Cuando se plantea diseñar un coche como el Mazda 323 F 2.0 V6 hay varias formas de caer en la extravagancia. La primera que nos viene a la mente es el diseño, claro, y seguro que muchos ejemplos acuden a nuestra memoria. Se puede ser extravagante también en lo mecánico (motor rotativo, configuración de cilindros…) En esto a Mazda no hay quien le gane, empeñada en la actualidad en aferrarse a la tecnología SKYACTIV en detrimento del downsizing al que no parece sucumbir. ¿He dicho rotativo? Pues también es de Mazda…
¿Y qué tiene de especial un V6? Poco en sí mismo, pero hay dos factores que hacen a este Mazda 323 F casi único. El primero es que se trata de un V6 con muy poca cilindrada, y el segundo que la categoría en la que podría encajar nuestro protagonista es la de los compactos, y entonces solo el Golf VR6 me viene a la cabeza… Si pasamos a los coupés podemos mencionar al Alfa Romeo GTV 2.0 V6 “Busso” TB.
Por tanto, el Mazda 323 F 2.0 V6 es un coche extravagante. Lo es por esos dos motivos y por su diseño. Contaba con una carrocería que podría catalogarse como hatchback, liftback o incluso fastback. Dejándonos de anglicismos, es lo que ahora diríamos como una berlina de estilo coupé en la línea del Hyundai i30 Fastback o los Sportback de Audi.
Lástima que en esta generación (BA) se prescindiera de los faros escamoteables que le otorgaron a la anterior (BG) un aire aún más exótico. Lo suplieron con unos grupos ópticos muy pequeños y rasgados que encajaban bien con el perfil afilado del capó. La línea lateral en cuña y la caída del techo y el cristal trasero acentuaban su imagen.
El 323 F medía 4,24 metros de longitud para una distancia entre ejes de 2.605 mm
Su rasgo más particular residía en su limitada altura de solo 1,35 metros, muy por debajo de la mayoría de compactos. Contaba además con detalles poco comunes, como las puertas sin marco, un voladizo trasero poco voluminoso y unos pasos de rueda que admitían sin problemas llantas mucho más grandes que las de 15 pulgadas que montaba nuestro protagonista, pero por entonces la hipertrofia no había llegado al mundo de los neumáticos.
Además del V6, el 323 F estuvo a la venta con un 1.5 de 90 CV y un 1.8 de 115. La versión diésel se dejó en exclusiva para el sedán y el tres puertas. Como la fiebre del gasóleo no se había asentado aún, la versión más apetecible recaía en este V6 protagonista de hoy. Se trataba de un bloque de 1.995 cc que entregaba 180 Nm de par y una potencia de 147 CV.
Sobre el papel, nada extraordinario que no aportara un buen cuatro cilindros de 2 litros. Homologaba una velocidad máxima de 208 km/h y un 0 a 100 km/h en 9,4 segundos. Por tanto, un Alfa Romeo 146 ti o un SEAT Córdoba GTi de 130 CV eran más rápidos.
El 323 F no pretendía ser un deportivo a pesar de todo, aunque su motor estaba marcado por una doble personalidad. A bajas revoluciones no se apreciaba su potencial, pero al llegar a las 4.000 vueltas se transformaba, embriagándonos con un sonido además muy particular.
A partir de ese momento empujaba con fuerza hasta poco antes de las 7.000 RPM, régimen donde alcanzaba su potencia máxima. Sabiendo esto, y sin importarnos el consumo, para disfrutar del V6 lo ideal era mantenerlo en estos márgenes tirando de cambio, lo cual resultaba aún más gratificante por su excelente manejo y precisión.
En cuanto al interior, pocas concesiones a la deportividad o detalles que le diferenciasen de versiones más básicas. El V6 estaba algo más equipado al contar con las llantas de aleación, ABS o aire acondicionado. Como curiosidad, al principio de su comercialización en nuestro país el aire acondicionado seguía siendo opcional: nada menos que por 244.000 pesetas, unos 1.500 euros de entonces.
La solución fue subirle el precio e incluirlo de serie. Así, su tarifa en el año 96 era de 3.680.000 pesetas (35.500 euros de ahora), bastante elevada entre los compactos, se colocaba al nivel de un BMW 318ti Compact.
Sin embargo, el Mazda 323 F no dejaba de ser un coche exclusivo en casi todos los aspectos. Quizá una estética algo más diferenciada con respecto a sus hermanos de gama o algún detalle con espíritu RACER hubiera sido un plus.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Una lástima que ninguno de el que sale en las fotos del artículo sea el v6. Se distingue del resto (1.5 y 1.8) por su lip delantero, taloneras laterales y traseras, y salida de doble escape.Si no me equivoco también equipaba llantas de aleación en 16 pulgadas, antinieblas delanteros y alerón trasero. (el coche cambia bastante con respecto al de las fotos).
Saludos!
Sí, es una lástima, en su momento buscamos y rebuscamos y no aparecieron fotos de ese modelo y nos tuvimos que conformar con las genéricas. A veces ni el propio fabricante conserva imágenes de versiones concretas, salvo que uno acceda al sótano de un edificio a miles de kilómetros de aquí pidiendo permisos y favores.
He localizado un par del británico con volante a la derecha que se ajustan a lo que describes. El resto, lamentablemente, siguen siendo genéricas, pero algo es algo.
Una pasada de coche, tengo uno desde febrero 2018 y se me acaba de joder el motor, nada menos así que voy como loco buscando un motor por desguaces de toda España, me da lo mismo que sea del 98, merece la pena arreglar esa máquina.
¿Te ha petado un gasolina japonés atmosférico? ¿Qué le ha pasado?
Yo tengo uno, sabes que compartian motorización con el ford probe (siendo este 2.5)? Con pequeñas modificaciones lo tendrías rodando con 170 hp :elrisas:
Una fardonada, no le faltaba de nada.
Ah, el 323F, cuando fui al concesionario para comprarlo, resulta que lo cambiaron por el adefesio que lo sustituyó…qué decepción me llevé, era un mini deportivo con 5 puertas.
Estoy deacuerdo, el siguiente 323 tuvo un enfoque más familiar y la cagaron con el diseño. Este lo tenia todo