Al igual que ya hemos visto en casos como el del Hyundai N Vision 74 y su inspiración en el Hyundai Pony Concept, la propuesta de rendir tributo a un concept car de hace 50 años con otro coche experimental se repite de la mano de una de las marcas de Stellantis. Esa es la palabra, esta vez –una vez más, mejor dicho– redirigida a nombre. Los tiempos cambiaron, las tecnologías evolucionaron y las propulsiones se han concienciado, pero el diseño del Opel Genève 1975 vive en el nuevo Opel Experimental Concept y aquí pongo el foco en las similitudes.
Escucho en mi cabeza el resurgir del nombre y no puedo no imaginarme una versión moderna del Experimental GT, aquel deportivo del ’65 inspirado en el Corvette C2. Tiempos aquellos en los que el fabricante alemán acompañaba a Chevrolet en General Motors. Acto seguido, lo reconsidero y dejo de pensar en la idea. A veces es mejor dejar las cosas como están. Lo he dicho en entregas anteriores y lo repito ahora: ¡No se puede hacer de todo un revival eléctrico!
Ya no hay cabida para los faros escamoteables que prototipos como el Opel Genève y un sinfín de deportivos de serie llevaron en los setenta, e incluso el advenimiento eléctrico avala que, si tu marca lleva la firma de un rayo, aceptes la invitación directa a resignificarlo. Es lo que Opel hace hoy con su blitz y en el concepto Experimental está a la vista. Pero, insisto, el Genève se deja ver. El paralelismo se da en dos instancias: parte de una disposición estilo de carrocería en común y se desglosa con reinterpretaciones evidentes.

El Opel Experimental Concept reinterpreta más allá de los cambios y repite la “visión” del interior
Describo a este paralelismo de primer orden con dos expresiones que hacen a la apariencia general. Una es la caída fastback hacia la zaga, que se respeta a pesar de que la luneta del concepto de hace 50 años le daba amplitud y la del concepto actual apuesta a una semitransparencia a tono con la transparencia opaca del techo. La otra la noto adelante, con una moldura central en el capó y otras dos molduras en curva sobre los pasos de rueda, que son en los que más se expresa la reinterpretación frontal.
La de estos dos alemanes de tiempos distantes es una comparativa que presenta similitudes incluso donde no las hay. El cambio de elementos y materiales no alteran el objetivo de asemejar. Observemos la parte posterior de los laterales, la sección entre el pilar medio y el que da forma a la caída fastback. Aún prescindiendo el Experimental de las ventanas laterales traseras –pudiendo haber expandido en éstas la opacidad de la luneta–, el trazo triangular no se pierde y, como hace cinco décadas, está delimitado por la moldura sutil de los pasos de las ruedas posteriores.
Por dentro, el Opel Experimental Concept pasa de parecerse al Opel Genève a parecerse a la mayoría de los conceptos futuristas. Cabinas carentes de mandos, tableros limpios de interruptores, un espacio gobernado por la digitalización y una digitalización en la que las pantallas físicas no tienen lugar. Amplitud desde el diseño. En cada lanzamiento de coches experimentales que adelantan la movilidad del mañana, las automotrices se han cansado de instalar una palabra: visión. El interior de este nuevo exponente alemán es un caso más. Me gustaría adelantar el tiempo unos 10 ó 15 años y comprobar si, al fin de cuentas, veremos estos estilos de habitáculos en las calles.
Mauro Blanco
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