Esta semana se han desvelado las primeras imágenes del CT5, la nueva berlina de Cadillac. Desde hace unos meses se rumorea que la marca norteamericana está desarrollando también un motor diésel y que además prepara otro desembarco en Europa, mercado en el que sin Opel, General Motors ya no tiene presencia -salvo un goteo de Corvettes y Camaros- y algunas concesiones de Cadillac.
Estas noticias me han llevado a la elección del coche de hoy: el Cadillac BLS. Lanzado en el año 2006, fue una berlina de tamaño medio que usaba la misma plataforma que el Saab 9-3 (a su vez basado en el Opel Vectra C). Se trató de un producto pensado en exclusiva para Europa, donde por entonces ya se vendían los STS, CTS, XLR y SRX, si bien estos eran modelos muy minoritarios.
Por tanto, el BLS supondría la popularización de la marca a este lado del charco, con una previsión de ventas de 10.000 unidades anuales. Pero fue un fracaso total y en los cuatro años que se mantuvo en producción salieron de la fábrica de Trollhättan (Suecia) 7.365 vehículos.
Razones por las cuales no triunfó pueden ser varias, pero la principal podría achacarse a que apuntaba a las berlinas premium alemanas como objetivo, y el triunvirato formado por Audi, BMW y Mercedes era prácticamente intocable. La marca apostaba por el lujo, aunque “entendido de una forma diferente” según explicaban durante su presentación.
Lujo y un diseño distintivo y fácilmente reconocible como un Cadillac, pero es que la firma americana no gozaba en Europa de la imagen que, por ejemplo, sí tenía Jaguar, con otro intento fallido como fue el X-Type basado en el Mondeo. Más allá de aquel enfoque, el BLS no se distinguía ni por ofrecer un tacto deportivo, disposición mecánica fuera de lo común o elementos tecnológicos que le convirtieran en un modelo único. Porque compartir base con el Saab supuso también heredar su gama mecánica.
Estaba compuesta por tres opciones de gasolina turboalimentadas. El escalón de acceso se cubría con un 2.0 de 175 CV, y por encima una versión de este mismo bloque potenciada hasta los 210 CV. Como tope de gama se empleaba el 2.8 V6 T del 9-3 Aero con 255 CV. Por primera vez en Cadillac, se montó bajo el capó un motor de gasóleo, que no fue otro que el incombustible 1.9 de origen Fiat en su versión de 150 caballos, al que más tarde se uniría la variante de 180 CV. Resultaba ser una gama variada, pero sin nada especial con respecto a la feroz competencia.
El interior sí que destilaba la calidad que podría esperarse en el Viejo Continente, si bien esto no fue mérito únicamente de Cadillac, puesto que el Saab 9-3 del que derivaba rayaba a buen nivel. Se intentó dotarle del ambiente de lujo característico de la marca, pero no se consiguió a pesar de las inserciones de madera o el reloj analógico en la parte superior del salpicadero.
Para los verdaderos seguidores de Cadillac, el BLS se parecía demasiado al Saab 9-3, por lo que no hallaban la exclusividad que se les prometía…
Lo mismo ocurrió cuando se decidieron a lanzar la carrocería familiar del BLS. El particular diseño del 9-3 Sport Hatch era evidente en la forma del techo y en cómo este enrasaba con el parabrisas. Aunque el frontal y la zaga mantenían el aire Cadillac, desde otras vistas no se podía ignorar su origen, por lo que quedaba aún más patente que no se traba de un Cadillac genuino, y quizá fue esta otra de las razones por las que el modelo no caló.
El rango de precios de la gama BLS se movía entre 30.000 y 45.000 euros, a caballo entre los premium alemanes y los generalistas. Según versiones, el equipamiento podía llegar a ser abundante con elementos de lujo como el sistema de audio BOSE, navegador, faros de xenón o asistente de aparcamiento. Detalles que coches de la competencia también ofrecían, por lo que no hacían a este BLS un vehículo especial.
El fracaso del modelo fue pagado por la factoría sueca de Saab, que al parecer tuvo que hacerse cargo de la enorme inversión que supuso fabricar allí el BLS. Con el tiempo, Cadillac volvió a intentar plantarle cara a los alemanes con el ATS y su enfoque más deportivo y con mayor carácter, pero sin versiones Diesel y fabricado de nuevo en Michigan. Ahora Cadillac parece volver a apostar por Europa, así que ya veremos en qué queda la cosa. Al menos la responsabilidad recaerá enteramente sobre ellos.
Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Um Saadilac!
Oi Joel. ¿Saadilac? Não entendo…
Cierto Toni, sí que sabía que hace unos años Cadillac vendía en Alemania, en la época de lanzamiento del ATS, pero no lo maticé. Gracias
Hola! Me ha gustado el articulo, y todos los demas en general, pero hay una cosa inexacta…Cadillac si que tiene presencia en europa (no en España) pero si en Francia, Alemania y Suiza; en estos paises tienen un buen numero de concesionarios…
Cierto, ya lo hemos corregido.