El camino hacia una industria del automóvil eléctrica se torció un poco en 2023, cuando Alemania y otra serie de países, se colocaron en contra de la prohibición de los motores de combustión interna en 2035. Hay más opciones además de la electricidad, como los combustibles sintéticos –que desarrollan empresas alemanas–. Una pelea que hace echar la vista atrás para ver como eran antes las cosas y así, darte cuenta de que la electricidad en el automóvil no es precisamente nueva y que podría haberse desarrollado mucho antes.

No hace falta irse muy lejos en el tiempo y para la ocasión, nos quedaremos en 1991. Por entonces, el GM EV1, uno de los coches eléctricos más famosos del mundo, no había hecho acto de presencia todavía. Eso quiere decir que la intocable Tesla tampoco estaba en activo, ni tampoco existía un debate como el que se tiene sobre el futuro del automóvil, o una pelea entre políticos, fabricantes y asociaciones, para mantener el motor de combustión. En aquellos años, todo lo que no fuera gasolina y algún diésel, ni siquiera se tenía en cuenta. O casi, porque desde Japón, se dio a conocer un coche eléctrico que anunciaba carga rápida y hasta 150 kilómetros de autonomía: el Nissan FEV.

El Nissan FEV fue presentado en el salón de Tokio de 1991 y bien podría ser un coche eléctrico a la venta actualmente, lo que demuestra, que si no se ha desarrollado antes esta tecnología, es porque no interesaba y que ahora, crece gracias a la obligación más que la necesidad –obligación por la posible prohibición de los motores de combustión–. Quizá lo más controvertido sería su estética, aunque no deja de tener cierto atractivo y desde luego, sería un coche diferente y con cierto halo exclusivo por su condición de coupé y sus ruedas traseras carenadas. Un diseño en el que predominaba la función sobre la forma, con el objetivo de ofrecer el mejor comportamiento aerodinámico posible –presumía de un Cx de 0,19–.

FEV es la abreviatura de Futuro Electric Vehicle, palabras que no necesitan traducción y que ya dejan claro lo que se pensaba en Nissan de este prototipo. Estaba animado por un motor de “alta inducción” que no era especialmente potente, algo que solo sabemos porque las prestaciones anunciadas en su momento son bastante limitadas. La velocidad máxima era de 130 km/h y la aceleración de 0 a 100 km/h requería de 20 segundos. También es entendible que en aquellos años, con una tecnología sin desarrollar, los motores no podían ser demasiado potentes si se quería tener una autonomía decente. No obstante, la marca decía que se podían recorrer 150 kilómetros con cada recarga de su batería de níquel-cadmio.

No obstante, hay otras cosas de este coche que seguro te sonarán, como la frenada regenerativa o un sistema de carga de alta potencia, que recibía el nombre de “Super Quick Charge” –SQC– y que permitía cargar el 40% de la batería en solo seis minutos mediante una toma de 200 voltios. La recarga completa en una toma de corriente japonesa –con 100 voltios– necesitaba de ocho horas. También incluía una bomba de calor o paneles solares para dotar de energía a determinados sistemas. El coche evolucionó y en 1995, se mostró nuevamente con baterías de iones de litio, pero nunca entró en producción.