Hace justo 40 años del renacimiento de la marca Talbot gracias a Peugeot, así que he querido rendir un homenaje a uno de sus modelos, quizá de los menos populares de la marca. Se trata del Talbot-Matra Murena. Pero antes de centrarnos en este coupé repasemos un poco la historia reciente de la firma británica fundada a principios del siglo XX.
En 1974 Peugeot compró Citroën y constituyó PSA Peugeot Citroën, convirtiéndose en uno de los grandes fabricantes a nivel europeo. En ese punto comenzaron las negociaciones con Chrysler para vender sus productos en Europa. No se pusieron de acuerdo en un principio, pero sí sirvió como base para colaborar en el desarrollo de un coche pequeño que se fabricaría en Estados Unidos.
Chrysler atravesó un periodo de dificultades financieras y se retomó la venta a PSA, quien por entonces estaba amenazada con un intento de nacionalización de sus fábricas. Peugeot ofreció a Chrysler un porcentaje mayor de sus acciones a fin de evitar que el gobierno francés se quedase con sus factorías al contar con capital estadounidense.
Finalmente, en agosto de 1978 se cerró el trato y así PSA se convertía en un grupo mundial con fábricas en varios países con las marcas de Peugeot, Citroën y Simca. Entonces surgió el problema de cómo llamar a los coches producidos en las fábricas de Simca y ahí fue donde surgió la idea de recuperar a Talbot tras estar 20 años desparecida, y comercializar con su logo los Samba, Horizon o Solara, así como los más minoritarios Ranch o Murena.
El Talbot-Matra Murena era un coupé de tres plazas, sucesor del mítico Matra Bagheera, que a su vez había sido producido en colaboración con Simca. Conocido como Project M551, la intención era ofrecer un nuevo Bagheera con una calidad superior, pues este había sufrido problemas de corrosión, entre otras cosas.
El diseñador fue el mismo, aunque las diferencias estéticas resultaban evidentes, sobre todo en su vista de perfil. Sus dimensiones eran 4,07 metros de largo, 1,75 de ancho y una altura de apenas 1,22 metros. Pesaba poco más de 1.000 kilos, tenía propulsión a las ruedas traseras y sus suspensiones eran del tipo McPherson delante y una barra de torsión detrás.
Fue presentado en el Salón de París de 1980, casualmente el mismo lugar donde se reveló el Renault Fuego, ante el cual sus responsables no se amedrentaron y ensalzaron las cualidades de su nuevo coupé de diseño aerodinámico. Y es que el Murena presumía de tener el mejor coeficiente de penetración aerodinámica de la época entre los coches de producción: Cx de 0,33. Asimismo, se hizo énfasis en su chasis de chapa galvanizada, por lo que a priori acababa con los problemas de óxido de su antecesor.
Los motores elegidos fueron un 1.6 Poissy de 95 CV heredado del Solara, y un 2.2 con 118 CV que estrenó el Tagora. Con este último se rozaban los 200 km/h y lograba acelerar de 0 a 100 km/h en 9,3 segundos. Sin embargo, a los expertos de la época les sabía a poco y criticaron que el Murena no fuese un coche más rápido. Sobre todo para el precio que tenía, muy superior a coches como el Volkswagen Scirocco GTI o el Alfa Romeo Alfasud.
Los motores iban colocados en posición central, detrás de los asientos
Para solventarlo se desarrolló el 4S (el cuatro por el número de válvulas por cilindro) que llegaba hasta 182 CV y rozaba los 225 km/h. Pero Peugeot desestimó el proyecto. Igualmente dijo que no a una versión V6 con el 2.9 del Tagora e incluso a un V12. Solo accedió a ofrecer un kit de potenciación aftermarket denominado “S” y con el mismo motor 2.2 potenciado a 142 CV.
Con él se estiraba la velocidad punta a 210 km/h y el 0 a 100 se rebajaba hasta 8,4 segundos. Al final se fabricó como una versión más, si bien su producción duró poco, pues en 1983 cesó la fabricación del Murena tras solo 10.680 unidades producidas en total, casi a partes iguales entre el 1.6 y el 2.2.
La colaboración con Matra se dio por finalizada y esta se centró en el proyecto que daría lugar al Renault Espace. Un bombazo que la propia Peugeot había rechazado por falta de fondos, ya que el proyecto venía de antes, cuando Chrysler estaba pensando en vender un minivan en Europa. Curiosamente, los primeros estudios de ese monovolumen estaban basados en modelos de Talbot y la propia Peugeot, pero el que se presentó después a Renault tomó la base del R-18.
El Talbot-Matra Murena acabó siendo un fiasco (y la compra de Talbot en general, porque a Peugeot no le salieron las cuentas), pero un vehículo de algún modo exclusivo. A día de hoy es posible encontrar unidades en el mercado de segunda mano con precios que oscilan entre 8.000 y 12.000 euros.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Uno de esos coches que entrarían en mi garaje soñado, quizás como bien se indica, la estética deportiva se veía un poco empañada por unos motores demasiado “conservadores”, pero recuerdo la primera vez que ví uno y como me cautivo, suelo coincidir bastante con una unidad que se deja ver por las reuniones de la zona centro y no me canso de contemplarlo.
No conocía este deportivo de Talbot. Muy interesante, como un Lotus Esprit más pequeño.