La justa reivindicación del Cannara 1966, el “Chevrolet” más raro y un pionero en su tipo

La justa reivindicación del Cannara 1966, el “Chevrolet” más raro y un pionero en su tipo

Un creativo y original biplaza que se adelantó a todos los conceptos y modelos con diseño de cuña que protagonizaron los '70


Tiempo de lectura: 4 min.

Para que a este roadster, el Cannara, se lo pudiera ver desfilar por las costas de Pebble Beach, para que pudiera volver a viajar de costa a costa –esta vez para ser distinguido en el Concurso de la Elegancia–, para que a su actual protector recibiera el merecido trofeo, primero debió existir un joven entusiasta con talento proyectado en el diseño y construcción automotriz, quien, para cruzar los Estados Unidos a lo ancho y estudiar en el prestigioso Art Center for Transportation Design de Pasadena, le acortó la distancia entre ejes a al chasis de un Chevy Impala Station Wagon de 1958, tomó un motor Chevrolet V8 283 con 280 caballos y creó el que sería el pionero de los coches con forma de cuña.

El Cannara en Pebble Beach: Un trofeo para hacer justicia

Una postal del presente. El Cannara se pasea por Pebble Beach luego de que fuera llevado desde Clermont, Florida, hasta el Pacífico de Monterey, el Dean Batchelor 2024 al Hot Rod más significativo. Una postal del pasado. Ray Cannara en 1966 a bordo de su criatura, junto a su madre en la plaza de acompañante, en San Petersburgo, Florida, a punto de emprender una travesía de más de 2.500 millas hacia Los Ángeles, donde, repito, continuaría los estudios en el Art Center iniciados dos años atrás. Ahora, tal como lo confirma el sitio oficial de Dirkin, ese extraño experimento que Ray ya había comenzado a desarrollar cuando a sus 18 años fue aceptado en la escuela de diseño, ya estaba listo.

Sobre el verde césped de Pebble Beach, un grupo de exóticos exponentes del frontal con punta en cuña se exhiben. Al Ferrari 512 S Modulo Pininfarina de 1970 lo acompañan el Lancia Fulvia HF1.6 Competizione 1969, el Mercedes-Benz C111 1970 y el Lancia Stratos HF Zero Bertone Coupe 1970, ganador del Trofeo Gran Turismo en esta edición del concurso. Todos ellos, pertenecientes a una especie que el Cannara se encargó de fundar.

Cannara antes de la restauración

Así estaba el Cannara cuando fue encontrado en 2015

Hasta el Autobianchi A112 Runabout, hoy resucitado en forma de edición limitada, parece haberse inspirado en él. Incluso el Lancia Stratos de producción parece una completa copia. Observen su concepto de pasos de rueda y suspensión y niéguenmelo si se atreven. La sentencia de Raffi Manisian, diseñador y juez del Concurso de la Elegancia de Pebble Beach, fue contundente: “Este diseño es claramente uno de los primeros de su tipo, pero más específicamente es el primer automóvil que adopta por completo todos los aspectos del diseño en cuña”. Palabras que sirven para reivindicar al creador olvidado, a la obra enviada al ostracismo hasta su reciente hallazgo y hacer justicia.

Cannara 1966: Ayer y hoy

Tras comprarlo en 2019, Dirkin concretó la restauración pendiente desde su redescubrimiento cuatro años antes. El tratamiento sobre aquella oxidada, despintada y opaca carrocería roja para devolver a sus paneles de fibra de vidrio y aluminio su impecable y brillante plateado original, fue una entre otras tantas restauraciones que el Cannaria recibió en sus tres años de servicio, concluido en 2022.

Su motor inicial, el Small Block Chevrolet V8 1963 de 283 pulgadas cúbicas, habría sido sustituido en la actualidad por otro Small Block Chevrolet V8 de 350. En los frenos también hubo cambios: los de disco reemplazaron a los de tambor en el eje delantero. En tanto, se conserva su caja automática de tres velocidades, a través de la cual se envía la potencia a las ruedas traseras, una potencia que, con el motor 283, el Cannara ya firmaba –atención aquí– un 0 a 100 en apenas cinco segundos. Una completa locura para las cifras de aceleración de su época.

Cannara de 1966

El Cannara 1966 no ha perdido su esencia, su diseño se mantiene tan despejado como hace casi 60 años atrás. Prueba de ello es que se haya decidido conservar –¡cómo no hacerlo!– el que considero que es uno de sus mejores sellos distintivos: su juego de faros retráctiles. No, no esos escamoteables tradicionales de los modelos de producción posteriores, sino unos que emergen en los laterales delanteros, justo antes de los guardabarros.

Párrafo final para Geoffrey R. Hacker, quien en 2015 lo retiró del ostracismo de su cochera, se contactó con el propio Ray Cannara –quien sugirió que se le incorporara un nuevo faldón trasero–, vendió el coche a Dirkin y, a través de su página Undiscovered Classics, ha logrado reunir una amplia cantidad de material fotográfico del coche en sus distintas etapas. Imágenes que muestran a Ray durante los días de construcción, durante el viaje y su llegada a Pasadena, y otras de años posteriores.

 

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Mauro Blanco

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