Coche del día: Chevrolet Cruze 2.0D LS+

Coche del día: Chevrolet Cruze 2.0D LS+

Prestaciones más que decentes y precio muy contenido; lo tenía todo para triunfar


Tiempo de lectura: 4 min.

Chevrolet Cruze 2.0D LS+. Así se llamó uno de los mejores intentos por integrarse en el mercado europeo de la firma norteamericana, un modelo que convenció por forma, prestaciones y andares totalmente europeos, que además se acompañaba de un propulsor turbodiésel en plena era de dominio diésel. Lo tenía todo para hacerse un hueco en Europa, incluso el precio: 18.400 euros, más barato que todo un Citroën C4 sedán con el motor 1.6 HDI de 110 CV.

Los fabricantes norteamericanos, en ocasiones, han buscado introducir sus productos en Europa con la intención de ampliar su presencia en todos los mercados. Cuantos más mercados, más ventas, y por tanto, más ingresos. Sin embargo, los diferentes gustos reinantes en cada región del globo han impedido que se establezcan con normalidad. El único fabricante yankee que lleva décadas en Europa es Ford, y porque fueron los más inteligentes al abrir una división aquí para desarrollar los coches que se venderían aquí. Luego está Jeep, y aunque llegó muchísimo más tarde, también tuvo que adaptar sus modelos al mercado europeo.

No han sido pocos intentos, ahí están el Chevrolet Alero o los Chrysler Sebring, por poner unos ejemplos más o menos recientes, pero intentos no adaptados a nuestro mercado. Las marcas norteamericanas tomaban sus coches más pequeños y los traían a Europa sin más, algo que se ha demostrado que no funciona. Por eso, Chevrolet vio una oportunidad –o mejor dicho, General Motors vio una oportunidad– cuando se hicieron con el control de Daewoo. De hecho, la compra de Daewoo fue, precisamente, para tener una base sobre la que trabajar en Europa.

Después de un tiempo de adaptación, con modelos de Daewoo remarcados como Chevrolet, se dio paso a modelos creados específicamente. Ese fue el momento en el que apareció el Chevrolet Cruze, el que fue, posiblemente, el mejor intento por parte de Chevrolet de integrarse en Europa. Es más, el coche cuadraba a la perfección con los gustos del Viejo Continente y las ventas fueron más que buenas, pues además, también jugaba con el argumento del precio: el Cruze era un coche cuyas tarifas eran muy contenidas, tanto o más que las ofrecidas por Citroën, por establecer una comparativa.

Chevrolet Cruze

Chevrolet se aprovechó tanto de Daewoo como de Opel, para poder ofrecer precios contenidos

Así, el coche, que se encuadraba en la categoría de los 4,5 metros –sedanes medianos– empezó a dejarse ver por las calles, sobre todo cuando apareció el motor turbodiésel, el pilar de ventas en la Europa de aquellos años –se presentó en 2008 y comenzó la producción en 2009– y las revistas no tardaron de tenerlo en portada, ya fuera en solitario o frente a sus rivales.

Desarrollado sobre la plataforma del Opel Astra –que llegaría después del Cruze–, los motores diésel le dieron todo lo que necesitaba para convencer a los usuarios. Se ofreció con 163 CV, 150 CV y con una cifra más popular de 125 CV, todas las opciones extraídas del mismo propulsor de dos litros. La más vendida fue la “pequeña”, el Cruze 2.0D de 125 CV, ya que tenía el precio más interesante y, por lo general, cuanto más barato, más ventas acaparaba.

Ese motor dos litros –1.991 centímetros cúbicos exactamente– era, como todos los diésel, de carrera larga –83 por 92 milímetros para diámetro y carrera– y contaba con todos los gadgets imprescindible para un propulsor de su tipo: culata multiválvulas, dos árboles de levas, inyección directa por raíl común, turbo de geometría variable, intercooler… Los 125 CV llegaban a 4.000 revoluciones y el par, de 30,6 mkg, a 2.000 revoluciones. Por cifras, estaba entre los mejores motores de su categoría, pero tenía que lidiar con una decisión donde los costes primaban más: se mantuvo la caja de cambios de la versión de 150 CV.

La transmisión, manual de cinco relaciones, tenía los desarrollos demasiado largos para las prestaciones del motor y ahí van unos datos: la tercera era de 30,08 km/h a 1.000 revoluciones, la cuarta se iba hasta los 40,36 km/h a 1.000 revoluciones y la quinta, llegaba a los 51,14 km/h a 1.000 revoluciones. Según datos oficiales, la velocidad máxima era de 196 km/h, con un consumo medio de 5,5 litros. Los 100 km/h desde parado, según la prensa, se hacían en poco más de 10 segundos y necesitaba casi 30,5 segundos para llegar a los 160 km/h. El 0 a 400 metros lo completaba en 17,37 segundos, los 1.000 metros desde 50 km/h en quinta los completaba en 42,44 segundos y el 80 a 120 km/h en quinta, lo hacía en 12,98 segundos.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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