El Coche del Día de hoy es especial. Ya que va a ser mi último artículo de este año, he decidido escribir sobre un modelo que haya sido lanzado en este 2018 que mañana se acaba. Pensando en todos los coches que han aparecido en los últimos meses, se me han ocurrido bastantes a los que dedicarles esta sección, pero como solo me podía quedar con uno, el elegido ha sido el Peugeot 508, del que dimos cuenta en su momento como sedán y también como familiar (508 SW).

¿Motivos? El principal ha sido el cambio de rumbo que la marca francesa ha efectuado con su nueva berlina. En el segmento no es algo nuevo, pues Opel, por ejemplo, hizo un planteamiento similar con el Insignia, si bien los de la marca del león podría decirse que han sido algo más radicales. Quizá fijándose en esos cupés de cinco puertas al estilo Audi A5 Sportback, BMW Serie 4 Gran Coupé o Kia Stinger, el 508 ha pasado de ser una elegante berlina de tres volúmenes a un cinco puertas con tintes deportivos en el que el diseño ha jugado un gran papel.

Y otra vez esto tampoco es ninguna novedad, ya que los integrantes de esta categoría en la que ha competido Peugeot siempre han sido bastante agraciados estéticamente, o al menos el 406 y el 407 destacaron por un diseño agradable que les hizo triunfar. Ahora pretenden reconquistar un segmento que está de capa caída y en el que es difícil sobrevivir por sus bajas ventas en comparación a épocas doradas. Por eso, la solución parece residir en ofrecer algo nuevo y no insistir con sedanes tradicionales que no pueden abrirse hueco entre los SUV y los premium alemanes.

El nuevo 508 podrá gustar o no, pero de lo que no cabe duda es que su diseño resulta de lo más arriesgado. Lo es por la mencionada concepción y sus peculiares formas. La longitud se ha reducido 8 centímetros hasta quedarse en unos razonables 4,75 metros. La altura ha decrecido otros cuatro, así que el metro cuarenta es más propio de vehículos deportivos que de coches con vocación familiar.

La tapa del maletero del tercer volumen se ha sustituido por un portón, por lo que por primera vez en este segmento para Peugeot, el rival de coches como el Passat o el Mondeo no es un clásico cuatro puertas. Eso condiciona las líneas de la carrocería, así que ya puestos no se han limitado a crear un cinco puertas tradicional. Tampoco es un cupé, pero la pronunciada caída de la luneta trasera, así como la forma de los cristales posteriores le otorgan una imagen muy dinámica y depurada.

A ello se unen detalles algo inusuales tanto en el frontal como en la zaga. Por delante destacan los faros en forma de colmillo que alojan las luces de día y que le dotan de una enorme personalidad acentuada por las aristas de los paragolpes. Detrás los grupos ópticos se disimulan con la tira de plástico negro que los une, aunque una vez encendidos muestran la seña de identidad de Peugeot con sus formas de garra. La tapa del maletero está rematada en forma de alerón, jugando con distintos volúmenes que llegan hasta el spoiler inferior que aloja las salidas de escape.

Lo bueno del nuevo 508 es que todo se ha renovado, interior incluido. Y es que a veces ocurre que los diseñadores se centran tanto en la carrocería, que una vez sentados en el habitáculo el ambiente aquí resulta decepcionante, pero no es el caso. Cierto es que eso del i-Cockpit lo conocemos de sobra en otros modelos, y en el nuevo 508 se ha dado un paso más.

El volante está achatado por arriba y por abajo, y esto ya puede gustar menos, al igual que el detalle de que la aguja del cuentarrevoluciones vaya en sentido opuesto al habitual. La pantalla central está más o menos integrada, pero al contrario de otros modelos de la marca, esta vez sí que hay interruptores de acceso directo que hacen que su manejo sea más intuitivo. No obstante, se sigue echando en falta que el climatizador no tenga botones propios.

Sentados al volante uno se siente arropado o encajonado, eso ya va en gustos o en función del grado de claustrofobia de cada uno. La postura de conducción es baja de por sí, a lo que se une la voluminosa consola central que asciende hacia el salpicadero al más puro estilo Porsche. Diferentes materiales y texturas te reciben con esmero y una cuidada calidad aparente. En las plazas traseras se nota que la forma ha prevalecido sobre la función, y aunque no falta espacio, queda rezagado frente a modelos más tradicionales que ofrecen más centímetros a los ocupantes de estos asientos. Y en el maletero, con 487 litros, ocurre algo parecido.

Donde no han dejado volar la imaginación ha sido a la hora de escoger los motores que muevan a este nuevo 508, ya que son todos conocidos. En gasolina se recurre al bloque PureTech 1.6 con dos niveles de potencia, de 180 o 225 CV. En diésel, la oferta la cubren el 1.5 de 130 CV y el 2.0 BlueHDi en versiones 160 o 180 CV. Aunque para 2019 se espera una variante híbrida enchufable, de haber sido lanzada en un principio, el nuevo 508 podría haber dado un golpe de efecto aún más certero con respecto a sus rivales.

Como es de prever en un modelo aspiracional, los precios del 508 van en consonancia. Al ser un modelo nuevo es menos susceptible de contar con suculentos descuentos, pero la marca ha decidido posicionarlo al alza con una tarifa que parte de 27.250 euros. Para dejar claro que los franceses no iban de farol, se lanzó un First Edition por algo más de 47.000 euros, eso sí, equipado con todo el arsenal que puede montar el 508. Entre ellos cabe destacar el sistema de visión nocturna Night Vision, la suspensión pilotada y toda una batería de asistentes a la conducción o elementos de confort.

Entre tanto SUV y novedades de coches electrificados, el nuevo Peugeot 508 ha supuesto un soplo de aire fresco no solo al segmento de las berlinas, sino al panorama general que nos deja este 2018. Está nominado a ser Coche del Año en Europa, pero de momento bienvenido sea el título de Coche del Día.