Si hay algo que no se le puede reprochar a Citroën Hispania en la década de los ochenta, especialmente durante la primera mitad, es la realización de versiones anodinas en su gama. Es cierto que las series especiales llegaron a la marca del doble chevrón, en su mercado natal, en la segunda mitad de la década de los setenta. Y Citroën Hispania recogió el testigo lanzando los 2CV Charleston, 2CV 82, Dyane 6 Capra y Dyane 6 Edelweiss, todos caracterizados por combinaciones de colores llamativas y por la profusión de pegatinas y otros detalles. Y nuestro protagonista de hoy, el Citroën 2CV Transat, no iba a ser menos.
Mientras que los Dyane Capra y Edelweiss fueron responsabilidad de Citroën Hispania, para el Citroën 2CV Transat se tomó un modelo de la gama francesa: el 2CV France 3. Diseñado por Serge Gevin, a quien debemos un buen puñado de versiones especiales, el 2CV France 3 nace en 1983 con motivo del patrocinio de la marca al velero del mismo nombre que participó en la Copa de América en 1980 y en la Copa Louis-Vuitton en 1983.
El velero, de la clase 12m JI (donde 12m hace referencia a una longitud que resulta de un cálculo matemático atendiendo a varios criterios, y JI es el gálibo métrico, utilizado para evaluar el rendimiento de los barcos de vela de competición, tenéis más información aquí), era el tercero de una saga de competición (de ahí su nombre France 3), y en la actualidad se ha creado en Francia una asociación para restaurarlo. Tiene lógica, por tanto, que al atravesar las fronteras del hexágono el 2CV France 3 adoptara un nombre diferente. Así, en Reino Unido se llamó 2CV Beachcomber (que viene a traducirse como una ola larga que viene del mar) y a nuestro mercado llegó como 2CV Transat, una clara alusión a “transatlántico”. Parece ser que esta denominación también llegó a otros países; denominación que, por otro lado, recibió el prototipo del 2CV Spot (la primera serie especial del 2CV) y que Citroën tuvo que modificar por tratarse de un nombre registrado en Francia.
Salvo por ciertos detalles, los France 3, Beachcomber y Transat eran idénticos, si exceptuamos el puesto de conducción a la derecha en el inglés y el nombre de cada uno de los modelos. En el 2CV France 3 aparecía un dibujo del velero homónimo sobre la tapa del maletero; en los Transat y Beachcomber, sólo el nombre de la versión en minúsculas, sin hacer ni siquiera mención a 2CV. La decoración es sencilla pero muy agradable: la carrocería, las llantas y las carcasas de los faros (redondos) están pintados en color Blanco Meije; el techo de lona también va en blanco; la calandra prescinde del cerquillo cromado y en su lugar va en negro; las ruedas tienen embellecedores cromados; y el motivo principal son unas líneas azules que se reparten por todo el vehículo.
Una cosa destacó con especial fuera en la saga del Citroën 2CV: sus muchas versiones
En el lateral, como si quisiera recordar a la vez al Charleston y a las olas, las pegatinas tienen una disposición curvada. En vista cenital, la decoración son dos líneas gruesas azules, flanqueadas respectivamente por dos líneas muy finas del mismo color, que parten del capot, continúan por la capota y terminan en la tapa del maletero. Los asientos son también blancos con cuatro gruesas líneas azules verticales flanqueadas por dos líneas azules finas. El recubrimiento interior de las puertas iba también en azul. Como Citroën lo indicaba bien en el catálogo de la época (fechado en 1983, año en el que apareció), la mecánica era la misma que para el resto de los 2CV de ese año, es decir, el archiconocido motor de 602 centímetros cúbicos. Quizá por no ser un modelo exclusivamente para nuestro mercado, se obvió el poner el número de unidad que sí llevaron los Dyane Capra, Dyane Edelweiss y 2CV 82, todos ellos exclusivos de Citroën Hispania.
Si bien los 2CV France 3 se han conservado aparentemente en mayor número (y digo aparentemente porque más de uno de los que circulan hoy sería un 2CV normal al que se le pusieron las pegatinas), una de las razones más importantes es porque Citroën vendió en Francia dos tiradas, una en 1983 y otra en 1984. Por el contrario, los Beachcomber y los Transat supervivientes no son tan abundantes en comparación. A nivel personal, he tenido la suerte de ver una unidad de un Transat restaurado, propiedad de Miguel Ángel, un buen amigo mío.
Y otra razón de su escasez es porque, de las series especiales del 2CV, el Charleston es el que se difundió con mayor profusión; de hecho, se convirtió finalmente en un modelo más de la gama 2CV, siendo el último 2CV fabricado un Charleston en combinación Gris Cormorán – Gris Nocturno, salido de la planta portuguesa de Mangualde en 1990. Pero si tienes un Transat, o te cruzas con uno a la venta, es un modelo que merece la pena conservar. Debe ser que estoy nostálgico, pero echo de menos las series especiales de antes. Le daban un toque de simpatía al panorama automovilístico de la época.


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Jesus Alonso
Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.COMENTARIOS