La semana pasada hablamos del Citroën Xsara, un compacto que llegó al mercado sin aportar grandes cosas ni en diseño ni en tecnología o motores, pero que aún así fue un superventas de la categoría. Hoy hablaré del Lancia Delta de tercera generación (844), un coche que sí quiso diferenciarse del resto, pero que en nuestro mercado pasó sin pena ni gloria.
La marca italiana lo encuadró dentro del segmento de los compactos a pesar de que su longitud se iba más allá de los 4 metros y medio, tal vez para sustituir también al Lybra que llevaba ya años descatalogado. El Delta contaba con una distancia entre ejes igualmente larga (2,7 metros) y una altura por encima de la media a tenor de sus 1,5 metros. Unas proporciones que le hacían un coche único y que, además, jugaba con el diseño y el lujo.
El tamaño le valía para tener un habitáculo amplio, especialmente en las plazas traseras, donde el hueco para las piernas era digno de una limusina. Una fórmula que Honda había tanteado con el Civic de séptima generación y que Nissan probó también con el Pulsar, pero a diferencia de estos, los de Lancia aportaron un elemento fundamental para potenciar su practicidad: la banqueta trasera deslizante. Gracias a ella se podía priorizar el espacio en las plazas traseras o el maletero, cuya capacidad mínima cubicaba 380 litros ampliables a 465 con la banqueta adelantada.
No eran muchos teniendo en cuenta su longitud, y el recorrido longitudinal no era muy amplio (80 milímetros), pero al menos contaba con esa posibilidad. Asimismo, los respaldos (un poco cortos, por cierto) podían reclinarse y abatirse, aunque quedaba un escalón en el maletero al hacerlo. No hubiera venido mal un suelo con doble altura, que por entonces aún no se había puesto de moda. En definitiva, le quedaban un par de aspectos por mejorar para convertirse en un excelente coche de uso familiar.
Continuando con el interior, nos topábamos con un salpicadero heredado del Fiat Bravo, con el que compartía plataforma, aunque con un estilo bien distinto. La consola estaba dividida en dos zonas, una superior para dar cabida al sistema de audio o navegación, y la inferior con los controles de climatización. Sin embargo, la disposición de algunos mandos resultaba chocante, quizá porque se priorizó el diseño y la simetría por encima de la ergonomía. Por ejemplo, los mandos que regulaban la altura de las luces se encontraban a la derecha de la pantalla del salpicadero.
Se buscó cierto lujo en el empleo de materiales y combinaciones de colores, contrastando el efecto metálico de la consola con pieles o Alcantara. No obstante, la calidad en algunos ajustes no era la esperada en un coche que pretendía posicionarse como alternativa a un Audi A3 Sportback. Al menos el equipamiento era abundante, con elementos poco extendidos por entonces como el asistente para el aparcamiento o el aviso de cambio involuntario de carril.
Bajo el capó tenía también algún motor especial, pero ni por asomo algo cercano a lo que todos pensamos cuando escuchamos el nombre de Lancia Delta. A lo largo de su vida comercial (entre 2008 y 2014) se vendió con dos motores de gasolina y tres diésel. Entre los primeros se desdobló el 1.4 T-Jet con 120 o 150 CV y posibilidad de ser impulsado por GLP. Después evolucionó a la tecnología MultiAir en una única versión con 140 CV. Más tarde llegaría el tope de gama: el 1.8 Di T-Jet con 200 CV asociado a un cambio automático de manejo secuencial con seis velocidades.
Los motores de gasóleo se escalonaron en tres niveles de potencia: un 1.6 con 120 CV, un 2.0 con 165 y el especialísimo 1.9 Twinturbo con doble turbo y 190 CV, el mismo motor empleado en el Opel Astra BiTurbo. Se ligó al nivel de acabado Executive, el más alto de la gama por encima de los Argento, Oro o Platino, y se distinguía por su tapizado de piel Frau o techo solar Gran Luce.
No podía faltar una variante de tintes deportivos, así que se recurrió a Momodesign para lanzar el Delta S. Este se diferenciaba en el exterior por la parrilla frontal con lamas horizontales, faldones pintados en el color de la carrocería o llantas de 18 pulgadas. En el interior las inserciones estaban acabadas en negro y la instrumentación contaba con grafías de color amarillo como un guiño al mítico HF Integrale.
Este último es para muchos el «auténtico Delta», uno de esos coches por el que algunos suspiramos más de 30 años después. No sabemos si fue un error que la marca italiana recurriera al nombre de Delta para lanzar este coche que nos ocupa hoy y que ni siquiera sería un sucesor directo por lo mencionado acerca del tamaño, pero lo cierto es que cuando fue lanzado Lancia estaba ya en las últimas y el Delta no era un mal producto a pesar de todo.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Yo pienso que hay mucho mito detrás del Delta Integrale de primera generación. Supongo que es el que conoce todo el mundo de los pósteres, y de Top Gear; pero el Delta original, el de verdad, el que se veía por la calle, era un coche sin más, feo en mi opinión para tratarse de todo un Lancia, y con unas mecánicas que no tenían nada de especial. La segunda generación ya no contó con versión Integrale ni nada enfocado en los rallyes y la competición. Lo máximo que había era el antiguo motor 2.0 turbo de ciento y muchos… Leer más »
Este coche lo tuve 4 años, comprado nuevo,yéndome posteriormente a algo más deportivo. En esos 4 años no tuve problema alguno, era cómodo, no excesivamente grande y el diseño me encanta aún hoy en día. Me arrepiento de haberme desprendido de el además porque un bonito color champagne (perla sironi). Empujaba bien, aunque era el diésel más bajo (hubo uno de 105 cv que era el que compré), tenía un consumo muy contenido. ¿No tiene el espíritu de los antiguos Delta? Pues no , pero era puro diseño por dentro y por fuera, con detalles de vehículos más costosos por… Leer más »
Un coche que me gustaba y me gusta, sobretodo el S, pero lo de llamarle Delta no fue ningún acierto.
Si hubiesen hecho una Volkswagenada, y hubiese evolucionado el diseño que tanto gustó en su día, habría sido diferente. Si no, pues casi mejor ponerle otro nombre, será por letras griegas.