El Auto Union D-Type se presentó en 1938. Sus mayores reclamos eran su poderoso motor V12 que generaba casi 550 CV y el hecho de haber sido un proyecto encargado por Adolf Hitler. También destacaba por su suspensión específica, que hacía que su conducción fuera más suave que la mayoría de los coches de su clase.
Un año después, en 1939, se mostró de forma oficial de mano del consorcio Auto Union GmbH, formado por las empresas Horch, Audi, Wanderer y DKW. Ello supuso la coronación de una brillante trayectoria de una gama iniciada por el A-Type en 1933. Su objetivo era superar en las pistas a sus eternos rivales, los coches de Mercedes-Benz. Lo consiguieron con una unidad de apellidos Silver Arrow (flecha de plata).
Este bólido a techo descubierto comprimía sus escasos 850 kg en 4.200 mm de largo, 1.600 de anchura, 1.060 de altura y 2.800 de batalla. Este rompe récords tenía como arma fundamental su motor doblemente sobrealimentado de 3,0 litros (2.990 cm3) dispuestos en dos bancadas de seis cilindros formando una V a 60 grados. Oficialmente entregaba 485 CV a 7.000 RPM y 500 Nm de par. Esto suponía una potencia específica de 1,75 kg/CV.
Su configuración mecánica fue un claro adelanto en los esquemas convencionales de la época. En vez de llevar el propulsor delante del piloto, como su archienemigo Mercedes-Benz, lo situó en posición central trasera, justo detrás del conductor. Esta configuración de Auto Union será la adoptada en el futuro y hasta la actualidad por nuestros Fórmula 1. A diferencia de sus hermanos mayores, los A, B, C Type, no llevaba sus motores de 16 cilindros, lo que suponía un claro ahorro en peso, espacio y economía de uso, aparte de un mejor manejo.
El Auto Union D-Type sorprendió por su poderoso motor V12 de 550 CV situado en una posición inédita hasta la fecha: detrás del conductor, en posición central trasera. Esta decisión sentó cátedra en la competición, pues se tomó como modelo para la arquitectura de los Fórmula 1, desde sus orígenes hasta la actualidad
En la parrilla se enfrentaban locos e insensatos pilotos como Bernd Rosemeyer, Tazio Nuvolari o Hans Struck por parte de Auto Union, mientras que al otro lado del ring estaban Rudolf Caracciola, Manfred von Brauchitsch y Herman Lang, al volante de los coches de la estrella. Eran auténticos suicidas que se enfrentaban a una posible muerte cada vez que salían a las pistas, sin las más mínimas medidas de seguridad, por lo que eran considerados unos verdaderos héroes, jaleados cada vez que subían al podio.
En 1939, con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial todo esto se paró en seco. Las marcas rivales corrieron diferentes suertes. Mercedes-Benz pudo conservar sus vehículos de competición en su sede de Stuttgart, mientras que Auto Union, con sede en Zwickau, sufrió el desmantelamiento de su fábrica, tuvo que esconder sus máquinas de competición en un solar en obras, donde permanecieron durante toda la contienda militar. Todas las unidades de Auto Union se enviaron a la Unión Soviética para ser estudiados en el Instituto Científico del Automóvil, desapareciendo su rastro. Ya en la posguerra y en plena guerra fría tan solo se encontró una unidad de un C-Type, aunque seriamente dañado en un bombardeo.
El coleccionista estadounidense de origen serbio Paul Karassik fue un afortunado poseedor de dos unidades del D-Type Silver Arrow. Una de ellas se trasladó junto a otros vehículos del consorcio Auto Union a algunos países de la órbita de la antigua Unión Soviética al acabar la Segunda Guerra Mundial. Karassik tuvo la fortuna de ver competir a los Auto Union en el Gran Premio de Serbia en Belgrado, justo antes de que estallase la contienda bélica. Casi 40 años después iniciaron una búsqueda de estos excepcionales vehículos acompañado de su mujer, Barbara, empezando en Alemania.
Dedicó los siguientes diez años de su vida viajando a la Unión Soviética, llegando a descubrir dos unidades, concretamente en Rusia totalmente degradadas y con carencia de muchas piezas, por lo que se dedicó a buscar estos repuestos originales, como cajas de cambios, motores, chasis o ejes, cruzando de forma arriesgada varias veces a los países del otro lado del Telón de Acero. Una vez recopilado todo este material, es enviado a Florida para organizar la reconstrucción de los vehículos.
El objetivo de batir a su archienemigo Mercedes-Benz estaba conseguido. Circunstancias de la historia, con dos contiendas bélicas por medio -segunda guerra mundial y guerra de los Balcanes-, provocó que un coleccionista serbio de coches clásicos de nombre Karassik consiguiese reconstruir dos unidades del D-Type diferentes, que finalmente acabaron a formar parte de la colección de Audi AG en el museo de la marca situado en la ciudad alemana de Ingoldstadt
Situados en 1991 Karassik decide reconstruir casi desde cero dos unidades del D-Type, una sobrealimentada con un solo compresor tomando como modelo un ejemplar de 1938, y otro D-Type con doble compresor tomando otro ejemplar de 1939. Para ello contó con la ayuda de los ingenieros de Audi y la inestimable colaboración de los restauradores británicos Crossthwaite & Garner, que vieron posible hacer realidad semejante tarea.
En 1994 el modelo de 1938 hizo su debut en la Eiffel Classic de Nürburgring. En agradecimiento de la colaboración de Audi en la reconstrucción, Karassik cedió a la marca este modelo durante unos años, pudiéndose contemplar en el museo de Audi AG situado en Ingoldstadt. En 1998 la marca compra esta unidad a Karassik, pasando de forma permanente a la colección del constructor alemán.
La unidad de 1939 fue vendida por su dueño a un coleccionista particular en el año 2000, con la esperanza de verlo competir, pero la extinta Yugoslavia estaba aún inmersa en un conflicto bélico: la guerra de los Balcanes (1991-2001. De nuevo Audi AG compra esta segunda unidad al coleccionista en 2012, pasando a ser poseedor absoluto de estas dos unidades pertenecientes a Karassik.
Estos vehículos históricos tienen actualmente un valor muy elevado. En una subasta realizada en 2009 una unidad del D-Type se superaron los seis millones de dólares, unos cinco millones de euros.
Ginés de los Reyes
Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...COMENTARIOS