Cae la noche en Le Mans y todo indica que un Mercedes-Benz, sea cual fuere el que cruce primero, cortará la mala racha de casi cuatro décadas de un coche del fabricante alemán sin ganar las 24 Horas, pero es Le Mans y es de noche, y en la noche de La Sarthe siempre ocurren cosas. Las carreras no se definen en la bandera a cuadros. Muchas sí, en realidad. Pero su destino se escribe en cualquier momento, incluyendo una primera curva en una primera vuelta, como a menudo vemos en la F1.

En las noches del epicentro de las carreras de resistencia europeas siempre llueve. Algunas veces de verdad, dando a las contiendas momentos épicos, y otras veces lo que cae es el champagne de la victoria o el ácido para quienes sepultan en esas horas sus esperanzas. A varias horas del final, es en la oscuridad donde todo empieza a definirse. Al menos, eso le ocurrió al primer fabricante japonés ganador en la 59° edición de las 24 Horas de Le Mans.

Cuando cayó la noche el sábado 22 de junio de 1991, los alemanas iban en fila al podio. Uno, dos y tres, todo sería de Mercedes-Benz. Como narran en el vídeo resumen de Motorsport, “Nadie habría apostado por Mazda antes de la carrera”. En todo caso, era más lógico tirar fichas en los últimos números de la mesa de la ruleta: los Jaguar, con los antecedentes inmediatos a su favor, corrían con los números 33, 34, 35 y 36, y eran candidatos.

Los Mercedes C11 números 31, 1 y 32, en ese orden, eran líderes, pero cuando corrían las primeras horas del domingo 23, el número 1, a paso firme, dejó atrás a sus compañeros de equipo, a los que ya sacaba una vuelta de diferencia. Los C11 31 y 32 pasaron al séptimo y noveno puesto debido a fallas en la transmisión. El Mazda 787B número 55, combatiendo con el Jaguar mejor posicionado. El japonés se consolidaría en el segundo puesto durante la mañana, pero a falta de seis horas para el final seguiría estando tres vueltas detrás del Mercedes líder.

El número 31 es especial y, por estas horas, en vísperas de la edición 93, en Alpine de seguro es un tema que se repite. Schumacher hijo intentará lo que en 1991 su padre, que era uno de los pilotos de ese C11, no pudo en su único intento en las 24 Horas de Le Mans: ese 23 de junio acabó en la quinta posición. Y ese día de junio, a falta de tres horas para terminar, en el semblante de Peter Sauber se dibujó el tiro de gracia al equipo Sauber-Mercedes. Si no me creen, compruébenlo en el vídeo.

Una llamada a bóxes para el coche puntero de la carrera debido a un cada vez más intenso sobrecalentamiento del motor en horas del mediodía, llegando ya a la una de la tarde, para ser exacto. Una falla lo suficientemente grave como para que el 787B número 55 le comiera las tres vueltas que el Mercedes le había sacado. Quince minutos fatales para los alemanes. A la una menos 10 la comunicación por radio había enviado al número 1 a manos de los mecánicos. A las 13:05, el Mazda pasó a la cabeza. Por algo estas carreras se llaman de resistencia. No todo se trata la larga duración. Todo se resume al momento indicado. El número 55 aguantó por horas hasta que ese momento llegó.