Cuando en el 2022 Singer presentó su proyecto Classic Turbo service, el objetivo iba más en profundidad que atender –vaya si atendieron con todo el poder de su sello– a los pedidos de restauración de clientes de los Porsche sobrealimentados. Se estaba gestando, más allá de la práctica en sí, un deseo. Un deseo al cliente, para que éste experimentara un 911 clásico auténtico, pero un deseo del fundador de la empresa con sede en California.
“Mi primer viaje en un Porsche 911, a los 11 años, en 1976, me dejó con la boca seca y sin palabras: era un 930 Turbo negro con asientos de tartán rojo (…) Es un homenaje justo a un coche que cambió mi vida y la de muchos otros”. Lo dijo Rob Dickinson, el hombre detrás de los restomod que conviven en armonía con la propiedad intelectual de los de Zuffenhausen. ¿Qué es, en definitiva, un Classic Turbo de Singer? Para empezar, el sueño que el empresario le cumple al niño.
Porque el homenaje va dirigido a aquel Porsche 930 Turbo. Los asientos de patrón escocés no faltan, pero no son rojos, sino verdes, para estar a tono del concepto estético. El coche va revelando su identidad restomod a medida que vamos bajándole la mirada desde el techo. Es la confirmación de la pérdida de inocencia. Del pequeño Rob queda el recuerdo y la nostalgia del hombre que va por los 16 años de su Singer Vehicle Design. Todo lo demás es un sueño a cumplir muy caro, de entre 1,1 y 1,4 millones de dólares, además del valor del coche donante. ¡Todos –todos los millonarios devotos del 930, mejor dicho– están dispuestos a hacerlo realidad! La lista de Singer llegó a más de 300 pedidos y una espera de tres años.
Para los fabricantes de versiones modernas, la generación 964 es una fuente de inspiración, pero para este proyecto de Singer es otra cosa. Representa una manera de congeniar al clásico de los setenta con uno de los más evolucionados de la era de los refrigerados por aire. Aquel 911 de la entrada a los años noventa fue el tomado para las conversiones.

El Porsche 930 Turbo del pequeño Rob
En poco se parece el de Singer, ¿verdad? Dickinson quería llamar la atención con los guardabarros traseros y ejecutó unos que no pasan desapercibidos. Pasos también motivados por la necesidad técnica que cubrir llantas de 18 pulgadas –el trébol de cinco radios, en un verde más intenso para llamar aun más la atención desde el movimiento, nos transporta a los comienzos del 911 Turbo– y neumáticos de casi 30 centímetros.
Sobre esos pasos de rueda, un gesto técnico que identifica a estos Classic Turbo. Una de las insignias visuales del 930 estaba justo delante de los guardabarros traseros. Las aletas de tiburón, en los setenta, solo evitaban los impactos de piedras sobre los flancos para que no atentaran contra la pintura. En estos 964/930, las aletas se abren y se convierten en tomas que mandan el aire que entra al motor. De las versiones que integran esta edición, el blanco, verde y negro es el producto definitivo creado por la voz de ese pequeño Rob interior.
Un tricolor en el que la carrocería de fibra de carbono en un blanco crema entra en un contraste logrado por los aplicados en negro como la aleta convertida en conducto, los bajos laterales y el famoso alerón de cola de ballena. Nada que objetarle a la distinguida firma Singer sobre ella. El tercero es un verde oliva sutil. La vemos en una franja angosta paralela a los pilotos traseros, y en los guardabarros traseros y las puertas hasta terminar justo antes de los faros delanteros, señalándolos en toda una declaración de principios que parece decir “aquí tienes tus ópticas clásicas de Porsche 911 que tanto quieres”.
Dentro del habitáculo, el mencionado tapizado, un volante con ángulo de inclinación a la vista y una jaula antivuelco que relega y convierte los asientos traseros en butacas más protocolares que funcionales. Dentro del compartimento, un motor bóxer aumentado a 3,8 litros con dos turbocompresores apropiados del Porsche 911 992.1 Turbo S. Turbos modificados que generan par de 600 Nm a 2.700 revoluciones por minuto. ¿Qué tal?
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS