sus versiones por aquello de ofrecer más por menos. El 607 se ofrecía en dos niveles de acabado: uno básico y el denominado Pack. De serie equipaban ocho airbags, ESP, climatizador dual, tapicería de cuero, cargador de CD y sensor de lluvia, luces o de presión de neumáticos. El Pack añadía faros de xenón con lavafaros, asiento del conductor eléctrico, sensor de parking trasero, retrovisor fotosensible o cortinilla trasera automática.
Pocos reproches podrían hacérsele en cuanto a nivel de equipamiento; eso sí, el Peugeot 607 no era un coche barato
Los precios del 607 se movían entre 30.000 y 40.000 euros, equivalentes a 44.000 y 59.000 actuales, por debajo de los alemanes, pero en la línea de un Volvo S80 T6 -motorización semejante-. Aguantó en el mercado una década entera con cifras que alcanzaron un pico de 34.000 unidades en Europa en 2001 que fueron cayendo hasta un pequeño repunte en 2005 gracias al restyling y mejoras en motores y equipamiento.
Tener una concepción clásica no le bastó para hacerse un hueco, como tampoco les ocurrió a sus intrépidos compatriotas los Citroën C6 o Renault Vel Satis ni a productos italianos como los dispares Alfa Romeo 166 o Lancia Thesis.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Era el coche oficial de los políticos franceses, la berlina de representación del país (da la sensación de ser mucho más grande que los Renault o Citroën equivalentes, en lo que influye mucho el diseño). Es curioso que en la equivalencia de precios, el 508 PHEV tenga una tarifa muy parecida, así que se puede considerar el sustituto lejano.
La estrategia de supervivencia del segmento D generalista ha sido hacer una especie de modelos D/E, con precios de D, para competir con los D Premium y tamaños a medio camino con los E Premium (porque los E generalista han desaparecido).
El 508 PHEV, por muy caro que sea, sigue siendo el coche que es y hay atributos Premium que no tiene.
¿Sustituto lejano? Sí, porque sustituto directo, imposible.