La aerodinámica siempre ha sido una ciencia con mucha importancia en el sector del automóvil. Se ha experimentado con ella desde, al menos, 1889, cuando el belga Camille Jenatzy, diseño una carrocería tipo torpedo para un coche eléctrico con el objetivo de batir récords de velocidad. Sí, ya había coches eléctricos hace más de 100 años, de hecho, la electricidad fue la primera tecnología que se aplicó al automóvil –la electricidad iba a ser el descubrimiento que cambiaría el mundo– y quienes trabajaban en esa tecnología, ya pensaban en la aerodinámica.
No es, por tanto, nada nuevo que ahora haya coches eléctricos y que los fabricantes se devanen los sesos para hacerlos muy aerodinámicos, aunque los casos más extremos se han llevado a cabo con motores de combustión y mucho más cerca en el tiempo. No nos olvidamos de coches como el Alfa 40-60 HP Aerodinamica de 1914, pero aquel coche no se puso a la venta como si lo hizo el Pulse Autocycle, posiblemente, uno de los coches más extraños y radicales de cuantos se han comecializado. Y cuando decimos radical, no nos referimos al tema deportivo, sino otro bien distinto.
El Pulse Autocycle, del que ha aparecido una unidad a la venta, fue desarrollado por un diseñador de aviones llamado Jim Bede –en el mundo de las aeronaves no es ningún desconocido, pues trabajó en modelos como el FJ-4 Fury o el A3J Vigilante para la Marina de los Estados Unidos o el Bede DB-1, uno de los primeros aviones en kit–, que pretendía aplicar los mismos conceptos de la aeronáutica a los automóviles, con el objetivo de hacerlos más eficientes.
Así, el Pulse Autocycle tenía una carrocería extremadamente peculiar, con forma de uso, muy similar en diseño al avión Bede BD-5 –era casi un avión sin alas–. Dada su forma alargada y estrecha, el habitáculo tenía dos asientos en tándem y se accedía mediante una carlinga que se retiraba hacia atrás, como en los aviones. Su configuración, además, era de lo más particular, ya que contaba con una rueda delante y otra detrás, más dos a los lados como si fueran ruedines. Esos pseudo ruedines, se colocaban en dos estructuras que parecían alas y servían para estabilizar el vehículo.
La estructura que daba soporte a tan llamativa carrocería –fabricada con fibra de vidrio– era un entramado de tubos de acero, que daba cobijo a un motor de motocicleta. Fueron varias marcas las escogidas para animar a este peculiar aparato, desde Honda hasta BMW, pasando por Yamaha. Las últimas unidades montaba el motor de cuatro cilindros boxer de las primeras Honda Gold Wing.
Hay quien considera este aparato una motocicleta, otros lo consideran un coche. La verdad es que parece tener un poco de ambos y mucho de avión sin alas. La compañía, en su momento, describió el Autocycle como “Ground Cruising Recreational Vehicle” –vehículo para cruceros recreativos terrestres–. La misma empresa afirmaba que conducir el Autocycle era como volar en avión, montar en moto y conducir un coche, todo al mismo tiempo.
La unidad del Pulse Autocycle de las fotos, se trata de un ejemplar de 1985 actualmente a la venta y que sacará a subasta Mecum Auctions. Está propulsado por un motor de Honda Gold Wing y cambio manual de cinco relaciones.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS