En pleno cambio hacia la electricidad, hay quien todavía desarrolla motores de combustión interna. Puede parecer una locura, un poco sinsentido, pero hay que tener en cuenta que todavía faltan 10 años para que Europa cierre la puerta de las ventas de motores de combustión. Es decir, hay tiempo más que de sobra para recuperar la inversión y ganar dinero con un motor de combustión.

Además, hay otros motivos para pensar que todavía hay vida para el motor de combustión, porque empiezan a surgir voces que cuestionan la agenda que se ha previsto para la electrificación del transporte. ¿Serán suficiente 10 años para electrificar el automóvil, incluyendo su infraestructura? El propio ministro de transportes alemán ha sido una de esas voces que no están de acuerdo con la prohibición de los motores de combustión.

No obstante, hay quien tiene muchas cosas en cuenta cuando se pone a trabajar, y la empresa norteamericana Cummins, nos acaba de dar un claro ejemplo de ello. Especialista en motor “todo uso” (fabrica motores para vehículos pesados de todo tipo, desde camiones hasta maquinaria de obras, pasando por los generadores o componentes para motores), ha desarrollado un motor que es capaz de funcionar con cualquier combustible. Y no, no hablamos del típico motor que funciona con Whisky, en este caso, puede funcionar con gasolina, gasóleo, gas natural propano y hasta hidrógeno.

Este nuevo desarrollo, que convierte a los motores de combustión en máquinas de potencia bastante versátiles, se aplicará a los motores destinados a camiones y autobuses. Son motores que comparten un bloque común con seis cilindros en línea (es la arquitectura más usada en el transporte pesado), que tienen algunos cambios en la culata, en la admisión y en el sistema de alimentación, destinado a funcionar con el combustible que elija el cliente. Es decir, no puedes usar este motor con cualquier combustible, no es un diseño estándar para todos los combustibles, en realidad es un diseño modular que permite, con ligeros cambios, adaptar el mismo motor a los distintos combustibles. Las potencias, por su parte, varían entre los 155 y los 326 CV.

La idea de este desarrollo gira en torno al ahorro de costes, al compartir una enorme cantidad de componentes entre todas las versiones que se ofrecen del motor. ¿Se podría comprar el motor con todas las piezas necesarias para ir adaptando el propulsor a las necesidades de cada momento? Pues no lo sabemos, pero no hay motivos para que no sea posible algo así, aunque es evidente que hará falta mano de obra especializada en motores para vehículos pesados.

¿Podría llegar esa forma de diseñar motores así para turismos? No parece ser el camino, porque los fabricantes están apostando por la electrificación o bien, por el hidrógeno. Quizá está última opción si pueda aprovecharse de una forma de diseñar motores como esta.