La gama actual de Mercedes-Benz es la más amplia de su historia, incluso una de las más prolíficas entre los fabricantes que venden en Europa si tenemos en cuenta todas las carrocerías que pueden combinarse con las distintas clases.
Volviendo la vista atrás 25 años, en 1995 la cartera de productos de la marca de la estrella estaba compuesta por los Clase C, Clase E y Clase S, además de los SL y Clase G. En tan solo un lustro, sus modelos se multiplicaron gracias a la llegada de la Clase A, ML, V, SLK o este CLK de hoy. Ya con el primer Clase C trataron de rejuvenecer un poco su imagen, pero fueron coches como el que hoy nos ocupa los que lo consiguieron parcialmente en aquella época.
Centrándonos en el CLK, ideado para cubrir el hueco del anterior Clase E de dos puertas, su imagen se desligaba del resto de modelos aunque tomase los faros redondeados que se habían introducido con el W210. La zaga también tenía inspiración en la berlina, pero era su vista lateral con trazos redondeados y aerodinámicos la partícipe de dotarle una imagen más desenfadada y juvenil. A ello se unió una paleta de colores que incluían tonos como el verde claro o el morado, que evidenciaban las intenciones de la marca.
El CLK usó la plataforma de la Clase C para ahorrar costes (estimado en torno a un 20 %) aunque tomaba rasgos estéticos de su hermano mayor, el Clase E, más moderno que el Clase C W202. Compartía con este la distancia entre ejes de 2,69 metros, pero su longitud aumentaba 80 mm para crecer hasta los 4,57 metros.
En cuanto a la gama de motores inicial, adoptó algunos de aquí o allá. Estuvo compuesta por el CLK 200 con el 2 litros de 136 CV, el poderoso y nuevo V6 del CLK 320 con 218 CV y entre medias la versión más interesante y demandada de la gama: el CLK 230 Kompressor. La nomenclatura o el uso de un compresor ya dejaba entrever las pretensiones de la marca en cuanto a modernidad en lo referente a sus mecánicas, pues conseguía mejores prestaciones y consumos que el anterior 280 de seis cilindros y potencia similar. Con 2.295 cm3, el cuatro cilindros contaba con culata multiválvula y un compresor Roots con intercooler. Prometía una potencia de 193 CV y un par máximo de 280 Nm.
Según prestaciones oficiales, aceleraba de 0 a 100 km/h en 8,4 segundos y alcanzaba 231 km/h de velocidad máxima. Sin embargo, en la práctica las prestaciones estaban muy cercanas a las del CLK 320 más potente, quedando muy igualados en las mediciones de aceleraciones largas, por ejemplo. No tenía el refinamiento y suavidad del V6, ni tampoco un toque deportivo que casara mejor con la filosofía del modelo, pero sí supuso un punto de inflexión con respecto a motores anteriores torpes y tragones.
Pero como buen Mercedes-Benz de entonces, el CLK 230 Kompressor ofrecía un elevado grado de confort en su comportamiento y funcionamiento en general. Se ofreció con un acabado denominado Sport que endurecía algo sus suspensiones sin perder demasiado en comodidad aunque, eso sí, aún no lograba acercarse al tacto que ofrecían los BMW coetáneos. El CLK no pretendía ser un deportivo (al menos hasta la llegada más adelante de los 55 AMG), si bien se podía viajar a ritmos elevados sin apreciar falta de aplomo o seguridad, con esa sensación típica de los Mercedes en cuanto a efectividad o una estabilidad impecable.
En el interior no se podía negar su origen porque además compartía disposición y mandos con otros modelos de la marca, aunando clasicismo y elegancia a partes iguales y enfatizado con las versiones que venían con inserciones de madera en el acabado Elegance. En el Sport eran de imitación a fibra, única concesión a la deportividad junto a la instrumentación con fondo blanco detrás de un volante enorme, como en casi todos los Mercedes.
De alguna manera, el CLK (junto al roadster SLK) inició un cambio de rumbo en la marca que más tarde se dejaría ver en el diseño de sus berlinas más clásicas empezando por la Clase S de 1998 o la segunda generación de la Clase C. Algo estaba pasando en Mercedes-Benz en una época que prometía convertirse en la edad dorada de la marca de la estrella.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Curioso que no hayas mencionado al que para mi es el mas interesante de la gama el 430 V8
La década del 90 fue una bisagra en MB, logró productos cómo el w202, este Clk sin embargo el w210 no pudo con el w124 quien supo ser en sus cuatro versiones berlina, Coupé, cabrio y rural un éxito sin dudas.
Se gestó el primer clase A, junto al Audi A2 autos innovadores de punta a punta que el público no logró interpretar por ser demasiado modernos en concepto.
El clk tiene unas líneas muy bien pensadas, equilibradas y era un auto premium en todo sentido, bmw y Audi no tenían un rival directo que les plantara batalla.
Siempre he tenido sentimientos encontrados con este icono: me gustaba pero no, no me gustaba pero sí.