HTT Pléthore, el superdeportivo canadiense que nunca fue

HTT Pléthore, el superdeportivo canadiense que nunca fue

Con un V8 que entregaba 750 CV que se gestionaban con una caja de cambios manual de 6 velocidades


Tiempo de lectura: 8 min.

A lo largo de la historia del automovilismo ha habido muchos proyectos inacabados, y muchos de ellos forman parte del segmento de los superdeportivos. Antes de que la mayoría de ellos los comprasen jeques, lo más difícil y primordial antes de la creación de un modelo era tener todas las unidades vendidas para no generar grandes pérdidas. Hoy voy a contaros la historia del HTT Pléthore, el superdeportivo canadiense que nunca fue, a pesar de contar con todo lo necesario para demostrar a sus rivales, que con orígenes humildes, podía ser igual de rápido que ellos, gracias a un V8 que entregaba 750 CV gestionados por una caja de cambios manual de 6 velocidades.

Esta historia comenzó con dos entusiastas del automovilismo, Luc Chartrand y Carl Descoteaux, que decidieron construir su propio superdeportivo. El comienzo de este milenio el dúo fundó Locus, más tarde rebautizado como HTT Automobile, en Quebec, Canadá. Contrataron a personas con ideas afines y conocimientos de ingeniería, y comenzaron así a convertir su sueño colectivo en realidad. Unos años más tarde, en el Salón Internacional del Automóvil de Montreal del año 2007, el equipo presentó un prototipo de lo que esperaban que se convirtiera en el primer superdeportivo de producción diseñado y fabricado en Canadá.

Inicialmente, fue denominado Locus Pléthore, haciendo referencia a la palabra “plétora” en francés por su gran abundancia en todo. El superdeportivo fue una agradable sorpresa en términos de diseño, en gran medida debido a que estaba bien diseñado a pesar de haber sido desarrollado por una empresa sin experiencia previa en el mundo del automovilismo. La carrocería fabricada íntegramente de fibra de carbono, diseñada por Luc Chartrand, parecía mezclar llamativos elementos visuales inspirados en los superdeportivos más impresionantes de la década, con líneas y formas originales salidas de su mano.

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El chasis se construyó alrededor de un monocasco muy avanzado de fibra de carbono, y presentaba un complejo sistema de suspensión independiente, así como un equipo de frenada brutal que cuenta con enormes discos perforados visibles a través de los radios de las llantas hechas a medida. Sin duda, de un primer vistazo a este superdeportivo canadiense, bebe de los aires del superdeportivo más influyente de todos los tiempos, el McLaren F1. No se puede ver como algo negativo, ya que el superdeportivo británico sirvió de inspiración para muchos superdeportivos, entre los que están el Saleen S7, y el Pléthore no fue una excepción.

Su habitáculo tomó prestada la peculiar posición de conducción central del famoso superdeportivo, flanqueada por dos asientos ligeramente hacia atrás a cada lado. Sin embargo, el prototipo inicial presentado en 2007 no presentaba un interior terminado, y a cambio de ello, la compañía mostraba representaciones generadas por ordenador que mostraban una vista previa de un habitáculo muy futurista para su época. Años más tarde, el aspirante a fabricante de superdeportivos, rebautizado como HTT Automobile, logró completar un interior palpable.

Aunque conservaba el diseño original de tres asientos, no se parecía en absoluto a las representaciones futuristas mostradas previamente, pero a pesar de ser mucho más simple, el habitáculo del Pléthore estaba en sintonía con las tendencias de la década. Contaba con una combinación de tapicería de cuero y Alcantara, así como un volante único con indicadores de cambio LED. Entre el peculiar habitáculo de tres plazas y el eje trasero, el Pléthore inicial escondía un corazón que no podía ser más estadounidense, un V8 sobrealimentado.

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Con una potencia de 750 CV y 888 Nm de par transmitidos a las ruedas traseras a través de una transmisión manual Tremec de seis velocidades, el corazón del superdeportivo canadiense fue tomado por lo que, en ese momento, era la versión más poderosa del deportivo favorito de Estados Unidos, el Corvette C6 ZR1. Varios años después de su debut, el automóvil pasó a llamarse HTT Pléthore LC-750, que ayudaría a distinguirlo de una versión futura que la compañía anunció que contaría con un V8 preparado “en casa”, hasta alcanzar los 1.115 CV de potencia, algo que lo habría hecho competir por el trono de los superdeportivos contra el Bugatti Veyron.

HTT fue criticado duramente por la prensa, argumentando que ningún cliente en su sano juicio querría comprar un superdeportivo propulsado por un motor preparado por un fabricante sin experiencia. Especialmente si el vehículo procedía de una empresa que acababa de nacer y sin nombres conocidos en sus filas, por lo que la compañía reveló el motor al que habían hecho referencia. El mal denominado motor casero, era en realidad un propulsor sobrealimentado basado en la base LS de Chevrolet, desarrollado por expertos de Pratt & Miller.

Es probable que no os suene, pero es el equipo de profesionales que a día de hoy se encargan, junto a Forgeline del equipo que corre en la IMSA con el Chevrolet Corvette Z06 GT3. Aunque las cifras de rendimiento nunca llegaron a hacerse públicas, HTT estimó que la bestia canadiense de 1.250 kg tendría una relación peso-potencia equivalente a la de un monoplaza de Fórmula 1 cuando estuviera equipado con el V8 de 1.115 CV. Todo parecía ser perfecto, pero en 2011, Chartrand y Descoteaux estaban luchando por conseguir respaldo financiero para una corta producción de 99 unidades.

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Para tratar de conseguirlo, decidieron presentar el Pléthore a los inversores en el popular programa canadiense Dragons Den, más conocido por su versión estadounidense, Shark Tank. De todos los inversores presentes, solo Robert Herjavec estaba interesado en un proyecto así. Herjavec, un conocido aficionado al mundo de la automoción, finalmente aceptó financiar el proyecto y convenció a W. Brett Wilson, otro rico inversor, para que se uniera a la empresa, pero les dijo a los fundadores que quería conducir el automóvil antes de cerrar el trato de financiación.

Se programó una prueba en un circuito cerrado, pero desafortunadamente la suerte o un descuido dio al traste con la prueba, ya que, cuando el inversor subió e intentó arrancar, el coche no arrancó. Los ingenieros no pudieron solucionar el problema allí mismo y Herjavec decidió retirarse del proyecto. A pesar de este inoportuno inconveniente, HTT logró conseguir financiación suficiente para construir otro prototipo de preproducción revisado que no les dejase tirados en el peor momento.

Presentado al público en el Gran Premio de Canadá en 2013, el nuevo Pléthore LC-1300 presentaba exactamente la misma carrocería que el coche anterior, pero, como su nombre lo indica, presumiblemente estaba propulsado por un motor de 1.300 CV, una oda a la desmedida bajo la piel del “antiguo” Pléthore. Al contrario de lo que invita a pensar, la unidad de potencia en cuestión no era el V8 hipervitaminado y revisado hasta alcanzar la brutal cifra, sino que se sospechaba que estaba propulsado por un motor completamente distinto.

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En teoría era una versión preparada del V10 del Dodge Viper, acoplado a un sistema de tracción total que sería el encargado de transmitir la brutal cifra de par que se le suponía. Como no se revelaron otros detalles, no sabemos con certeza si se basó en un Dodge o en el V10 de un Lamborghini. Incluso se dudaba de si en algún momento llegó realmente a entregar 1.300 CV, pero en cualquiera de los dos casos debería haber contado con un gran compresor o un buen par de turbos para alcanzar la soñada cifra.

A pesar de la versión revisada y preparada, Chartrand y Descoteaux no lograron atraer los inversores necesarios e iniciar la producción, por lo que el superdeportivo nunca logró salir de la etapa de prototipo, aunque era una unidad completamente utilizable y llegó a circular por las carreteras canadienses. Aunque no se convirtió en el primer superdeportivo de producción de Canadá, el magnífico e increíblemente poderoso HTT Pléthore sigue siendo un gran ejemplo de perseverancia y su fascinante historia merece ser contada.

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Quizá este fracaso fue debido a la falta de personalidad del proyecto, no hay nada realmente identificable que haga único a este modelo, empezando desde su habitáculo inspirado en el McLaren F1, que no está nada mal, pero es posible que haga que las expectativas aumenten en exceso. Otra de las posibles causas que pudieron lastrar el proyecto fue el humilde origen de su propulsor, ya que al otro lado del Atlántico, un “simple” LS es el recurso de muchos preparadores para cualquier vehículo que quieren hacer correr, desde un pequeño Miata hasta el pick-up más salvaje.

Esto último es algo que está claro que intentaron solucionar con su última versión, pero quizá fue demasiado tarde para el superdeportivo canadiense, y más teniendo en cuenta el fallo fatal que provocó que su mayor oportunidad de inversión se fuese al traste. Con todo y con eso, su huella ya forma parte de la historia de la automoción, de lo que pudo ser y no fue y, quién sabe, quizá sea la inspiración para un modelo futuro. Lo que está claro es que, como poco, ya sirve como ejemplo de los fallos que no se pueden cometer si tu financiación está en juego.

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Sobre mí

Francisco Javier Rodriguez

En la época en la que pasaba el día dibujando coches, alguien me preguntó: ¿pero a ti te gusta más la mecánica o la carrocería de los coches? Esa misma semana leí el Manual del Automóvil de Arias Paz. Tenía 14 años, esa simple pregunta es la razón por la que estoy aquí, desde entonces no he parado de aprender sobre lo que se convirtió en mi pasión.

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