Desconozco los motivos por los cuales, apenas un año y medio después y 85 millas en su odómetro –tampoco es que sea algo nunca visto en el mundo de las subastas despojarse tan rápidamente–, este Lamborghini Countach 2022 ha pasado de su propietario inicial a su segundo dueño. Un supercar como este, que luce todo un concepto dorado cortesía de Ad Personam –el programa de personalización oficial–, bien podría ser el sueño de cualquier entusiasta del motor. Si un Countach 2022 presume de su exclusividad de 112 ejemplares en todo el mundo, uno que ha pasado por el mencionado departamento de la marca y ha recibido especificaciones únicas como costuras y molduras en Oro Eleos y llantas en dorado brillante con patrón de marcación telefónica vintage, es hace aún más especial.

Aun así, sólo puedo imaginar a Marcello Gandini –algo interesante nos ha dejado como para considerarlo la palabra más autorizada en concepto de diseño (eminencias como el Montreal, el Bugatti EB110, el Pantera, el Lamborghini Miura, el Lamborghini Diablo y gracias por el Cizeta)– aprobar la decisión de quien se lo ha quitado de encima mediante la casa Bring a Trailer. No era alguien quien, precisamente, estuviera conforme con cómo se concibió el revival del Countach.

Lamborghini Countach LPI 800-4 2022: ¿Fue tan visionario?

Siento que la oferta final –por debajo de los más de tres millones de dólares que se esperaban por él– refleja la oportunidad que, 50 años después, dejó pasar Lamborghini de rendirle tributo al modelo original desarrollando una propuesta evolutiva real. De los días de su revelación, allí por agosto del 2021, recuerdo las declaraciones del CEO Stephan Winkelmann y hay algo con lo que hasta la fecha sigo sin estar de acuerdo: “El Countach LPI 800-4 es el coche visionario del momento”, habían sido sus palabras.

Palabras que, de mínima, considero un tanto desafortunadas, pues, de visionario, poco y nada. Hay una definición a la que a menudo regreso. Sé que el estilo italiano y el japonés son asuntos separados, pero el jefe de Diseño de Toyota, Simon Humphries, no hay tanto nos dejaba una mirada que considero universal: “La verdadera esencia del diseño es la resolución de problemas y la parte más importante de la resolución de problemas es decidir sobre un concepto”. Para Humphries, lo superficial, cómo luce una parte de la carrocería o el interior, no es el diseño en sí, sino parte de él. Entonces, si la esencia del diseño es decidir sobre un concepto, me pregunto qué tan visionaria puede ser una edición limitada cuyo concepto de diseño se funda, insisto, no en una evolución real, sino en un intento de reinterpretación moderna.

Partiendo de que ha heredado el monocasco del Sián FKP 37 basado en el Aventador –también su tren motriz híbrido ligero con potencia combinada superior a los 800 caballos–, sus proporciones se han visto presas, aunque más me han preocupado sus líneas no menos influenciadas. Cuando hablo de evolución real, hablo de un nuevo Countach que merecía transiciones angulares más elocuentes. Nótese, por ejemplo, la carencia del abrupto corte entre el techo y el pilar delantero que tanto lo ha identificado en el pasado.

En su lugar, el fabricante italiano, que podría haber combinado la atemporalidad de una silueta consagrada con el orden de un superdeportivo actual, no nos ha dado un Countach, sino un Lamborghini moderno vestido de Countach. Nos conformamos entonces con que esa atemporalidad se viera limitada a las molduras y los guiños de época: las ópticas delanteras, las tomas laterales –las que evocan a las Naca y a las clásicas rejillas–, la cubierta del motor, los pilotos traseros, los escapes y el difusor. En los pasos de rueda y el morro en cuña se aprecia una búsqueda, pero siento que no marcan la diferencia ni hay allí una injerencia suficiente que pudiera alterar el concepto hacia algo más noble.