Volkswagen venía de poner en el mercado hacía apenas dos años la segunda generación del más aclamado de sus vehículos, el Golf, y posiblemente su estandarte que la ha llevado hasta donde está en nuestros días. Fue a mediados de 1986 cuando la marca alemana anunciaba que estaba en pleno proceso de crear una versión para rallies de su emblemático compacto, con la finalidad de poder disputar el campeonato e intentar plantar cara al gallo mas fuerte del corral, el Lancia Delta Integrale.
Pero pasaba el tiempo y los fanáticos de la marca de Wolfsburg no veían materializado aquel vehículo tan especial, que ansiaban tras visualizar las fotografías de varios prototipos en diversas publicaciones de la época. Tuvieron que esperar la friolera de tres años para que el fabricante diera forma al Volkswagen G60 Rallye.
En marzo de 1989 se presentaba en el salón de Ginebra y a finales de año llegaban las primeras unidades a los concesionarios europeos. En total 5.000 fueron los Golf de esta versión que se matricularon, siguiendo las exigencias de la FIA para poder tener su homónimo sobre las pistas.
En lo deportivo mejor no hablar. Prácticamente nada consiguió el G60 Rallye más allá de un podio y terminar airosamente las pruebas que pudo disputar. La potencia del Lancia Delta, junto con los pilotos que estaban a su volante, eran casi un arma imbatible.
Nos queda la otra parte de la ecuación y por ende, el porqué de este modelo. La versión de calle montaba el archiconocido 1.8 de ocho válvulas, aunque 12 unidades lo hicieron con una culata de 16 válvulas y 210 CV, la misma que se le incorporó a los G60 limited, de los que se fabricaron 71 unidades. Rebajado de cilindrada para poder adaptarse al reglamento del grupo A, hasta los 1.763 cc, estaba ayudado por un compresor que generaba una potencia de 160 CV.
A primera vista pueden parecer unas cifras imponentes para su época, y lo son, tratándose de un compacto
El problema es que esta versión tan especial montaba una tracción integral Syncro, con diferencial central para el reparto de par a ambos ejes. Si a ello le unimos un sistema independiente en la suspensión trasera, con barras estabilizadoras reforzadas, hacían que este Golf G60 Rallye sufriera de sobrepeso, llegando a marcar en la báscula un total de 1.330 kilogramos, es decir, 200 kilos más que un GTI 16 válvulas.
Así, y con todo, era capaz de bajar de los 9 segundos en el 0 a 100 km/h y alcanzar una velocidad punta de 209 km/h. Las recuperaciones no eran su fuerte, ya que en algunas mediciones incluso su hermano el GTI de ocho válvulas conseguía batirlo. La estocada final le vino con la aparición del Golf GTI G60, con él compartía mecánica.
A diferencia del Rallye, no montaba la tracción integral. Tampoco el kit aerodinámico, pero se podía pedir en tres o cinco puertas y su precio era de 2,5 millones de las antiguas pesetas, por los casi 4 “kilos” de la versión G60 Rallye.
En cuanto a detalles y acabados, las diferencias eran varias con respecto a un G60 normal. En el Rallye los elevalunas, cierre centralizado, dirección asistida y ordenador de a bordo eran de serie. Además, como opcionales teníamos unos asientos Recaro en tela-piel con regulación eléctrica, el techo solar o los espejos eléctricos y térmicos.
El mayor problema al que se enfrentó nuestro protagonista, además de las prestaciones en sí, fue su competencia más directa que, a igualdad de precio, ofrecían más que este. Tanto el ya mencionado Lancia Delta Integrale como el BMW 325i (E30) estaban en tarifas muy parejas a las del Rallye. El italiano ofrecía 185 CV y el alemán 171 CV, amén de un motor de seis cilindros y propulsión trasera, con lo que ello conllevaba en suavidad y prestigio de la marca bávara.
En la actualidad, el Golf G60 Rallye se ha convertido en un vehículo de culto para los más puristas de la marca. Las unidades a la venta se cuentan con los dedos de las manos y sus precios no están al alcance de la mayoría de nosotros. Es cierto que es un vehículo especial por concepto y unidades fabricadas, pero para ser honestos, y como diría el dicho “no es tan fiero el león como lo pintan”.
No podemos esperar de él una conducción deportiva y extrema, pero sí que se podría decir que es uno de los Golf con más distinción de todas las versiones aparecidas hasta nuestros días. Con un buen acabado y una imagen de chico malo, siempre quedará en el recuerdo como uno de nuestros favoritos de la adolescencia.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.COMENTARIOS