Durante los ochenta Peugeot combinó su gama de modelos masivos con creaciones destinadas a triunfar en la competición o ser un llamativo escaparate tecnológico. En este sentido, la aparición en 1984 del 205 Turbo 16 – uno de los coches más espectaculares del Grupo B en el WRC – coincidió con la presentación en el Salón de París del Quasar. Antesala de lo que sería dos años más tarde el Peugeot Proxima, heredero de su estética futurista con la que llamar la atención de los medios de cara al anuncio de nuevas tecnologías llamadas a acabar en los vehículos de serie. De esta forma, Peugeot se apuntaba al hilo de usar prototipos propios de la ciencia ficción para agitar la prensa a su favor.
Una estrategia publicitaria muy efectiva, la cual aún sigue practicando como hace tan sólo unos meses demostró con su e-Legend. No obstante, lejos de ofrecer tecnología eléctrica o conducción autónoma el Quasar de 1984 estaba dominado por un motor de cuatro cilindros con dos turbos afinado hasta los 597 CV. Todo ello montado sobre un chasis basado en el del 205 Turbo 16 y cubierto por una carrocería realizada en fibra de carbono y kevlar. De esta forma, los responsables del centro de estilo de la marca ubicado en La Garenne dieron rienda suelta al espíritu de la década unificando tecnologías turbo con estética espacial.
Dos de las coordenadas de la época, las cuales evidentemente contagiaron al Peugeot Proxima como nuevo prototipo futurista en la marca. De esta forma, en el Salón de París de 1986 se desvelaron sus líneas imposibles para un coche de serie, bajo las cuales sin embargo se ocultaban una gran cantidad de innovaciones listas para ser incorporadas al mercado. La más visible de ellas fue la línea maestra del frontal. Un ensayo – especialmente en los faros – de la estética exhibida un año más tarde en el nuevo 405 y tres más allá en el 605. Tan sólo el punto más visible de entre un interesante listado tecnológico.
Junto con el Quasar de 1984, el Proxima es uno de los prototipos más interesantes de Peugeot durante los ochenta al servir como escaparate tecnológico de multitud de ensayos informáticos que acabarían llegando a modelos de serie
Peugeot Proxima, escaparate tecnológico de la marca
Como buen prototipo de los ochenta, lo primero que destaca en el Peugeot Proxima es su carrocería. Adecuada a la amplia batalla del chasis, con el eje posterior completamente echado hacia la trasera, en su estudio aerodinámico no sólo resalta la escueta altura sino también la cabina acristalada sin puertas, accediendo a su interior mediante el deslizamiento de sus mitades. Además, en la extensa trasera responsable de cubrir el motor destacan dos paneles solares. Una curiosa incorporación que no sirve a ningún motor eléctrico enganchado a la propulsión, sino a los mecanismos necesarios para la climatización del habitáculo.
Un 2+2 forrado en cuero rojo con un panel de mandos donde las indicadores digitales empezaban a asomar a la forma y manera de prototipos como el Volvo Tundra. Respecto al motor se trata de un V6 biturbo con 600 CV puestos en el suelo mediante un sistema de tracción total desconectable. De esta manera, la electrónica que gobierna al Peugeot Proxima controlaba la transferencia de potencia a las ruedas según las necesidades. Siempre priorizando el eje trasero mientras que el delantero sólo resulta motriz de forma automática cuando las condiciones de adherencia y tracción así lo exigieran.
Una de las pistas que nos conducen a la principal característica del Peugeot Proxima. Su total apuesta por la informática al servicio de la conducción. Así las cosas, se incluyen elementos tan precisos como el que controlaba la presión de las ruedas manejando un compresor capaz de restituir el nivel. A esto se le suma la capacidad de controlar de forma electrónica el bloqueo de las ruedas o el sistema de dirección asistida con dureza variable según las decisiones tomadas por el ordenador de a bordo.
Repleto de sensores y ayudas a la conducción, lo más importante en este diseño no es el rendimiento sino la forma en la que anuncia una época completamente nueva respecto a cómo entendemos la conducción y la relación entre el conductor y la carretera
Anuncios de una era digital a punto de venir, los cuales se complementaban con un sistema de proyección de datos sobre el parabrisas o las pantallas con las cuales visualizar lo que verías a través de los inexistentes retrovisores. Todo ello para prologar la época en la que vivimos. Definida por la transición a lo eléctrico, pero sobretodo por la incorporación de más y más elementos informáticos a lo que antiguamente era tan sólo la mecánica desnuda y el manejo del conductor. Al fin y al cabo el Peugeot Proxima es un prototipo. Algo que cumplió a la perfección anunciando el futuro ya a mediados de los ochenta.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS