Allá por a década de los 70, Ford ponía en marcha unas instalaciones en España, en el municipio de Almussafes, de donde saldría, exclusivamente y durante varias décadas, uno de los coches más rompedores dentro de la propia Ford: el Fiesta. Se le llamó Fiesta por su producción en España y por ser un coche muy especial en la compañía, pues era el primer coche de su tipo que fabricaban.
El coche se convirtió en un best seller, un auténtico éxito de ventas, de crítica y hasta de aceptación entre los aficionados. Y eso, con un rival en el mercado como la primera generación del Renault 5, así que se podía decir que el Ford Fiesta fue todo un acierto, aunque por muy bueno y popular que fuera, todo tiene un tiempo y todo necesita renovar, y así se llegó a comienzos de los 80, con la necesidad de poner al día al Ford fabricado en Alumssafes.
Sin embargo, en Ford no se quisieron arriesgar y apostaron sobre seguro, para mantener el buen nivel de ventas. Por ello, en lugar de seguir los pasos del Renault 5 y adoptar unos colores muy rompedores y juveniles, así como unos paragolpes de fibra integrados en el diseño de la carrocería –el pequeño francés fue el primero en ofrecer algo así, y fue realmente rompedor–, el fabricante americano tomo como base de partida la generación que ya estaba en las tiendas y “solo” lo evolucionó.
El Ford Fiesta MK2 apareció en 1983, en verano, y a simple vista se podía apreciar como los cambios, al menos estéticos, no eran muchos. El frontal era totalmente nuevo, pero se mantenía los panales laterales de la carrocería –con una nueva línea de tensión–, las ventanillas y toda la trasera. No obstante, oculto al ojo, había otras cosas, como una mayor longitud y unos retoques en el chasis. El habitáculo era totalmente nuevo, y, obviamente, mucho más moderno y mejor acabado.
Con respecto a los motores, se mantuvieron los bloques 1.0 y 1.1 Valencia, los cuales, se ofrecieron durante toda la vida comercial de esta segunda entrega del Fiesta. Se retiró el motor 1.3 y se cambió por el nuevo motor CHV desde 1984, al tiempo que se ofrecía, por primera vez, un motor diésel. Tenía 1,6 litros, era atmosférico y como en su hermano mayor el Escort –y en el Orion–, rendía 54 CV. En 1984 llegó el deseado Ford Fiesta XR2, con 90 CV.
La tercera generación del Ford Fiesta, ahora sí, un auténtico cambio en todos los sentidos –un cambio radical, todo sea dicho–, hizo acto de presencia en 1989.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS