Cuando BMW se hizo con el control de MINI, nadie podía presagiar en lo que acabaría por convertirse. Es cierto que cuando se pusieron a trabajar con Rover, todo parecía apuntar en una buenísima dirección, pero posteriormente, se torció y Rover pasó a mejor vida, mientras que MINI, se quedó bajo amparo alemán y a crecido como nunca lo había hecho. No debemos olvidar que el MINI era un modelo, un coche, y en BMW lo convirtieron en una marca que, por cierto, hace tiempo que perdió toda su esencia.

Sin embargo, antes de que sus coches comenzaran a crecer y apuntarán hacia el segmento premium como una firma “chic”, MINI destacó por su talante deportivo. Ha sido una de las características más claras de MINI bajo control de BMW y una de las que más han influido en todos sus coches, con los Jonh Cooper Works como máximo exponente, versiones que a fecha de 2023 anuncian nada menos que 306 CV. Es mucha potencia, pero los MINI ya no son tan MINI…

Esa locura de la deportividad nació con la primera generación del MINI “by BMW”, con el conocido como R53. El talante del coche, incluso en sus versiones más básicas, se notaba claramente deportivo, extremadamente ágil y perfecto para una carretera de montaña de esas superretorcidas que tenemos en España. Sin embargo, la explosión de deportividad llegó con una edición especial que superó todos los límites que había tenido el modelo hasta el momento y que ha superado todos los estándares con cada nueva generación.

Desde el inicio del lanzamiento del MINI, BMW involucró a Mike Cooper, hijo del célebre John Cooper, y a su empresa, John Cooper Works, en el desarrollo de nuevos modelos de altas prestaciones. Suyo fue la responsabilidad de desarrollar el MINI Cooper S y los MINI Jonh Cooper Works –o simplemente, MINI JCW–, pero también una iteración que se ha quedado como lo más bestia de la gama: el MINI Cooper S John Cooper Works GP, o dicho de otra manera, el MINI JCW GP. Se desarrolló como una pequeña tirada muy exclusiva y muy, muy deportiva donde GP significa, efectivamente, Gran Premio.

“Quería honrar los exitosos coches de Gran Premio de mi padre”, comento Mike Cooper durante el lanzamiento

Aquel MINI John Cooper Works GP, que en realidad era un kit para instalar en los Cooper JCW, dejó pasó al MINI John Cooper Works GP R56, la segunda entrega de la saga, que también tenía un kit aerodinámico diseñado y desarrollado tras muchas horas de túnel de viento, llantas de 17 pulgadas, asientos deportivos específicos suministrados por Recaro, detalles interiores que hacían mucho hincapié en la deportividad, placa identificativa… y un motor que no era tan sorprendente como la primera edición.

Se partía del motor del Cooper S como base, un cuatro cilindros de 1.598 centímetros cúbicos sobrealimentado por un turbo que rendía 211 CV. Un motor que se somete a una revisión poco profunda, para alcanzar 218 CV a 6.000 revoluciones y 280 Nm de par de 2.000 a 5.100 revoluciones. Además, todo esto se acompañó de una puesta a punto del chasis con cierto toque radical desarrollado en Nürburgring.

Como cabe esperar, era el MINI más rápido hasta la fecha. El sprint hasta los 100 km/h desde parado lo hacía en 6,3 segundos, el 0 a 200 km/h en 24,7 segundos, los 400 metros con salida parada los podía completar en 14,8 segundo y el kilómetro también con salida parada en 26,7 segundos. La velocidad máxima era de 240 km/h.