Exóticos en las carreras, porque no son simples deportivos. Exóticos en las calles, porque nos demandan atención al volante para no distraernos ante su presencia cuando entre el tráfico mundano se nos aparecen. Cada nueva entrega de la saga Seven es un tributo a Colin Chapman, a sus frases de cabecera: “quítame un kilo antes de darme un caballo”, “más potencia te hace más rápido en las curvas, menos peso te hace más rápido en todas partes”. Si hay coches que llevan la estampa indeleble de esta máxima, esos son los Caterham Seven, que al día de hoy conservan el legado de los Lotus originales.

Exóticos, exóticas fuentes de inspiración para una legión de fabricantes de réplicas que, desde ahora, podrán darle el gusto a todo aquel interesado que no sea uno de los 25 afortunados que recibirán la entrega final del Caterham Seven 310. Del Superligero R500 con aceleración de 0 a 100 km/h en 3.4 segundos que probó con indisimulable adrenalina Top Gear en la década del 2000 para confirmar que estaban ante un coche más rápido que lo que habían demostrado en su circuito superdeportivos como el Veyron y el Zonda F, pasando por el campeonato Caterham 310R hasta la más reciente evolución, el Caterham Seven 310 Encore.

Una edición que toma, precisamente, una versión homenaje del Ford Sigma 1.6 de 152 CV, además de otras características de los coches de carreras. Entre ellas, un ancho de vía delantera superior para alojar una suspensión deportiva preparada para esta edición limitada, muelles y barra estabilizadora trasera ajustables, discos de freno delanteros ventilados con pinzas rojas de cuatro pistones y bomba de freno de competición, y un volante más ligero –extraíble, cortesía de Momo–. Esas pinzas asoman detrás de unas llantas negras Apollo de 13 pulgadas, cubiertas con neumáticos Toyo R888R, que decepcionan al no llevar el típico diseño de marcas de garra.

Peso de media tonelada y algo más –540 kilogramos, para ser exacto– y relación peso/potencia de 286 CV por tonelada lo hacen correr hasta los 100 km/h de parado en menos de cinco segundos, pero lo más importante que se desprende de estas cifras es su prueba en pista y la comprobación de que no es solo una cara bonita ni simplemente una edición de colección con placa de identificación en su interior: en el circuito británico Donington Park, el 310 Encore marcó el mejor tiempo de vuelta allí registrado tras completarla en 1,18 minutos.

A ambos lados de la placa identificatoria, sus asientos se tapizan con cuero negro y sobre ellos luce costuras en gris oscuro. Un tablero aporta al concepto de ligereza por ser de fibra de carbono y el arnés de cuatro puntos nos hace sentir pilotos, pero lo curioso radica en el exterior, pues una gama de colores lleva nombres inspirados en canciones de pop & rock, muchas de ellas británicas, como el “Back in Black” en referencia a AC/DC y mi favorito: el “Blue Monday” en homenaje a New Order.

Pero el Encore representa más que su manera de decirle adiós al Ford Sigma 1.6 en la gama de Caterham y mucho más que clásicas canciones de los años ochenta. El Caterham Seven 310 Encore representa lo dicho: la estampa indeleble de la ligereza sobre la cual el Seven ha transitado sus décadas desde la era de Lotus.