Coche del día: Opel Kadett 1.5 TD

Coche del día: Opel Kadett 1.5 TD

Al adoptar un motor turbodiésel de origen Isuzu, se logró ofrecer un conjunto más interesante


Tiempo de lectura: 3 min.

Los motores turbodiésel tuvieron su época dorada allá por finales de los 90 y durante la primera década del Siglo XXI. Eran imbatibles, lo acaparaban todo, incluso en competición, pero su evolución venía de lejos, de tiempo atrás. El motor diésel tiene casi tantos años como el motor de combustión, pero su particular concepción siempre los ha dejado un poco atrás en cuanto a prestaciones y agrado de uso hasta que Audi empezó a comercializar los TDI, lo que obligó a todos los demás a evolucionar rápidamente.

Cuando aparecieron los TDI no se inventó el motor turbodiésel, y además, llegó cuatro años después de que Perkins lanzara un motor con una tecnología similar, y tres años después de que FIAT presentará el Croma TD i.d., que también tenía una configuración similar. El TDI solo fue un inciso en la evolución de los motores turbodiésel, que ya se ofrecían desde hacía tiempo en las diferentes gamas de los modelos más importantes, como es el caso del Opel Kadett 1.5 TD. Esta versión del Kadett es una de las más olvidadas, pero supuso un paso importante en la adopción de mecánicas diésel por parte de la firma alemana, ya que fue cuando se comenzó a usar motores de origen Isuzu –motores diésel, claro–.

opel kadett 1 5 td (3)

Mencionar a los primeros TDI de Audi viene a colación porque aparecieron en el mercado al mismo tiempo que esta variante del mítico Kadett: en 1989. Opel montaba unos motores diésel que, según la prensa especializada de la época, eran torpes, ruidosos y para colmo, su potencia era limitada, y como la evolución de los motores alimentados por gasóleo parecía que tomaría un peso importante en años venideros, los alemanes se asociaron con Isuzu, que también formaba parte de General Motors, situación que facilitaba mucho las cosas.

El motor que montó el Kadett 1.5 TD se dejó ver primero en el Corsa Diesel y luego, en el Corsa Turbodiésel. Era un cuatro cilindros con 1.488 centímetros cúbicos que presumía de taqués hidráulicos, culata de dos válvulas y un árbol de levas. En las versiones atmosféricas solo alcanzaba los 50 CV, que pasaban a 67 CV en el caso de las versiones con turbo, aunque para el Opel Kadett se añadió un intercooler, lo que permitió que la potencia aumenta un poco más, hasta los 72 CV a 4.600 revolucione, al tiempo que el par pasó a 145 Nm a 2.400 revoluciones. Era un motor de carrera larga –76 x 82 milímetros para diámetro y carrera de los pistones–, pero capaz de girar a un régimen elevado para un diésel –sobre todo uno de finales de los 80– y alcanzar su velocidad máxima de 171 km/h a 4.300 revoluciones.

Las cifras de las que presumía el Opel Kadett 1.5 TD se consideraban buenas para un turbodiésel en aquellos años. Los 400 metros con salida parada los completaba en 19,02 segundos, mientras que el kilómetro se alcanzaba en 35,13 segundos. Después de haber acelerado desde parado 14,13 segundos, ya se rodaba a 100 km/h –son cifras que publicó la revista Autopista en la prueba que realizó del Kadett 1.5 TD en 1989–.

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Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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