El Citroën C3 1.6 HDi Exclusive era la quintaesencia del utilitario francés a comienzos de la segunda década del Siglo XXI. Combinaba el equipamiento más completo y lujoso de la gama, con uno de los motores más populares en aquel momento –y uno de los más potentes del modelo– y se remataba con el clásico confort de Citroën elevado a la máxima potencia. Muy pocos coches podían presumir de tener una personalidad tan definida, con unos objetivos tan claros y con un precio relativamente contenido de 16.600 euros –en 2009–.
Citroën, como marca, es famosa por la comodidad general de sus coches. Al igual que Volvo es la imagen de la seguridad, BMW está ligada a la deportividad y Alfa Romeo al diseño, Citroën es sinónimo de confort, además, confort sin importar el segmento o la categoría del coche. También es verdad que la firma francesa está relacionada con los precios bajos y en algún caso que otro, con calidades por debajo de la media, aunque esto último daría para un debate que podría durar meses.
Sin embargo, como veníamos diciendo, Citroën es igual a confort sin importar la categoría y así se podía apreciar en el año 2009, cuando se presentó la segunda generación del C3 y se puso en circulación la variante Exclusive del redondeado y versátil polivalente francés. Era la versión más completa de toda la gama y, como cabe esperar, hacía una fuerte apuesta por la comodidad de marcha, aunque tenía algunos detalles que no eran cómodos y rebajaban un poco el caché del coche. No obstante, cuando se quiere contener los precios de venta, no queda más remedio que recurrir a ciertas cosas.
La segunda generación del Citroën C3 apostó claramente por el confort, mucho más que la primera entrega del utilitario
El caso es que, según revistas como Autopista, el Citroën C3 con acabado Exclusvie era, si no el que más, uno de los utilitarios más cómodos del mercado, que también se combinaba con una mejorar general de los acabados en esa segunda generación. Entre las cosas que se podían destacar del Citroën C3 de segunda generación, era la incorporación de un ambientador integrado, que tenía caudal regulable y diferentes fragancias para escoger. Detallazo muy apreciado por algunos usuarios, que tenía que bregar, por ejemplo, con la falta de agarraderas en el techo y con aplicaciones metálicas en el volante y en el selector del cambio, que cuando les daba directamente el sol, podían alcanzar temperaturas muy elevadas.
La comodidad de marcha se puede conseguir por muchos caminos, como el aislamiento térmico y sonoro del habitáculo o unas suspensiones que aíslen a los pasajeros de los vaivenes de la carretera. Pero si a eso le añadimos unos asientos colocados un poco más arriba que la media, tenemos ante nosotros un acceso y una salida del vehículo excepcionalmente cómodos. Los asientos también tenían un mullido tirando a blando y la cota de altura era la mayor del segmento.
Era un conjunto que combinaba a la perfección con el motor 1.6 HDi de 90 CV, pues era un motor con un funcionamiento muy suave y casi libre de vibraciones. Con este propulsor, el Citroën C3 se convertía en un verdadero tragamillas, pero uno que, además, era rápido. Esos 90 CV antes mencionados, estaban acompañados de 21,9 mkg de par a 2.000 revoluciones, que se podían gestionar mediante un cambio de accionamiento mecánico de cinco relaciones –la quinta era muy larga para un utilitario, 46,39 km/h a 1.000 revoluciones– y que permitían llegar hasta los 180 km/h.
Si bien, no todo es velocidad punta, el dato siempre sirve como ejemplo de las posibilidades del propulsor. Resultaba más interesante su capacidad de pasar de 80 a 120 km/h en cuarta en 10,58 segundos, o en 13,74 segundos en caso de rodar con la quinta relación insertada. Los datos oficiales hablaban de un consumo medio de 5,4 litros, suficiente para superar los 800 kilómetros de autonomía con los 48 litros de capacidad que tenía el depósito.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS