Coche del día: Renault Laguna 1.9 dCi (MK1)

Coche del día: Renault Laguna 1.9 dCi (MK1)

La llegada del common-rail abrió una nueva era para los turbodiésel


Tiempo de lectura: 3 min.

El Renault Laguna 1.9 dCi pertenece a una época que vio como los motores turbodiésel recibían nuevos desarrollos, en busca de aumentar sus prestaciones y acercarlos más a los tradicionales motores de gasolina. Y entre esos desarrollos, lo más que destacó a finales de los 90 fue la aparición del common-rail, la inyección a alta presión por ráil común que fue obra de Bosch y de FIAT –de Alfa Romeo, en realidad– y que, por avatares del destino, acabó en el vano motor de todos los rivales, como es el caso del Renault Laguna 1.9 dCi.

Renault puso en liza el Laguna como reemplazo del R21, y supuso un cambio realmente enorme, no uno ni dos, sino tres o cuatro pasos hacia delante en todos los sentidos. Así lo afirmaban las revistas de la época, que siempre elogiaron las capacidades ruteras del modelo francés, así como su equilibro entre confort y eficacia en carretera. Ha sido uno de los mejores modelos de Renault de las ultimas décadas y se merece un lugar entre los aficionados a los vehículos clásicos, sobre todo, aquellas versiones equipadas con el 1.9 turbodiésel con common-rail.

Las cifras que obtenía el Laguna con ese motor hablan por sí solas: 0 a 100 km/h en 12,3 segundos, 187 km/h de velocidad máxima, 0 a 400 metros en 18,05 segundos y 0 a 1.000 metros en 33,37 segundos. Obviamente, no son datos de un deportivo de un coche muy potente, pero allá por 1999, y si tenemos en cuenta que era un motor turbodiésel, eran muy respetable. Más aún cuando el consumo medio era de 5,6 litros.

A finales de los 90, el Laguna recibió un restyling que, además, podía presumir de estrenar un nuevo motor turbodiésel que le metió de lleno en el meollo de su categoría

Renault Laguna 1 9 dCi (2)

El propulsor culpable de ese buen hacer era un cuatro cilindros de 1.870 centímetros cúbicos, con culata de dos válvulas y un solitario árbol de levas accionado por correa, que rendía 110 CV a 4.000 revoluciones y 25,5 mkg a 2.000 revoluciones, con casi 250 Nm de par, muy buena cifra para un coche de finales de los 90 al que no le quedaba mucho en el mercado y además, tenía un Cx de 0,30 y un peso de 1.310 kilos.

Para poder conocer como funcionaba el Laguna 1.9 dCi vamos a recordar la comparativa que hizo Autopista en el número 2.106, comparativa contra el Toyota Avensis D4-D, que por cierto, resultó ser un coche más que recomendable. Sin embargo, el Renault Laguna turbodiésel como-rail destacaba por lo suave de su funcionamiento y por su entrega de par en toda la banda de revoluciones. Era tan suave, que daba la impresión de no correr, pero en realidad, se podía considerar un diésel muy rápido y capaz de recorrer distancias con consumos muy bajos a toda velocidad.

Sin embargo, el Laguna dCi tenía un problema que empobrecía un poco la conducción: el tacto del selector del cambio. Roberto Matías lo contaba así en la prueba publicada por Autopista: “el recorrido de la palanca es larguísimo, lento, esponjoso e impreciso. Cambiar de cuarta a quinta obliga a concentrarse, casi a mirar el cambio y a tardar una eternidad”.

Por suerte, el Renault Laguna 1.9 dCi, como todas las versiones de la primera generación de Laguna, tenía un comportamiento en carretera intachable, de los mejores del segmento, un ejemplo a seguir, lo que imbuía al conductor con una sensación de control muy alta.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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