Cuando la semana pasada hablé sobre el Opel Vectra (B) mencioné el curioso detalle de que la berlina alemana se comercializó en España en 1995 tan solo dos días antes que el coche que nos ocupa hoy: el Peugeot 406, un modelo que sería uno de los grandes bastiones del segmento durante casi una década.
Con un diseño continuista respecto al 405 al que sustituía, así como rasgos heredados del 605, el 406 mantenía la silueta clásica de tres volúmenes a diferencia de sus compatriotas Citroën Xantia o Renault Laguna. Gracias a su aumento de tamaño, la imagen del 406 era imponente cuando salió al mercado. Crecía nada menos que 16 centímetros de longitud sobre el 405, por lo que sus 4,56 metros de largo le colocaban a la cabeza de la categoría por detrás del Volkswagen Passat (B5).
Era también muy ancho por sus 1.765 mm en esta medición, pero su distancia entre ejes de 2,7 metros, aunque de las más largas del segmento, quedaba por detrás de su primo de Citroën. Sí resultaba curiosa la proporción entre los voladizos delantero y trasero, casi del mismo tamaño, lo cual no era muy habitual en un sedán de cuatro puertas y tres volúmenes bien marcados.
Sus cotas redundaban en un habitáculo amplio, sobre todo en anchura, tanto delante como en las plazas posteriores. Aquí el espacio para las piernas resultaba normal, mientras que la altura, sin ser crítica, limitaba el uso a personas especialmente altas. En cuanto al volumen del maletero, sus 470 litros le dejaban en un término medio entre sus rivales. La versión familiar -Break- partía de los 525 litros.
Continuando con el interior, encontrábamos un salpicadero de líneas un tanto convencionales sin grandes concesiones al diseño y con una notable mejora en calidad frente a su antecesor. La mayoría de los mandos quedaban muy a mano y en una posición ergonómica, aunque, por ejemplo, el botón del warning estaba tan integrado que resultaba menos accesible que en otros coches.
También era algo engorroso el decodificador a la izquierda del volante con un pequeño teclado en lugar de haber introducido una llave electrónica como en otros coches. Asimismo, podría criticarse una escasa longitud de banqueta en los asientos delanteros.
Si al hablar del Vectra B decíamos que el modelo germano destacaba por el buen rendimiento de sus motores de gasolina y la falta de un diésel acorde, en el caso del Peugeot 406 ocurría exactamente lo contrario. Al inicio de su andadura comercial se vendió con dos motores de gasolina y un diésel. Los primeros eran un 1.8 de 112 CV y un 2.0 con 135 CV.
Ninguno de esos motores destacaba por unas brillantes prestaciones o parquedad en sus consumos, sino más bien lo opuesto. Poco después se unió a la gama un V6 de 3 litros con 194 CV que compartía con Xantia y Laguna, así como una versión Turbo 2.0 y 150 CV.
En cuanto a las versiones de gasóleo, en un principio se ofreció el conocido 1.9 TD de 92 CV al que se sumó un 2.1 con 110 CV y una variante más modesta del bloque 1.9, de 76 CV (406 SRSD), del cual hablamos hace unas semanas en un artículo aparte.
Eran motores más que probados que ofrecían una fiabilidad sin lugar a dudas, pero fue la llegada de los HDi la que hizo del 406 un coche aún más apetecible, tanto en el equilibrado 2.0 de 110 CV como en el más prestacional 2.2 de 136 CV. En gasolina hubo también actualizaciones en forma de un 2.2 16v de 160 CV e incluso un 2.0 con inyección directa idéntico al Citroën C5 HPi.
Pero el 406 llegó en plena época del boom diésel, así que los modelos de gasolina resultaban prácticamente anecdóticos. Porque además, el 406 era una berlina ideal para viajar y recorrer largas distancias aportando un excelente grado de confort a sus ocupantes. El mundo del cine nos dejó dos visiones alternativas, en “Ronin” el 406 se midió de igual a igual con un BMW Serie 5, y en “Taxi Express” conocimos al 406 más rápido de Francia.
El esquema de suspensión trasera de tipo multibrazo proporcionaba ese equilibrio entre confort y eficacia en zonas de curvas o a elevadas velocidades. Su bastidor no llegaba a la finura de un Nissan Primera o un Xantia Activa, pero era difícil hallar el límite en una conducción normal tirando a decidida.
Disponible con tres niveles de acabado SL, ST y SV, su equipamiento no resultaba abundante de serie. El airbag del acompañante se pagaba como un extra, mientras que el ABS solo venía de fábrica en el 2.0 SV. Tampoco sus tarifas le dejaban en buen lugar frente a la competencia, resultando más costoso que la mayoría de berlinas medias de marcas generalistas de la época.
No eran pocas berlinas en una etapa dorada de este tipo de coches que poblaban nuestras carreteras, casi como el paradigma del vehículo ideal para una familia de clase media. Y entre todos ellos el Peugeot 406 consiguió abrirse un hueco alzándose como uno de los modelos más vendidos del segmento, un triunfo que también logró en 2004 el 407 al que dio paso.
A día de hoy el nuevo Peugeot 508, a caballo entre el segmento D y el extinto E generalista, ha de enfrentarse al éxito de los SUV, quizá por el cual ha cambiado su concepto por un corte más deportivo y un portón trasero por primera vez entre las berlinas medias de la marca del león, en detrimento del típico sedán de tres volúmenes.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Buenas tardes!! Saludos a los artífices de esta web del motor y a los seguidores. Me incluyo a partir de ahora. Soy cocinero, tengo 35 años y poseo un Peugeot 406 HDI del 2003 versión berlina de 2 litros de 110cv muy fiable, cuatro años conmigo. Actualmente tiene 679 mil kms. Mi primer coche, es confortable en viajes, habitáculo bien aislado de ruidos exteriores. Su tecnología es básico pero aún a día de hoy cumple de maravilla incluso ver autos cinco años más nuevos que no llevan sistema de luces automáticas, por ejemplo. No me deja sentirme como un cavernícola… Leer más »
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