Una de las características más comunes de los prototipos es su imagen aventurada. De esta manera, las más de las veces resulta obvia la razón por la cual no llegaron a serie. Sirviendo como atrevidos ensayos a modo de esbozo del futuro, los cuales han de ser adaptados a gustos más conservadores antes de llegar a la producción en serie destinada al mercado masivo. Sin embargo, en el caso del Audi Quattro Spyder de 1991 existe algo interesante. Y es que, mientras siempre se le ha tenido como un prototipo presentado junto al futurista Avus, lo cierto es que su estética resulta no sólo atemporal sino incluso sobria y apta para el mercado.
De esta forma, las sospechas sobre las verdaderas intenciones del Audi Quattro Spyder se tornan en realidades cuando se adivina cómo este prototipo sí fue hecho con la idea de ser llevado a serie. Entonces, ¿por qué no consiguió materializarse el proyecto? De hecho, incluso los concesionarios oficiales se lanzaron a reservar unidades a clientes que entregaron notorios anticipos a modo de señal. Una pista muy determinante sobre la seriedad del proyecto, el cual quedó en la estacada por los sobrecostes finales de un proceso donde Audi ponía toda la carne en el asador diseñando un chasis único desde cero.
Por ello las cuentas no salían, tampoco mejorando la confianza en el Audi Quattro Spyder la galopante crisis económica que afectó a los mercados occidentales a comienzos de los noventa. Un momento sombrío para lanzar deportivos demasiado caros como para ser populares, y demasiado masivos como para estar en el nicho de mercado cubierto por Lamborghini o Ferrari. Modelos de esos que se mueven entre un tipo de comprador capaz de gastar más si vienen bien dadas, pero reacio a hacerlo en cuanto la coyuntura económica lo devuelve a unos orígenes sociales más modestos.
Con un V6 en posición central-trasera, un peso más que contenido gracias al uso del aluminio y la escasa altura al suelo el Quattro Spyder garantizaba sensaciones deportivas al volante
Audi Quattro Spyder, mucho más que un nuevo modelo deportivo
Aunque finalmente el Audi Quattro Spyder no llegó a serie, en parte cubrió bastante bien una de las funciones propias de cualquier prototipo. Ser un escaparte tecnológico. Pero para ello tenemos que entender la situación de Audi a finales de los ochenta. Resucitada a mediados de los sesenta con la vocación de ser una marca de lujo al nivel de Mercedes, aún no era vista en el mercado como marca premium de pleno derecho a pesar de haber lanzado modelos como el espectacular V8. Una berlina en la que la potencia del motor y lo lujoso de su interior se conjugaban con el sistema de tracción total Quattro puesto a punto en la competición.
Y es que ésa era otra de las vías de trabajo de Audi durante los ochenta con la vista puesta en mejorar la imagen de marca. La competición. Por ello presentó en el WRC al Quattro S1. Una verdadera máquina de precisión que aún sigue erizando las emociones a cualquier aficionado a las carreras en general y a los Grupo B en particular. Así las cosas, Audi estaba haciendo las cosas muy bien. Todo ello en base a los planes de Ferdinand Piëch, quien veía en la mezcla de éxitos en competición y excelencia tecnológica la fórmula para posicionar definitivamente a Audi entre BMW y Mercedes.
Con esa idea en la mirilla, el Audi Quattro Spyder debía cumplir la función de ser un modelo referencial con el cual presentar el manejo del aluminio en los chasis y paneles de carrocería. Una de las señas de la renovada Audi para los noventa, apostando por la mezcla de rigidez y ligereza típicas de este material. Además, desde la óptica del estilo este modelo debía ser uno de los estandartes de la marca con esa excelente e imprevista apariencia donde fluidez y solidez se dan la mano sin problema. Además presentaba cualidades prácticas como un maletero de 300 litros. Una de las características para el día a día en un deportivo con motor V6 de 2,8 litros y 174 CV para tan sólo 1.100 kilos.
Sólo problemas económicos derivados de un desarrollo más caro de lo previsto dejaron a este modelo en la estacada, aunque la crisis económica de comienzos de los noventa tampoco ayudó en absoluto
En suma, el nervio de un Lotus pero con más facilidades para el uso diario que las ofertadas por un Porsche 911. Y eso por no hablar de la posibilidad de quitar el panel del techo para convertir al Audi Quattro Spyder en un modelo targa. Otra de las bondades del modelo, el cual además prometía facilidad de reparación y mantenimiento al contar con no pocos elementos mecánicos y de electrónica procedentes de otros Audi. Sin duda un coche excelente que hubiera representado una interesante alternativa a los 911 de acceso, aunque finalmente quedó como el antecedente más claro para el R8 de 2006. No obstante, en una perspectiva más general, el valor del Quattro Spyder está en haber sido otro de los modelos que allanó el camino de Audi hasta llegar a la categoría premium. Un gran coche aún no habiendo llegado a serie.
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Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS