El Licorne Mildé-Kriéger era un coche eléctrico surgido al calor de las carencias de combustible en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. Fue un producto colaborativo de dos entusiastas de la automoción, Charles Mildé y Louis Kriéger. Nuestro protagonista subió a la palestra e hizo su aparición en 1941. Otro vehículo muy interesante surgido en el mismo año era el Peugeot VLV, muy adecuado para combatir las penurias durante la ocupación alemana.
El coche eléctrico es mucho más antiguo de lo que algunos creen. Hablemos un poco de la historia de sus protagonistas. Charles Mildé fue un pionero de la motorización de Francia y era un ferviente creyente y defensor de la propulsión eléctrica frente a la de combustión, creando la marca Mildé en 1897.
El principal problema de estos coches eléctricos eran su autonomía y los tiempos de recarga. ¿Os resulta familiar este inconveniente 120 años después?
La única forma de aumentar dicha autonomía era añadir más acumuladores y, por tanto, más peso. La autonomía media de estos precursores alimentados por electrones era de 40-50 km por vías urbanas. De esta incómoda situación se aprovecharon los vehículos movidos primero por motores de vapor y después por combustibles fósiles, relegando a los coches eléctricos al olvido.
Louis Kriéger fue un ingeniero con el cargo de director técnico de la Compagnie Parisienne de Voitures Eléctriques, es decir, Compañía Parisina de Vehículos Eléctricos. Con sus conocimientos de electricidad introdujeron el níquel en los acumuladores alcalinos. Su primer vehículo apareció en 1897, y utilizaba el mismo principio que se aplicaba en las locomotoras y tranvías eléctricos.
En 1898 Kriéger vendió sus derechos a diferentes grupos empresariales británicos, alemanes e italianos, en un período de máxima producción y expansión. En 1903 lanzó al mercado un automóvil híbrido conocido como Kriéger-Brasier, con dos motores, uno eléctrico y otro de gasolina, y se estuvo fabricando hasta 1906. El primer Mildé había recorrido en 1920 300.000 kilómetros, es decir, en el plazo de 23 años. La marca reapareció en 1940, comenzando en breve su asociación empresarial con Charles Mildé.
Este renacimiento de vehículos eléctricos durante la SGM, a falta de gasolina para los particulares franceses, hizo surgir una nueva alianza entre Charles Mildé y Louis Kriéger, de la cual surgieron una serie de vehículos que tomaban como base la carrocería y el chasis de La Licorne 6/8 CV de 1939. Estos dos ingenieros, ex diseñadores de automóviles eléctricos, desarrollaron toda la parte eléctrica el vehículo. Se fabricaron unas 100 unidades en factoría de Courbevoie.
El La Licorne era un vehículo ligero y compacto con un chasis lo suficientemente fuerte y resistente para albergar el sobrepeso que suponían las baterías. Era perfecto para realizar la conversión de térmico a eléctrico con garantía de éxito.
El Mildé-Kriéger era un automóvil equipado con motores eléctricos de 6/8 CV alimentados por 48 baterías Tudor (con un peso de 250 kg), repartidas entre el frontal y la trasera del vehículo. Su tensión de salida era de 96 voltios y su intensidad de 213 Ah. El peso total del vehículo era de 1.420 kg. La primera unidad homologada salió al mercado el 7 de marzo de 1941 para el Servicio de Minas de Francia, con el código interno MK 10 Tipo 124.
Su nombre comercial era La Licorne Mildé-Kriéger Type AEK, cambiando de nombre por el de Type AEA al ser comercializados por la empresa Aérik después de las primeras unidades. También surgieron otros vehículos de esta alianza Mildé-Kriéger, como unas furgonetas de 1.200 kg de carga útil procedentes de los modelos Licorne y Chenard & Valcker. Admitían dos configuraciones de baterías, en sentido transversal al fondo de la caja, o longitudinal en módulos laterales.
De la rejilla frontal de los AEA desapareció el logo de Kriéger. El tablero de instrumentos era completo para lo que se estilaba, con los indicadores de carga de las baterías y de consumo de las mismas. Al habitáculo se accedía a través de una sencilla puerta de madera contrachapada. Contaba con la distribución conocida en la actualidad de los pedales: embrague, freno y acelerador.
Llevaba lo mejor de la tecnología eléctrica de 1941: un arranque potente y un buen freno eléctrico con recuperación de energía para las baterías
El motor eléctrico se conectaba al eje de transmisión, que enviaba la energía disponible al eje trasero. El acelerador controlaba un reóstato de campo que actuaba en el circuito de derivación. El equivalente a la palanca de cambios estaba conectada a un combinador de cuatro posiciones: corte del circuito, primera velocidad -con los dos paquetes de baterías de 48 voltios en paralelo, segunda velocidad con los dos paquetes de baterías en serie a 96 voltios, y por último la marcha atrás, que invertía la polaridad en los terminales del motor.
Para pasar de primera a segunda se pisaba el equivalente al embrague y se cortaba la corriente en el combinador. Al desacelerar el motor eléctrico se convertía en una dinamo que recargaba las baterías, ya a una velocidad de 40 km/h. La autonomía oscilaba entre los 70 y los 100 km y alcanzaba una velocidad media de 30 km/h con cuatro personas a bordo, aunque otras fuentes elevan la velocidad a 40 km/h y la autonomía a 120 km.
Tras algunos vaivenes en la fabricación de vehículos eléctricos y convencionales y movimientos en la dirección de la empresa, esta tuvo que cerrar por la ocupación nazi de Francia, que prohibió fabricar coches en octubre de 1942, la aventura duró aproximadamente durante un año y medio. Estos vehículos fueron muy utilizados durante los primeros años de la guerra. Dicho cierre fue el momento de la despedida del mundo del automóvil por parte de Charles Mildé.
Después de 1945 todas las unidades de Mildé-Krieger que pululaban fueron destruidas o reconvertidas a vehículos con motor térmico. Se tiene conocimiento de una unidad que sobrevivió, usado probablemente en el área de París desde 1941 hasta 1954, registrándose en el departamento de Haute Loire (Francia), año en el que su propiedad pasó al Sr. Bernard Delbreil-Berges en 1978, hasta 2005. Es uno de los pocos legados que quedan de aquellos eléctricos que tan útiles fueron en tiempos de gran necesidad.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS