Coche del día: Peugeot Oxia

Coche del día: Peugeot Oxia

Con este prototipo la escalada tecnológica de Peugeot en los ochenta daba el paso previo a la aparición del 905 Grupo C


Tiempo de lectura: 5 min.

Para Peugeot hay un antes y un después respecto a la Segunda Guerra Mundial. Y es que, hasta 1945, la marca del león creó modelos con soluciones técnicas tan avanzadas como las del Eclipse de 1934 y su techo rígido plegable, innovaciones aerodinámicas como las expuestas en el 402 N4X e, incluso, el ensayo de movilidad eléctrica urbana que fue el VLV ideado en plena contienda. De esta manera, aún siendo un fabricante generalista con las escasas pero existentes clases medias a modo de público potencia, Peugeot se permitió ciertos alardes con los que reivindicar un insospechado carácter innovador. No obstante, tras la guerra sus modelos se volvieron sobrios y predecibles a excepción de algunos ejemplos como el 504 Coupé. Una larga racha rota por los años ochenta con la llegada del 205 GTI, el T16 del Grupo B y el Peugeot Oxia de 1988.

Pero vayamos a los comienzos. Y es que, para comienzos de aquella década el fabricante francés ya tenía sobradamente ganada la fama de ser un productor serio, solvente y fiable. Sus modelos podían no ser los más excitantes del panorama, pero sin duda eran adecuados y racionales. Sin embargo, para triunfar en los alegres años ochenta aquello ya no era suficiente. En la gama debía haber algo más, algo que añadiera un punto de atractivo deportivo a la base de excelencia tecnológica. Y, además, debía ser masivo pues en aquellos años la juventud y las clases medias podían permitirse el acceso a modelos más específicos gracias al crecimiento económico que, finalmente, acabó estallando a comienzos de los noventa.

Así las cosas, fue la época dorada de los pequeños deportivos. De los GTI. Abanderados por el icónico Golf GTI, pero continuados por las versiones deportivas que las marcas generalistas sacaban de sus modelos del segmento C o incluso B. En el caso de Peugeot la apuesta se lideró con el 205 a través de dos vías. En los concesionarios con el GTI y en las carreras con el T16. Además, también se potenció la participación en el Campeonato del Mundo de Resistencia con el afán de poder llegar a imponerse en Le Mans. Un arduo trabajo que tuvo como resultado al 905 de 1990. No obstante, dos años antes se presentó un prototipo que ya anunciaba el abordaje a aquellos excitantes Grupo C. Hablamos del Peugeot Oxia.

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Durante los años ochenta Peugeot emprendió un ambicioso proceso por cambiar su imagen de marca gracias al cual aparecieron creaciones deportivas como el 205 T16 pero también al menos tres prototipos futuristas previos a desembocar en el Grupo C en 1990

Peugeot Oxia, la suma de la experiencia

¿Por qué gastar recursos en un prototipo como el Peugeot Oxia? ¿Es que, de repente, la misma marca que producía el modesto 104 deseaba entrar a la liga de los superdeportivos con Lamborghini, Bugatti y Cizeta? Evidentemente no. Sin embargo, durante los años ochenta la casa del león estaba llevando a cabo una reconversión de su imagen con vistas a dejar atrás la sobriedad que la caracterizaba. Por ello echó mano de los Grupo B y posteriormente del Dakar, pero también de la producción de algunos prototipos futuristas.

En ese sentido, destaca el Proxima de 1986. Un ejercicio de estilo pensado para llenar portadas de revistas – lo cual es publicidad indirecta para los modelos de serie – en el cual ya se podían avanzar ciertos rasgos de lo que, dos años después, fue el Peugeot Oxia. Un diseño mucho más creíble, donde quedaba claro cómo la marca estaba desarrollando algo importante para homologarlo en el Grupo C ya que se apostó por una amplia batalla sin dejar casi espacio a los voladizos.

Si a eso le sumamos la excelente aerodinámica y la línea general, estaba claro que el Peugeot Oxia servía para dos propósitos. Uno, ser una proyección del potencia tecnológico de la marca. Y dos, servir como prólogo a los intereses puestos en Le Mans. Algo de lo cual no quedó duda posible cuando Peugeot anunció que el Oxia tenía como objetivo romper la barrera de los 400 kilómetros por hora en el trazado de Le Mans. Concretamente en su mítica recta de La Mulsanne.

peugeot oxia (2)

Al decirse que el principal objetivo de este prototipo era superar la barrera de los 400 kilómetros por hora en Le Mans, quedó perfectamente claro que la marca del león estaba preparando algo importante para el Campeonato del Mundo de Resistencia

Y así fue, ya que llegó a marcar 407 km / hora. Todo ello gracias a la propulsión de un motor V6 biturbo montado transversalmente para rendir 680 CV a 8.200 revoluciones por minuto. Además, la tracción era total, reservando un 25 % al eje delantero y un 75 % al trasero. Todo con poco más de 1.300 kilos de peso y una sensación general que anunciaba lo que sería al poco tiempo el 905. Aquel exitoso modelo responsable de ganar el campeonato de resistencia en 1992 tanto en pilotos como constructores. De esta manera, Peugeot ganó una imagen deportiva excelente, la cual desgraciadamente no supo o no quiso mantener. Un proceso polémico donde el Peugeot Oxia se presenta como un hito a tener en cuenta.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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ROBERTO
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ROBERTO

De mi colección de cromos (favorita) la carta favorita era este Peugeot Oxia, no me creía las cifras en aquella época y con esa edad, nueve años. La colección era coches 89.


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