Asociar un motor con no muchos caballos a una berlina media resultaba moneda común a principios de los años 90, si bien por entonces también se estilaban ya los diésel turboalimentados, que fueron introduciéndose poco a poco entre las marcas generalistas, véase el Renault 21 Turbo D. Cuando Peugeot lanzó el 406 a finales de 1995 resultaba menos común, por lo que se prescindió del motor de gasóleo de acceso que sí equipó el Citroën Xantia, pues por el empaque y tamaño de la berlina de la marca del león no terminaba de cuadrar.
Sin embargo, la sustitución en su primo del 1.9 atmosférico por una variante con turbo de bajo soplado animó a Peugeot a añadir a la gama este Peugeot 406 SRSD que nos ocupa hoy. Poniéndonos en situación entendiendo lo que se estilaba, el 406 SRSD suponía una alternativa económica para viajar largas distancias a velocidades tranquilas sin gastar demasiado, o sea lo mismo que se había estado haciendo apenas un lustro antes con berlinas algo torpes y equipamiento pobre.
Cierto es que con el TD de 90 CV, protagonista indiscutible de la gama 406 hasta la llegada del HDi, las prestaciones tampoco eran para echar cohetes, pero al menos con el nuevo integrante de la familia se conseguía un precio de gancho bastante por debajo de su hermano de 90 CV y ligeramente inferior al 1.8 de gasolina, hasta entonces la variante de acceso.
Esta versión equipaba el mismo bloque de 1.905 cm3 del Xantia 1.9D, pero con un pequeño turbo de bajo soplado que limitaba su potencia a 76 CV teóricos. Pese al turbocompresor, el empuje se asimilaba más al de un atmosférico, pues no había ni la típica patada ni el silbido del turbo. Esto se tradujo en unas prestaciones muy discretas, como atestiguan sus 164 km/h de velocidad máxima o un 0 a 100 km/h en 17,9 segundos (20,5 s según otras fuentes).
En la carrocería del 406 no se pudo comparar con el diésel atmosférico de 71 CV, pero las mejoras en el propio Xantia fueron evidentes, sobre todo a la hora de recuperar velocidad en marchas largas o justificar su menor nivel de emisiones contaminantes (Euro 2). Y también en lo referente a consumos, pues una superior respuesta gracias al par más elevado suponía no tener que llevarlo alto de vueltas para adelantar, por ejemplo, o enfrentarse a un repecho.
Peugeot homologaba una media de 9,3 y 5,7 litros/100 km en ciclo urbano y extraurbano, respectivamente
Con un depósito para el combustible de 70 litros, se convertía en un modelo rutero con el que conducir largas distancias sin apenas inmutarse. Porque el 406 destacaba por su elevado grado de confort y un comportamiento intachable, así que las prestaciones del SRSD no ponían en apuros a su afinado bastidor, que las digería sin dificultad.
Pese a tratarse de una versión básica, mantenía las cualidades de otros 406 como un interior de calidad notable y espacio para albergar a cuatro ocupantes y su equipaje sin problemas. El quinto pasajero debía enfrentarse más a la forma del asiento que a la anchura en sí, pues esta era destacable.
No obstante, el nivel de equipamiento alcanzaba a cubrir lo justo, limitándose a los elevalunas eléctricos delanteros, cierre centralizado o airbag del conductor. En opción quedaban el aire acondicionado, ABS o airbag de acompañante, al igual que ocurría con el SRDT de 90 CV. Frente a este, el SRSD costaba el equiovalente a 1.800 euros de la época menos, partiendo de una tarifa de 2,7 millones de las antiguas pesetas, unos 26.000 euros de hoy.
Se posicionaba como una alternativa algo costosa frente a algunos de sus rivales como Ford Mondeo o Nissan Primera TD, con 90 CV ambos. En realidad, berlinas de esta categoría con menos potencia no eran ya habituales hacia el final del siglo, así que el 406 cabalgaba en solitario alejándose por nivel de prestaciones de otros como el Vectra DI o el Toyota Carina E TD de 83 CV, bastante más ligero.
¿Compensaba entonces este 406 SRSD? En realidad solo para aquellos que quisieran gastarse lo justo sin más aspiraciones ni en prestaciones ni en equipamiento. En este sentido, el STDT resultaba mucho más apetecible por su equilibrio, pero su tarifa se elevaba hasta casi los 30.000 euros.
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Ángel Martínez
Soy uno de esos bichos raros a los que les apasiona hablar de coches y se pasaría horas comentando modelos o repasando la historia de la automoción. Pienso que la mayoría de ellos tienen su encanto, desde el deportivo con el que soñamos hasta el utilitario que te encuentras en cualquier esquina.Este coche tuvo mucho sentido con la llegada del 2.0 HDI. Entonces fue la época culmen del diesel, de cuando eran buenos, gastaban poco y no se rompían.
20 años después y todavía apetece comprarse uno de estos de segunda zarpa para reventarlo a kilómetros como si no hubiera mañana.
Que belleza de auto, súper equilibrado. Con el restyling comenzó la caída en estilo de Peugeot.
Esta versión vendría a ser la equivalente al P405 GLD 1.9D 69/71CV según mercado.
Que curioso. En España se llego a vender esta version?
Claro, tenía precio definido y todo.
Si yo lo compre en octubre del 98 y todavía lo tengo