En la historia del automovilismo deportivo pocos modelos han salido escrupulosamente de la nada. Lejos de ello, casi siempre se puede encontrar alguna especie de “ eslabón perdido “ responsable de abrir el camino a vehículos que, finalmente, acabaron siendo icónicos. En este sentido, el Peugeot 305 V6 Grupo B responde a esta característica, habiendo sido un prólogo trascendental para el posterior desarrollo del 205 Turbo 16. No obstante, para entender aquel florecimiento de la marca francesa en el mundo de los rallyes durante los años ochenta lo mejor será remontarse dos décadas atrás. Hasta los años sesenta.
Y es que, en aquella época, aun quedaba tiempo para que los rallyes al más alto nivel se especializasen con modelos específicamente diseñados para ellos. Algo que no ocurrió hasta la llegada del Lancia Stratos en 1973, siendo un automóvil ideado desde cero para ganar en las competiciones sobre tierra. Todo un paso adelante, el cual marcó un escalón insalvable respecto al tiempo anterior, donde a pesar de recibir multitud de modificaciones las unidades inscritas en las pruebas del mundial derivaban directamente del modelo de serie. Tanto incluso que se podían ver sobrias y anodinas berlinas ganando en las pruebas más duras, especialmente en el Rallye Safari.
Al fin y al cabo, en las pruebas africanas evidentemente contaba la potencia, pero sobretodo la fiabilidad a prueba de bombas dadas las larguísimas etapas por parajes salvajes. Un reto en el que destacó Peugeot, adquiriendo así la fama de incuestionable robustez propia de su gama durante los años sesenta y setenta. De esta forma, en 1963 un moderado y familiar Peugeot 404 ganaba el Safari por primera vez para la marca. Hito que abrió la veda para los tres primeros puestos logrados desde 1966 hasta 1968 por el mismo modelo. Y no sólo eso, ya que luego vendrían las excelentes intervenciones del 504, ganando en 1975 y 1978 ante máquinas a priori superiores como el Ford Escort RS1600 o el Mitsubishi Lancer 1600 GSR.
Entre la época de los durísimos 404 y 504 con sus victorias en el Safari y la de los tecnológicos y específicos Grupo B creados por y para la competición, este modelo actúa como un eslabón perdido conectando ambos periodos
Peugeot 305 V6 Grupo B, mirando al futuro
Así las cosas, durante los setenta nadie dudaba de las virtudes de los familiares Peugeot en el mundo de los rallyes, generando una comunidad de seguidores que aún a día de hoy siguen valorando la irrompible sobriedad de estos modelos. No obstante, la llegada de los Stratos, Quattro y Escort RS había puesto el panorama de los rallyes en un nuevo nivel. Ya no sólo valía con preparar sólidos modelos de serie a las condiciones más extremas.
Ahora había que partir desde cero incluyendo novedades técnicas de todo tipo e incluso una arquitectura con motor central donde los chasis de fábrica ya eran inservibles. De esta manera, a finales de los setenta Peugeot decidió iniciar la adaptación a los nuevos tiempos, atisbados en el manual que la FIA estaba preparando para alumbrar en 1982 a los Grupo B. Llegados a este punto, los franceses decidieron crear un coche revolucionario bajo estas nuevas homologaciones con la pretensión de tenerlo listo en 1983.
Como base usaron al 305, que aún siendo un cuatro puertas no contaba con un tamaño excesivo. Además era ancho, dando por ello un extra en materia de estabilidad. A partir de aquí en la factoría de Sochaux comenzó un baile de componentes diversos para resultar en la mezcla que sería el Peugeot 305 V6 Grupo B. Para empezar el motor, proveniente de un 504 y al que se le limitó la cilindrada a 2,5 litros – originalmente era de 2,7 – para rendir 250 CV. Respecto a su posición, ésta se retrasó todo lo posible para equilibrar el reparto de pesos y rebajar el centro de gravedad.
Finalmente la aparición de la tracción total hizo que Peugeot – ya con Jean Todt al frente de su departamento deportivo – descartase al 305 V6 para centrar sus esfuerzos en el desarrollo del avasallador 205 Turbo 16
Además, se trabajó no poco en la transmisión. Ya que mientras en la versión de serie la tracción era delantera, en el Peugeot 305 V6 Grupo B se optó por la propulsión trasera. Por cierto, en lo referido al peso el conjunto quedó en algo menos de 900 kilos, llegando emplear fibra de vidrio en algunos paneles de la carrocería. Pero, en esto ocurrió un imprevisto. El imprevisto de la tracción total, a la cual se estaban sumando todos los fabricantes – incluida la reacia Lancia – desde que Audi sentase cátedra con los Quattro. Obviamente, en este contexto nuestro protagonista quedó anticuado antes de salir a escena. Hecho que se acompañó por el propio desinterés comercial de la marca por el 305, el cual llevaba en producción desde 1977. Así las cosas, todo tendió a crear un nuevo modelo mucho más compacto y dotado de tracción total usando el nuevo 205 como arma publicitaria de este nuevo y esperado superventas. Opción compartida por Jean Todt. Quien después de haber ganado como copiloto el título mundial en 1981 con Talbot, aterrizó en Peugeot para encabezar los nuevos tiempos del equipo como líder en la construcción del 205 Turbo 16. De esta manera, el Peugeot 305 V6 Grupo B quedó relegado a los almacenes, aunque hoy en día sigue representando un interesante papel como punto de enlace entre las duras berlinas de la marca y sus coches de rallye con tracción total creados en los ochenta.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS