Los amantes de los coches estamos viviendo una auténtica encrucijada. Por un lado, los motores de alta cilindrada tienen los días contados, al mismo tiempo que la electrificación se va adueñando de la situación. Por otro lado, las normativas están llegando a un punto en el que disfrutar de la conducción estará muy cerca de ser un delito (limitadores de velocidad según señales de tráfico, cajas negras que registran lo que hace el coche, cámaras y radares por todas partes…) e incluso circular con un “coche viejo” estará mal visto.

Para muchos usuarios, la aparición del motor eléctrico y su expansión, sumada a la casi obligación de su empleo por parte de Europa, también contribuye a la destrucción de esa imagen que teníamos los aficionados de un automóvil. No obstante, ,la existencia del motor eléctrico se puede aceptar, en parte, por las elevadas prestaciones que ofrecen y las brutales aceleraciones de las que son capaces, pero hay algo que será “la puntilla” que remate la imagen pasional del automóvil. Al menos para una gran parte de los aficionados.

Si nos fijamos en la evolución del automóvil, hay algo que ha cambiado casi sin darnos cuenta y que hemos aceptado, hasta cierto punto: la desaparición del cambio manual en los grandes deportivos. El cambio secuencial se ha hecho dueño y señor del automóvil de altas prestaciones y desde hace años, apenas existen superdeportivos con cambio manual. En alguna ocasión han puesto en circulación una versión especial, equipada con cambio manual o marcas como Aston Martin, han ofrecido esta opción como algo pasional y poco común, pero por lo general, todos llevan cambio automático con manejo secuencial.

El cambio automático también ha recalado en algunos deportivos pequeños aunque en menor medida, el Renault Clio RS por ejemplo, solo se ha ofrecido con cambio automático, algo que también hizo la penúltima edición del SEAT Ibiza Cupra, antes de equipar el 1.8 TSI de 192 CV, siendo más común en el segmento de los compactos más racing, aunque también con excepciones.

Dichas excepciones también tienen los días contados. La popularización de los híbridos, todos ellos manuales, está haciendo que los usuarios se acostumbren cada día más al cambio automático y las marcas son conscientes de ello. Además, el cambio automático permite un mejor control del funcionamiento del grupo motor-transmisión por parte de la gestión electrónica del coche, reduciendo consumos y mejorando, en teoría, las prestaciones.

La proliferación de los híbridos y la casi obligación de poner eléctricos en circulación, ha dado pie al comienzo del fin del cambio manual. Y si no os lo creéis, deberíais saber que Volkswagen ya ha anunciado que sus coches dejarán de tener cambio manual y será, exclusivamente, automático. El primero en sufrir esta “transformación” será el Volkswagen Tiguan, cuya próxima generación está programada para 2023. Tras este modelo llegará el Volkswagen Passat, que se lanzará el mismo año y tampoco tendrá cambio manual en ninguna de sus versiones. De hecho, esta forma de trabajar se extenderá a todas las marcas del grupo.

JATO confirma que Volkswagen está haciendo lo correcto, porque según sus datos, en Alemania se vendieron 5.838 vehículos de los cuales, 1.870 tenían cambio manual. De esos casi 2.000 coches, 218 tenían cambio de cinco relaciones y 1.652 tenían cambio de seis relaciones. No dicen versiones, pero seguramente sean versiones básicas o medio bajas, el resto, todas con cambio automático.

No es la única compañía que ha anunciado el adiós al cambio manual, Mercedes también confirmó hace poco que no volverá a desarrollar un cambio con tres pedales y selector “en H” para reducir costes, según informó el máximo responsable de I+D, Marcus Schaeffer. Con este movimiento también se quiere agilizar la producción. No será un problema para los clientes de Mercedes, quienes están acostumbrados a los cambio automáticos (en Estados Unidos no se vende un Mercedes manual desde 2011) y la oferta que hay en Europa de cambio manual es bastante limitada.