Coche del día: Toyota Celica 2.0 GT (ST202)

Coche del día: Toyota Celica 2.0 GT (ST202)

Su motor era muy puntiagudo, daba la cifra de par máximo por encima de las 4.500 revoluciones


Tiempo de lectura: 3 min.

El Toyota Celica 2.0 GT, a pesar de su imagen más bien comedida, escondía un histérico propulsor atmosférico que daba toda su potencia a nada menos que 7.000 revoluciones. Y no eran pocos los caballos que llegaban a ese régimen, pero, según cuentan las revistas de la época –hablamos de 1994–, era un propulsor algo perezoso hasta que empezaba a girar alrededor de las 5.000 revoluciones.

Los coupés tuvieron mucho auge en los años 90. La oferta era bastante completa y había casi de todo entre lo que elegir. Lo mejor de todo es que no era terreno vedado para los fabricantes de alta gama, los generalistas también estaban presentes en el segmento con creaciones más que interesantes. Seguro que muchos recuerdan al FIAT Coupé –su nombre comercial, en realidad, era Coupé FIAT–, el Peugeot 406 Coupé o, como no, el Volkswagen Corrado, aunque el alemán dijo adiós casi cuando los antes mencionados llegaban al mercado.

Entre ellos, el Toyota Celica quedaba ligeramente eclipsado por diseños espectaculares y cargados de personalidad, como el Alfa Romeo GTV, que compartía con el Celica la idea de un frontal con cuatro proyectores circulares. Sin embargo, el Toyota Celica 2.0 GT, sin menospreciar sus capacidades, no destacaba entre sus rivales por diferentes cuestiones, como un diseño algo más anodino y discreto, así como una personalidad no tan deportiva como los italianos.

Donde el Celica 2.0 GT destacaba, y mucho, era en ergonomía y calidad de realización, dos apartados que estaban por encima de sus principales competidores, aunque nuevamente, el diseño del habitáculo resultaba algo soso y falto de colorido, a pesar de, curiosamente, ofrecer la postura al volante más deportiva. Y no lo decimos nosotros, lo dicen en la revista Autopista, que pudieron comparar el Celica 2.0 GT con el FIAT Coupé Turbo y el Rover 220 Turbo –revista número 1.825–.

Toyota Celica 2 0 GT (2)

Pocos coupés de su categoría podía presumir de tener un propulsor de dos litros, capaz de alcanzar los 175 CV sin la ayuda de un turbo

Es ahí donde destacan lo puntiagudo del motor. Era un cuatro cilindros de 1.998 centímetros cúbicos y cotas cuadradas –86 por 86 milímetros para diámetro y carrera de los pistones–, culata mutiválvulas de aleación, dos árboles de levas y aspiración natural, que rendía 175 CV a 7.000 revoluciones y 19 mkg a 4.800 revoluciones –unos 185 Nm–. Los simples datos dejan claro que para sacarle la quintaesencia había que llevarlo a un régimen elevado, siempre por encima de las 4.500 revoluciones. Es más, la revista Autopista antes mencionada, dice en la comparativa que hasta las 5.000 revoluciones es un motor de lo más normal, sin atisbo de tener 175 CV.

Tenía virtudes que lo hacían agradable en el día a día, como un ruido moderado y unas vibraciones mínimas, aunque al tener una cifra de par, que tampoco es para tirar cohetes, a un régimen muy elevado, su empleo por zonas urbanas no era tan agradable y prefería carreteras con muchas curvas, donde poder girar arriba en marchas cortas.

Perezoso y amantes de los altos regímenes, pero aun así, rápido. El 0 a 100 km/h lo hacía en 8,39 segundos y el 0 a 160 km/h en 22,06 segundos. La velocidad máxima era de 217 km/h –Toyota decía 225 km/h–, mientras que el 0 a 400 metros podía completarlo en 16,14 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, en 29,54 segundos. Mencionar también el 80 a 120 km/h en quinta, ejercicio para el que necesitaba 16,83 segundos. ¿Los consumos? La media era de 9,8 litros y la autonomía se cifraba en 610 kilómetros.

Los 4.339.000 pesetas –26.078 euros en 1994– que se pedía por un Toyota Celica 2.0 GT lo hacían un coche caro, pero al fin y al cabo, todos los coupés son caros, incluso los de fabricantes generalistas.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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