Seguimos avanzando en el tiempo y las cosas no parecen avanzar igual de rápido. La prohibición de los motores de combustión interna, que no usen combustibles sintéticos, está más cerca de lo que podría parecer, sobre todo en una industria en la que todo se hace con años vista. Tesla es, por el momento, la que se lleva el gato eléctrico al agua, gracias a una imagen que pocos podrán alcanzar antes de la fecha límite. BMW y Mercedes parecen ser las marcas que mejor se han posicionado detrás de la firma yankee, con una gama que cada día tiene más y mejores miembros. Audi se arrastra cuál gusano hasta China en busca de un socio tecnológico, Ford pierde un dineral con cada eléctrico vendido, Stellantis presume de ser referencia en eléctricos, pero ha tenido que volver a poner a la venta las furgonetas con motores de combustión interna y MG parece ser la única que se pone a la estela de Tesla.

Puede que todo parezca en condiciones de evolucionar favorablemente, pero los fabricantes sufren de lo lindo para poder tener una completa gama de coches eléctricos mientras la infraestructura no crece al ritmo necesario y los usuarios no creen en los coches eléctricos. Una enorme cantidad de marcas se ven en la tesitura de desarrollar una tecnología que no se vende, mientras mantienen en producción otra que está condenada a desaparecer, pero es la que actualmente les mantiene a flote. Y eso, a veces, se nota en el desarrollo de las cosas, como le ha ocurrido a Mazda, que ha tenido que retirar de Estados Unidos el Mazda MX-30, un SUV eléctrico, porque no se vendía. Y cuando decimos que no se vendía, es que tan solo han entregado 66 unidades en los seis primeros meses de 2023.

El Mazda MX-30 solo estaba disponible en California, un estado con unas regulaciones de lo más exigente y el único de Estados Unidos cuyas normativas obligan a tener vehículos eléctricos en el catálogo para evitar multas. Algo así como la conocida “Ley de los 95 gramos” europea. Ahora, Mazda ya no tiene ningún modelo eléctrico en su catálogo, tan solo híbridos enchufables que se mantendrán a la venta, obviamente.

No obstante, cabe destacar que las prestaciones del MX-30 no era, precisamente, su mejor argumento. El motor apenas alcanza los 150 CV –109 kW, equivalentes a 145 CV–, que hoy día son muy pocos para un coche de su categoría y precio, pero además, tiene una batería de 35,5 kWh, que ofrece una paupérrima autonomía homologada de 200 kilómetros, lo que significa tener, en la práctica, poco más de 150 kilómetros. Y eso en condiciones óptimas.

Pero esto no es todo, el Mazda MX-30 e-Skyactiv R-EV tampoco llegará a Norteamérica. El híbrido en serie –que no eléctrico con autonomía extendida– que recuperaba los motores rotativos en la línea de modelos de Mazda, parece ser que ha tenido problemas para cumplir con las normativas de emisiones estadounidenses, algo tremendamente llamativo en un coche que, teóricamente, debería tener unas emisiones muy reducidas, pues el motor de combustión, en realidad, es solo un apoyo para recargar la batería. No se trata de un anuncio oficial, sino de unos informes aparecidos en algunos medios yankees, así que faltaría ver si finalmente se vende allí el MX-30 e-Skyactiv R-EV.

Esta versión híbrida tiene el mismo precio que el eléctrico y ofrece unas cifras más interesantes, como un poder contar con un depósito de combustible de 50 litros y un motor que alcanza los 170 CV, que no son muchos más, pero se notan. Además, se puede recargar en una toma de 11 kilovatios en 40 minutos –la batería es más pequeña, con 17,8 kWh– y en 25 minutos puede tener el 80% si se carga en una toma de 36 kW en corriente continua. Es decir, hace que el MX-30 eléctrico no tenga ningún sentido.

Mazda tiene como objetivo lanzar diferentes modelos eléctricos con distintas bases. Por un lado, estarán los modelos basados en la arquitectura existente y por otro, los coches eléctricos basados en una plataforma específica. También hay informes que sugieren que Toyota podría compartir su tecnología eléctrica que está en desarrollo, con Mazda y otros fabricantes japoneses.