El Porsche 912 no es tan reconocido como el “nueveonce”. Incluso hay quien lo califica de la forma más barata de poseer un 911. Sin embargo, con el paso de los años se ha ganado el respeto de los entusiastas. Lo que hoy traemos puede parecer una interpretación moderna del ahora objeto de coleccionista, pero este Porsche 912-6 Outlaw de 1966, un hot rod de la vieja escuela, es una verdadera pieza de la historia.
Si bien es cierto que el mundo se ha acostumbrado a ver muchos Porsche 911 modificados y altamente personalizados, nos atrevemos a decir que este modelo es más raro y exclusivo. Con el auge de los restomods y la modernización brillando en el panorama contemporáneo, los resultados realmente pueden ser espectaculares. Sin embargo, mucho antes que Singer o Gunther Werks naciesen, coches como este Porsche 912-6 Outlaw fueron la forma en que los preparadores hicieron que sus modelos fuesen únicos.
En 1965, cuando el 911 comenzó a comercializarse, el ya veterano Porsche 356 aún estaba a la venta. La diferencia de precio entre ambos modelos era bastante sustancial, por lo que la firma de Suttgart decidió lanzar una variante de acceso del 911. Así es como nació el 912, un hermano menos costoso y significativamente menos potente del 911. Vale, tenía el mismo exterior e interior del 911, pero sus mecánicas de cuatro cilindros eran consideradas pobres de rendimiento; en el mejor de los casos, entregaba 90 CV.
Durante mucho tiempo, el 912 de Porsche fue menospreciado, pues fue creado para cerrar la brecha de precios entre el 356, que todavía se producía en ese momento, y el 911
A pesar de ello, el 912 funcionó relativamente bien. Muchos propietarios estaban felices de poder conducir una versión más económica de uno de los mejores deportivos de la década de 1960. Como ocurrió con el 924 más tarde, daba el pego de tener algo más. Así, la vida del 912 fue buena durante sus seis años de producción (1965-1969; y 1976 solo para EE. UU.). Sin embargo, unos pocos selectos sintieron que podían mejorar sus monturas gracias a su base compartida con el 911. Uno de esos fue Jerry Jensen.
Jensen adquirió un 912 de segunda mano en 1966, cuyo acabado original era en color Ivory (marfil), un tono que no le gustaba especialmente. Y tampoco le impresionó el acabado de pintura. Nunca había pintado un coche, pero decidió, en su propio garaje, que personalizaría el 912 a su gusto. Trabajando en una zapatería, y después de ver un par de zapatos de mujer en un vibrante tono verde, Jensen se pasó casi cuatro meses repintando todo el automóvil en esa misma tonalidad. El resultado fue muy satisfactorio.
Tras haber conducido el Porsche 912 durante algunos años, Jensen llegó a desear la potencia extra que ofrecía un 911, pero este último no estaba dentro de su presupuesto
Después de conducirlo a diario a principios de los 70, naturalmente, la pintura se desgastó, pero Jensen y su fiel pincel tenían algunas ideas para solucionarlo. Como entusiasta de los concursos desde hace mucho tiempo, Jensen sabía que el uso diario y el mantenimiento de un coche con una calidad excepcional no se mezclan bien, por lo que se tomó la decisión de preservar el 912 para exhibiciones en concursos y salidas ocasionales. En ese momento, la pintura verde brillante había sufrido marcas de piedras por el uso.
Jensen decidió repararlo pintando festones de dos tonos sobre ellas, una en un verde algo más oscuro que el color base, y la otra en un tono más claro. Sinceramente, parece algo que podría haber sido un extra opcional de fábrica. Entonces, el coche se veía bien y estaba muy bien cuidado. Faltaba algo. Concretamente algo que hace feliz a aquellos que gustan irse de ruta y apretarle las tuercas a sus compañeros de viaje. Algo que el 911 sí tenía: un motor de seis cilindros enfrentados de 2.0 litros con mucha más energía.
Montar ese bloque en su 912 era un sueño para Jensen. Pero dejó de serlo con un amigo y mecánico recibió un 911 estrellado en su taller. Jensen compró su motor en un instante y lo pagó usando sus habilidades de diseño. Procedió a instalar el nuevo propulsor él mismo con los soportes de motor del catálogo de piezas de Porsche, y el cableado específico del 911 se conectó desde el arnés de fábrica del 912. Asimismo, la caja de cambios de cinco relaciones de este último se conservó, pues mejoraba la respuesta en bajas.
Otras características notables del Porsche 912-6 Outlaw incluyen un depósito de gasolina de 100 litros, una conversión de cuadro de instrumentos al del 911, un volante Prototipo, radio Blaupunkt Frankfurt, asientos de cuero sintético con reposacabezas, tapizados de vinilo, los faros europeos de 1970/71, un silencioso más deportivo y unas llantas estilo Torq Thrust de 15 pulgadas calzadas con neumáticos Avon CR6ZZ de 185/70 delante y 215/60R15 detrás. Desde entonces, Jensen solo atraería a numerosos admiradores.
Una vez Jensen terminó su 912-6 Outlaw, incluso atrajo la atención de Ferry Porsche, (un conocido admirador de los Porsche verdes) en el Desfile Porsche de San Diego de 1977
Porque, al ser un Porsche verde, llamaba inevitablemente la atención. Uno de los célebres personajes que se sintieron cautivados por él fue el mismísimo Ferry Porsche. Jensen explicó en 2012 sobre el encuentro que, “paseando y mirando alrededor, era como si el Dr. Porsche quisiera ver lo que la gente realmente hacía con sus automóviles. Cuando se detuvo para hablar conmigo, no fue como jefe de Porsche, sino como dirigirse de un entusiasta a otro…”. Y ahora podrías tenerlo en tu garaje por 139.500 dólares (131.000 euros).
Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.COMENTARIOS